Monday, October 26, 2009

COMENTARIOS


UNIVERSITARIOS
Un fantasma recorre Colotlán, el fantasma de la mediocridad y el conformismo, no me gustaría decir que nosotros como universitarios, estamos inmersos en esa misma apatía. Es el momento de despertar, de construir, de permitir que nuestra fuerza y pasión nos ayude a construir un mejor mundo, sin mezquindades, sin miserias, sin dolor y sin hambre.Nuestro Campus Universitario es nuevo, apenas comienza una historia que deseamos larga y fructífera, pero las raíces de nuestra comunidad son añejas, bien plantadas en medio de esta geografía áspera; nuestra historia y hazañas son antiguas, y por todo ello nuestros ímpetus como universitarios deben de ser jóvenes, valientes y osados. La Universidad y nosotros debemos constituirnos en la unidad capaz de atravesar océanos, de derribar barreras y ponerse palmo a palmo y frente a frente con el mundo. Debemos entender el mundo en el cual estamos inmersos y dejar a un lado las falsas poses de intelectual, de seriedad. La falsa modestia y el aire de quien le hace el favor a nuestra comunidad. Debemos medir con honestidad los logros del sistema, aceptar sus desventajas, y reconocer que no estamos siendo educados con le máximo nivel de calidad posible.Hoy los universitarios se ven asediados por diferentes agrupaciones y actores políticos con el animo de utilizarlos para engrosar sus filas en las campañas políticas. Se disputan sus favores, endulzando zalameros los oídos de los supuestos lideres estudiantiles. Todo mundo confía en sacar ventaja de la inexperiencia de los estudiantes en lides políticas.Debemos dejar de ser las presas de los políticos sonrientes e inútiles, de los candidatos de todo tipo, universitarios, municipales, diputados locales que quieren ser federales, y de los federales que buscan convertirse en locales, después de exitosas gestiones que no han dejado la menor mella en nuestras comunidades. Yo reto a quienquiera a que venga a demostrarme, que nuestros flamantes diputados, fueron capaces, no de la tarea imposible de lograr que se apruebe una ley de beneficio social para nuestras comunidades, pero si por lo menos de quitarse la camisa por un desarrapado, o de compartir un mendrugo de sus crecidos salarios, dietas y emolumentos en favor de una persona, familia o comunidad . Juventud, divino tesoro de los hombres verdaderamente libres, libertad para tener creencias, para luchar por sus convicciones, de ser capaces, sin atadura alguna de mejorar sus vidas, sus comunidades y ver realizarse sus sueños. Aprovechemos este precioso momento, para poder dar lo mejor de nosotros y dejar un precedente de un esfuerzo puro y desinteresado. El extraño, el ajeno, jamas se preocupara como el propio de su tierra, de su cultura, de sus gentes, de sus intereses. De allí que debamos, nosotros universitarios de interesarnos en lo nuestro, de pelear y defender lo que somos, lo que tenemos y aquello que queremos ser. El proyecto universitario, no puede estar absolutamente en las manos, de los que se van, de los que viven tres días aquí y suspiran toda la semana con el estrés, el smog y el bullicio de la ciudad. Sin ideas y sin la pasión para convertirlas en hechos, no fructificara ninguna transformación real, la buena voluntad no es suficiente para subsanar la falta de inventiva, es por ello estudiantes que debemos comenzar fundamentar nuestro pensamiento, a tener sueños, pero sobre todo a tener la voluntad ciega de sacarlos adelante, de no temer el fracaso o el ridículo. Tomemos posesión de lo nuestro, no solo en lo físico, sino en lo mental, seamos agresivos con lo que queremos para nuestro futuro y las generaciones que vendrán después de nosotros, creemos realidades sólidas, y no nos conformemos con los falsos brillos del status universitario. Aprendamos a crear, a construir a transformar, a ser mejores, y no nos conformemos con la mediocridad de lo cómodo, de lo fácil, de la mentira.Piensa y Trabaja
October 22, 2009 4:41 PM

Anonymous said...
Muy buen comentario, ojala que todos los estudiantes del cunorte tuvieran la idea de pensar y trabajar como lo dice el escudo de nuestra alma mater, y se me hace muy buena reflexion, es una lástima que habiendo tanta gente joven que quiere mejorar, le toquen por maestros gente sin sensibilidad, que solo vaya por obtener un buen sueldo, pero sin mucho que aprenderle, porque en ningun momento vi que en el comentario anterior se hiciera alusion a algun buen maestro del cunorte, es mas ni siquiera los mencionan, y creo que debe haber alguno bueno, pero desgraciadamente no son la generalidad,lo que va en detrimento de la educacion en la zona, obligando con ello que los alumnos sean autodidactas, simplemente por que los catedraticos no tienen nada que aprenderles.Enhorabuena por este comentario, ojala y que esta sea la forma de pensar de la mayoria de los estudiantes del cunorte, quienes merecen lo mejor de parte de sus maestros,porque no son los hombres del mañana, son los hombres del hoy, y son los que tienen ya la responsabilidad de dirigir el destino del pueblo y probablemente mas delante de la nación.Quisiera saber la opinion de la persona del texto "UNIVERSITARIOS", respecto de si el dinero que se invierte en el cunorte en su totaldiad realmente ha logrado una mejoría en cuanto a educacion en esta zona.Esto es con el animo de tener ideas, no me interesan enfrentamientos inutiles.
October 25, 2009 8:54 PM

Anonymous said...
Estoy seguro de que el CUNORTE le ha traido muchos beneficios a la gente de esa region. No solo a los muy jovenes, porque a muchos otros que hemos reanudado nuestros estudios despues de una larga ausencia, nos ha caido de perlas. La prepa abierta o semiescolarizada, ha sido el escalon que nos ha ayudado a realizar este brinco y bueno hay que hacer notar, que en la universidad hay gente muy preparada, profesores muy estudiados, pero quizas por el sistema o la falta de interes, no se comprometen con los estudiantes, con la region, con la gente, como debieran. El sistema no es con mucho el mejor,pero si quizas el mejor posible en nuestras circunstancias. Simplemente que hace falta mas entrega, mas compromiso, mas interes y sobre todo honestidad. La inversion millonaria que han hecho es magnifica, falta que la entrega de los involucrados este al nivel de nuestro campus universitario. Y aqui hablo de administrativos, profesores, estudiantes, padres de familia, y todas las otras intituciones educativas de nuestra comunidad. Si el kinder, la primaria, la secundaria y la prepa, no hacen su trabajo bien, los alumnos que lleguen hasta la universidad no tendran el nivel educativo necesario para hacer la diferencia que hace falta hoy, en nuestros dias. Los retos que tenemos encima son enormes y no basta con estudiantes mediocremente preparados. De esa urgencia nace mi manifiesto: universitarios. seguimos en contacto.

Colotlan: La Ciudad del Dios Viejo











Cuando nació en 1591 como villa española “La Nueva Tlaxcala de Quiahuistlan” hacía ya más de una década que los españoles habían sentado sus reales en este lugar. Don Lucas Téllez le había dado forma a la hacienda de Tochopa y los franciscanos habían comenzado la construcción del monasterio más importante de nuestra región, desde donde se evangelizarían a todos los indios levantiscos de la zona. Al norte la minera y prospera ciudad de Zacatecas, había forzado a la corona española a formar un espectacular escudo humano de protección, que garantizase la continuidad en la explotación de las ricas vetas argentíferas, sin el incomodo sobresalto de los indígenas chichimecas, entre ellos: guachichiles, caxcanes y nayaritas. La belicosidad de estas tribus había puesto en vilo el naciente imperio español, durante la famosa guerra del Mixton. Cuando el virrey don Antonio de Mendoza debió atender en persona el levantamiento indígena más importante de toda su gestión.

Para formar esta frontera defensiva, debieron venir los fieles aliados españoles de la conquista, los tlaxcaltecas, cuya misión sería defender la ruta de la plata, al mismo tiempo que inducir a los indígenas chichimecos a una vida sedentaria y pacifica. Para ello contaron con la ayuda de la corona y con una serie de privilegios que durarían hasta el final del virreinato. Los grandes artífices de esta política llamada la paz por adquisición fueron los religiosos; los virreyes: Manríquez, y don Luis de Velasco hijo. Sin embargo el gran operador y consolidador de esta campaña fue sin duda el noble hidalgo don Miguel Caldera. Nacido en la ciudad de Zacatecas de padre español y madre indígena. Don Miguel Caldera deposito sus grandes afectos en la villa de Colotlán, su mujer, su hija, su hermana y cuñado con toda seguridad vivieron aquí.

Apenas habían transcurrido veinte años de ser fundada la villa, cuando comenzaron los problemas y los abusos de los jefes políticos, tal como lo hicieron constar en una visita que una autoridad real realizara en aquellas lejanas épocas. Sin embargo los colotlecos se mantuvieron como un firme bastión del sistema de defensa español, bajo un sistema de excepción único en todo el virreinato. Los colotlecos no dependían de la audiencia de la Nueva Galicia sino directamente del propio virrey. Sus privilegios de hidalgos, de vestir como tales y montar a caballo; estar exentos del pago de impuestos y poder producir su propio licor, dieron como resultado una especie de aristocracia indígena, en un mundo en el que la mayoría de sus iguales eran cruelmente sometidos al vasallaje español. Los pocos españoles que se aventuraron a vivir cerca de ellos, se quejaban constantemente de su altanería, y con todo y las reiterada quejas de la población blanca, los diferentes virreyes que se sucedieron a través del tiempo ratificaron una y otra vez sus privilegios. Los colotlenses estaban tan ensoberbecidos de su poder, que sin ningún temor o remordimiento le dieron palo, al Capitán Silva y dejaron muy en claro que los capitanes protectores designados para dirigirlos deberían de andarse muy derechitos. Año con año organizaban un festejo con danzas y licor, en el paraje que le habían dado muerte al citado capitán y quizás de allí le quedo el nombre de “Mesa de Silva” al dicho predio. El Márques de Vivanco, batalló también mucho con los indios colotlecos, cuando quiso ponerlos a trabajar en sus minas y se le insubordinaron llevándolo a juicio ante el mismo virrey. La llegada de los Borbones al trono español y sus transformaciones en el gobierno y la administración de las ahora intendencias, les dejaron un sabor poco grato a los colotlecos, pues supieron que el final de sus privilegios estaba a la vuelta de la esquina. Desde entonces comenzaron a rumiar una mejor forma de perpetuar su diferencia. A finales del siglo XVIII, cuando el ilustre obispo Cabañas visitó nuestro poblado se encontró con un nutrido grupo de capitalistas locales, que habían medrado gracias al dinero de las cofradías de la comunidad. Ganaderos, agricultores y comerciantes utilizaban en su provecho el dinero principalmente de la cofradía de Nuestra señora de los Dolores, que dicho sea de paso era la cofradía de los ricos y la más cuantiosa, en capital y semovientes.

El inicio del siglo XIX, trajo también la noticia de un nuevo levantamiento indígena en la temida región de los chichimecas. El imperio español dio grandes voces de alarma y puso en movimiento sus poderosos ejércitos, para encontrar solo pequeños grupos de indígenas en franca huida, en tanto que del cabecilla, el indio Mariano, aquel que se decía heredero de los tlaxcaltecas colotlecos, no encontraron ni el polvo. Se desvaneció sin dejar huella y en su lugar debieron conformarse con Hilario Rubio, el aparente orquestador de la sublevación. A pesar que los colotlecos negaron todo, nadie puede desmentirnos que detrás de todo ello estaba ya el incipiente descontento con las medidas implementadas por la corona española. Los fieles aliados de los españoles habían dejado de serlo y con gran ímpetu abrazaron las armas al lado de Hidalgo, insuflados por las palabras del Cura Calvillo y el valor sereno de don Marcos Escobedo, el gran colotlense del periodo insurgente. Durante años ambos jefes de la independencia debieron de andar a salto de mata, y ocultándose en los pozos y en el monte, hasta que la reacción mexicana consumo la independencia, ante la inminencia de la puesta en vigor de la constitución liberal impuesta a Fernando VII, por los celosos españoles defensores de su libertad.

Para los colotlecos, la tan buscada independencia de México, no trajo consigo la permanencia de su hidalguía, sino que por el contrario se enterró con ella todos sus privilegios de indios fronterizos. No se llegó al extremo de pagar impuestos, porque la región nunca dio para tanto, pero se vieron medidos con la misma vara que todos los demás indígenas de la nación. Las primeras medidas de reparto de las comunidades agrarias, les otorgaron el pleno derecho de enajenarlas a su completo gusto, afortunadamente sin grandes pleitos y desavenencias, y como buenos mexicanos, muchos de ellos las cambiaron por botellas de bingarrote, entre los aún escasos pobladores blancos. Cuando en 1833, el gobierno liberal de Gómez Farias intento poner en circulación las grandes propiedades amortizadas de la iglesia, no falto quien le pusiera los ojos encima a las propiedades del antiguo monasterio franciscano y entablara una querella judicial en la capital de la Nueva Galicia. Sin embargo el regreso intempestivo de Santa Anna y su cambio de partido, acabó con este proceso y no sería sino hasta el periodo jacobino de Juárez, que la misma iglesia pondría en venta dichas propiedades y otras más. Un señor Felguerez procedente de la Fresnillo o Valparaíso, quien había muy probablemente finiquitado su participación en alguna de las ricas minas de aquellas región, sentó sus reales en Colotlán y de paso se hizo de algunas de esas importantes propiedades. El dinero obtenido por la venta de dichas posesiones paso directamente a la construcción de la Iglesia de San Luis Obispo y aceleró su terminación.

Los cambios políticos y económicos resultado de las reformas Juaristas abrieron un panorama inmejorable para la pequeña burguesía local, que había consolidado su riqueza con el comercio, la ganadería, el comercio de los minerales de Bolaños, la compra de los bienes de la iglesia, y las tierras malbaratadas de las comunidades indígenas. Este pequeño y selecto grupo gozo de las mieles de la época de oro del porfirismo y se dio el lujo de codearse con lo mejor de lo mejor de la región, e incluso de las ciudades cercanas de Zacatecas y Guadalajara. Entre ellos se desarrollo el arte y el buen gusto por la comida, la ropa y la lectura. La revolución maderista tomó de sorpresa a este privilegiado grupo, que había votado unánimemente por la reelección de don Porfirio. El sueño de integrar la región con el resto del país a través de las vías férreas, se acabo para siempre y probablemente también con la prosperidad de Colotlán, que rivalizaba con muchas ciudades pequeñas del país, y sin lugar a dudas era la perla más reluciente en esta apartada región del país.

Para la elite privilegiada fue un gusto la caída de Madero y sobre todo la ascensión de Victoriano Huerta, coterráneo nuestro que se vistió de ignominia con el asesinato de Madero y que de pasada echo al traste con nuestro glorioso futuro. La hermana de don Victoriano una humilde y sencilla maestra de escuela primaria, al triunfo de éste salió a unírsele en su momento de gloria, una carroza tirada por briosos caballos y custodiada por piquete militar la llevo a Zacatecas, de donde fue despedida con salvas de cañón, al salir el tren hacia México. Un nutrido grupo de los colotlenses más selectos se dio prisa para ir a felicitar al tirano, quien les recibió obsequiosamente, acepto sus parabienes y les pregunto que novedades había en su terruño. Durante su gestión como presidente, Colotlán se beneficio con un cargamento de rifles, que sirvieron para mantener al pueblo en constante insurrección durante los siguientes veinticinco años.

A Villa y su lugarteniente Natera, se les metió entre ceja y ceja que los colotlenses deberíamos de pagar los platos rotos de don Victoriano y le metieron fuego al pueblo un par de veces, amén de centenares de otras, en que asaltaron, vejaron y mataron a nuestros pobres conciudadanos. Debemos aceptar que los carrancistas, obregonistas y orozquistas también hicieron de las suyas, en compañía de muchos malos hijos que se unieron a los extraños para atosigar con mayor fuerza a sus hermanos. Atendiendo a aquel dicho de “Para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo” La verdad es que los colotlenses ya no hallaban ni pa donde hacerse y como buenos cristianos ya no encontraban ni cual mejilla poner.

Entre los que vinieron a poner en paz a los villistas estaba un general de nombre Justo Lacarra Rico, quien en la bola se llevó a una de las muchachas de este pueblo y quien más tarde a instancias de la gente decente del poblado formalizó relaciones con ella. Este general andando el tiempo se convertiría en uno de los hombres cercanos al presidente Ávila Camacho, y su hermosa hija la nena Lacarra de casaría con el hijo político del general.

La revolución villista prendió duro sobre todo entre los descamisados de las haciendas de la Encarnación y se propago rápidamente entre sus vecinos. De los ranchos del Carrizal, el Sauz de los Márquez y poblaciones vecinas surgieron los primeros reivindicadores del reparto agrario y con ellos se levanto una lucha que dividiría a los pobladores de esta región. Fueron principalmente los campesinos sometidos al injusto trato de los patrones en los ranchos y haciendas aledañas a Colotlán, los que integraron el movimiento agrarista en este municipio aliados con los de otros municipios cercanos, en tanto que aquellas gentes que vivían directamente en la comunidad, se abstuvieron mayormente de buscar un pedazo de tierra, al considerar dicha actitud inmoral o inadecuada.

La necedad callista puso en movimiento a los contingentes religiosos de nuestra región, ni tardo ni perezoso, el preclaro cristero colotlense, don Herminio Sánchez organizó las fuerzas de defensa de la fe y como buen líder cayó en la lucha. El gobierno mexicano inteligentemente aceleró el reparto de tierra en nuestra región y se aseguro de un importante contingente de agraristas para meter en orden a los insurrectos. Los pertrecho convenientemente, en tanto que desarmaba a los agraristas vecinos de Zacatecas y Aguascalientes. La lucha se dio sin dar, ni pedir cuartel y como siempre los que quedaron en medio fueron los que sufrieron más. Entre los agraristas destacaron hombres como Agustín Rivera y Primitivo Huízar, a quien se acusó de ser el que les dio el tiro de gracia a los mártires Caloca y Magallanes. La lucha política en el municipio de Colotlán se dio entre los grupos agraristas y los progresistas o del capital de Colotlán, es decir los ricos quienes habían detentado el poder en épocas pasadas. La lucha entre estas dos facciones subió de tono hasta el punto de terminar en enfrentamientos directos y muertes. Agustín Rivera, el gran líder agrario y político propulsor del PNR en la región perdió la vida en manos de uno de sus custodios, después de haber sido encarcelado, acusado de robo de ganado. El partido agrarista se vengo de dicho agravio con la vida del supuesto líder de la reacción: Paco Huízar y de don Segundo Ortega, el presidente municipal en esos días. Curiosamente Paco Huízar, hermano de otro gran colotlense: Diego Huízar, había sido uno de los grandes apoyos intelectuales durante la gestión como presidente municipal de Agustín Rivera, al igual que Primitivo Huízar, que murió misteriosamente confundido por sus compañeros durante un enfrentamiento con los cristeros en el mismo Colotlán. Se sospecho que en este hecho había metido su mano Agustín Rivera, con quien se habían malquistado desde tiempo atrás.

Colotlan: La Ciudad del Dios Viejo







Estas muertes trajeron un poco de reflexión y prudencia entre estos dos grupos, quienes se disputaron el poder de forma pacifica en los años subsecuentes, encontrándose la benéfica alternancia en el poder. El grupo del Carrizal a la muerte de Agustín Rivera se vio fortalecido con figuras tales como: Don Guadalupe Rivera, hermano de Agustín, Secundino Márquez, David Leaños, Rafael Raygoza, y Faustino Hernández, quien gracias a los vínculos que creo con el diputado y después gobernador del estado Juan Gil Preciado, logró la permanencia de su grupo en la disputa por el poder. Por el otro lado, se distinguían las figuras de los hermanos Moreno Ávila, progresistas, inteligentes y muy preparados políticos colotlenses; José Ortega, Carlos de León, Felipe Macías, quienes tenían su principal soporte en el Cap. Adalberto Ortega Huízar, que tenía importantes vínculos con la presidencia de la republica, a través de su cuñado el general Justo Lacarra Rico. Estos pleitos se dirimían al interior del mismo partido revolucionario, mientras que los ricos abanderaban el sector popular, los agraristas se refugiaban en el comité campesino regional.

La llagada del señor Refugio Raygoza Pacheco a la presidencia municipal , atenuó aún más los conflictos políticos entre estos dos grupos, sin embargo la lucha por los repartos agrarios continuaron arrancando pedazo a pedazo a los propietarios colotlenses. En los años cincuenta y sesenta se formaron la mayor parte de los ejidos en el municipio de Colotlán, y en esta lucha destacó como líder el Sr. Avelino Navarro Alejo, quien muriera como consecuencia de los balazos que le dieron asesinos a sueldo de los del partido del capital. Sin embargo esto no impidió la repartición de las propiedades entre los ejidatarios colotlenses. Casi un quinto de la propiedad rural en el municipio pasó a manos de los ejidatarios colotlenses.

Es durante esta época que comienzan los grandes éxodos de las familias acomodadas colotlenses hacia las urbes más importantes del país. En los años veinte y treinta se habían marchado los de los grandes capitales. Quedando solo algunos importantes como los de don Agustín de Ávila, rico de abolengo; y don Santiago Alejo, dueño de una importante porción de las productivas huertas del municipio. Son también los años de las grandes transformaciones urbanas, con la introducción de los servicios, gracias al trabajo consensuado y coordinado del partido, cuya cabeza visible y líder moral del poblado se encuentra en el señor Refugio Raygoza, que fungirá por tres ocasiones como presidente, acercando las grandes mejoras a la parte céntrica del poblado.

El grupo caciquil hará sentir su fuerza política y su unión en los siguientes periodos, con elementos netamente de su grupo, en tanto que los diferentes sectores del partido se encargaran de mantener cohesionados a los diferentes segmentos de las población. Todavía algunos repartos agrarios tardíos mantendrán viva la esperanza y su devoción por el sistema de los campesinos colotlenses. El final del reparto agrario en los ochenta, terminara con este idilio entre el grupo político y su base popular campesina, y recrudecerá las pugnas internas en el partido. Estos años se verán marcados con un continuo e interminable desfile de los campesinos colotlenses para los estados unidos. Los ranchos se vaciaran de gente, las mujeres y los niños vendrán a vivir a Colotlán, en tanto que los varones jóvenes y adultos engrosaran las filas de los trabajadores agrícolas en los campos norteamericanos.

Las pugnas políticas al interior del PRI, favorecerán la llegada de la alternancia al poder en el municipio de Colotlán, y las reformas constitucionales de 1985, que aumentan la autonomía y los recursos de los municipios, le dará la posibilidad al nuevo gobierno de emprender grandes mejoras en la vida de los colotlenses, principalmente aquellos que viven en las zonas rurales. Este cambio de política publica, junto con las desavenencias al interior del tricolor, permitirán su permanencia por tres periodos en el gobierno. Hasta que finalmente el abuso y la prepotencia del grupo en el poder dará al traste con su proyecto y el PRI a través de un candidato de origen popular reconquistará el gobierno, para volver a perderlo en las elecciones siguientes.

En la actualidad, nuestro Colotlán, es un Colotlán, sin raíces, sin banderas, sin identidad y sin un lugar al cual dirigir nuestros esfuerzos. No existe proyecto de comunidad, y no sabemos quienes somos, ni tampoco sabemos si queremos lograr algo. La toma de conciencia de un pueblo es la única posibilidad de allegarse un destino, quizás sino brillante, por lo menos no mediocre como el que vivimos actualmente. Colotlán que fue grande entre sus vecinos, hoy se ve apocado y sumiso ante la avasalladora competencia comercial de Tlaltenango y Jerez. Culturalmente estamos igual de sumidos en el pozo.

Don Simón Navarro

Don Simón Navarro es una de las grandes personalidades del municipio de Colotlán, no solo por la enorme trayectoria que como comerciante ha tenido en nuestra comunidad, sino por la destacada actividad realizada a favor de la comunidad en múltiples ámbitos de su vida social y cívica. Don Simón Navarro fue presidente del Partido Revolucionario Institucional durante un periodo de 25 años, abarcando el gobierno de seis importantes gobernadores del estado de Jalisco. Fue miembro fundador de la Asociación de Charros de Colotlán, miembro de la Asociación Ganadera y destacado miembro de la comunidad agraria de este lugar. Nacido en el año de 1916, le toco vivir y participar en importantes momentos históricos de nuestro pueblo, así como conocer e incluso convivir de cerca con los actores principales de dichos eventos. Don Simón Navarro reconoce como un valor único e inestimable: La palabra de hombre cabal, virtud por la cual fue conocido y que le abrió muchas puertas, en el curso de su vida.

Don Simon Navarro: recuerdos


Yo nací el 28 de octubre del año 1916, mis padres fueron Encarnación Navarro y Petra Alejo. Mi padre trabajaba de vaquero con don Ángel Campos, un señor soltero, que era tío de los Ruizes: de don Ramón y don Rafael, que era el mayor. La mamá de ellos se llamaba Catalina y era hermana de don Ángel. Ellos eran los dueños de San Pedro, la Aguazarca, la Purísima, el Romerillo y también tenían un potrero en Tortugas. Mi papá trabajó con ese señor veinte años, y a la muerte de don Ángel, que fue a la edad de 80 años, les heredó un potrero a mi papa y otro a mi hermano Avelino. Mi papa murió muy joven, a resultas de una ulcera mal cuidada. Nosotros fuimos siete de familia, cuatro hombres y tres mujeres. Ya no quedamos más que Carmen, que vive en los Ángeles y un servidor. Mis otros hermanos: Avelino, Benjamín, José de Jesús, Aurelia y Herminia, la mamá de los Pinedo, son todos finados.

Yo estudie en Colotlán, pero me toco mala época, fue cuando la guerra de los cristeros. Lo que peleaba los de ese partido era que no hubiera escuelas y que no repartieran tierras. Era el partido del capital y el clero. Peleaban que no se repartieran tierras y que no hubiera educación. Muy poca escuela tuvimos nosotros. Mi papá pagaba una señorita que nos daba clases en una escuela privada, las maestras eran Lala de la Isla, Cuca Cortés y había otra Cuca del Real. Ellas formaron su escuela en donde hoy es la casa de don Salvador Mayorga. A esa escuela asistíamos mi hermano el güero y yo, además los Huerta; Luis Humberto, Isauro y Miguel. En esa escuela nos enseñaron las primeras letras, y a escondidas porque perseguían a los maestros. Allí se estudiaba primero, segundo y tercero de primaria, pero luego que se anivelaron las cosas y ya hubo escuela de gobierno, pos nos fuimos para allá. Las maestras se cambiaron también ellas. La primera escuela en la que estuvimos, fue en las tapias de Barragán, en donde es ahorita la terminal. Era una casona grande, vieja, allí las piezas que había buenas, la tomaron como salones y allí nos daban clases. Allí era de gobierno. De ahí nos cambiamos a donde es ahora el mercado, que era en ese entonces el curato. Vinieron de Guadalajara unos maestros y con las de aquí se formo la escuela. Las maestras de aquí, no estaban muy preparadas, pero si servían para los primeros grados. Ellas habían salido su primaria y eran muy listas. Yo no estudie sino hasta el segundo año de primaria, ya estaba yo grande y me dio vergüenza seguir en la escuela, así que mejor me puse a trabajar.

En esa época pasábamos una temporada en el rancho y otra en el pueblo, Sembrábamos, levantábamos la cosecha y nos veníamos al pueblo.

Y una vez me dijo don Mauro Huerta:-¿Qué vas a entrar a la escuela?

Ya le dije yo: -No, ya estoy grande, y no me gusta estar entre los que están ahorita en la escuela, en segundo, pues, están muy chiquillos todavía. Yo entrar a segundo, no ya no.

Me dice-¿Oye porque no me ayudas? -Yo tengo mucho trabajo: traer vacas, asistir los caballos, salir conmigo cuando salga yo a los ranchos.

Ya le dije yo que si -Si, si le ayudo, le dije.

¡Y oye¡, me dedique a eso y aprendí. Así comencé a trabajar con don Mauro Huerta, comprando ganado por los ranchos, era un señor muy listo, le faltaba una mano. El me contaba que el había perdido el brazo derecho de muy chico, en un ingenio de caña. Pero eso no le limitaba para nada. Yo le ensillaba el caballo y le ayudaba a subirse, el con todo y todo lazaba, Para tumbar un animal, ya agarrándolo de la cabeza otro, el lo tumbaba. La rienda la agarraba con la boca y sentaba en los dobleces de la soga y dejaba solo su lazada. El manejaba, en ese tiempo no había automáticos, así que metía la mano a las velocidades y con el antebrazo controlaba el volante. Tenía mucha fuerza en la mano, sacaba agua de los pozos, un bote de cuatro hojas. Le daba el tirón y con el pie agarraba la soga, hasta que sacaba el bote y lo vaciaba en la tina. Platicaba don Isauro Huerta que eran de la misma rama de don Victoriano Huerta.

Yo había tenido toda mi práctica en el rancho trabajando con animales. Cuando no salía al rancho, me decía vete allí al despacho con los muchachos a ayudarles, allí aprendí a despachar, cortar la carne. La venta de carne en aquel entonces no era mucha, Colotlán era un pueblo pequeño, el Centro, Acaponeta y las Canoas. En aquel entonces había tres o cuatro carnicerías: la de don Mauro Huerta, Auxilio Pérez, Antonio Flores y Tomás Veliz. Venía la gente de los ranchos a comprar carne. Dure dos años con el trabajando y ya decidí independizarme, ya conocía todo el negocio.

Ese año tiraron el mercado en la Plaza Corona, allí donde están los arcos, cerca de la Iglesia. Había puestecitos a los lados del mercado y medio callejón y había comercios a los dos lados. Entro David Leaños de presidente, y el dijo:

-El que quiera un puesto tiene que hacerlo de material porque ya de madera no.

Había un cucarachero que vieras nomás que cochino. David Leaños dio la orden que el que quisiera un puesto lo pidiera, para hacerlo de material de cuñon, de adobón, con su mostradorcito. -Ya luego, luego me apunte yo. Sacrifique unos animalitos que me había dejado mi papá e hice el puesto, que estaba pegada al lado norte, enfrente de con Luis Humberto. Los arcos de las entradas los habían puesto desde el año de 1916, que estuvo un coronel destacado en Colotlán y fue el quien hizo los arcos. Comencé a trabajar por mi cuenta, no pos bien, no daba tanto pero me sostenía. Creció mi hermano el güero que era el más chico, y me lo llevé al negocio. El aprendió el oficio y siguió el mismo matrimonio de la carnicería.

En el año cuarenta me fui contratado al norte, cuando las braceriadas y dure dos años allá, en San Francisco, un año en la vía del tren y el otro en Okland, en la reparación de carros en el pueblo. Yo iba con el fin de hacer unos centavitos, el güero se quedo la frente del despacho, y cuando regrese le dije:

-Mira ya ahora ya tenemos más modo de trabajar, ya traigo estos centavitos, para comprar ganado. Nos agarramos trabajando de socios. El en el puesto y yo afuera. Yo compraba los animales para matar, mataba y echaba la carne. El me pagaba la carne y a mi quedaba el cuero. Matábamos en el rastro viejo, que esta entre Zaragoza y Paseo. Comenzamos a trabajar duro, duro y ya con centavitos nos movíamos más. Todo ganadito que me sobraba, lo reparaba alquilaba un camión y lo llevaba a Aguascalientes. En ese tiempo estuvo muy buena la plaza de Torreón y llevaba ganado en camión. Catorce o quince reses. Por tierra llegue a ir a Guadalajara llevando cien reses. Hacíamos ocho días entre cuatro vaqueros. De aquí a Sánchez y de allí a Atolinga, agarraba todo el cordón de la sierra y bajaba la río de San Cristóbal. De allí todavía hacíamos dos días. A Aguascalientes lleve también una partida de cien reses. Ya para entonces traía movimiento, y mi hermano allí en la carnicería, le gusto mucho y era muy apegado a su trabajo. No salía a ninguna parte, no salía a fiestas. Yo fui de lo contrario, no me gusto el encierro allí, salía a comprar ganado, juntaba mi ganado y lo llevaba a vender. Cuando había fiestas también iba.

Don Simon Navarro: recuerdos


Con las ganancias de la ganadería le compre mi casa, en veinte mil pesos a don Rafael Raygoza, un señor del Carrizal, el le puso caballerizas y cebaderos para cincuenta puercos. Los caballos también me dieron mucho dinero. Yo los amansaba y los vendía. Cuando salíamos a Guadalajara, casi siempre allá se quedaban, me regresaba nomás con la silla. Yo los preparaba en el campo, los enseñaba a lazar, a colear a campo raso, a seguir animales. Cuando entraban aun lienzo, eran maestros. Para mi la charrería era un negocio. Todo lo que yo me ponía a hacer salía adelante. La gente me tenia mucha confianza, me soltaban un lote de ganado, sin pagares, ni recibos. Le digo a mi hijo Sergio, que el se ponga sus plazos que pueda cumplir, y nunca quede mal.

Una vez fue un señor con el que yo había hecho trato con unos animales, fue con don Alberto Macias, y le dijo:

-Don Alberto, sabe que Simón Navarro me compra los animales, nada mas que no tiene dinero. Se lo puedo fiar. Y le dijo don Alberto –Mira fíaselos y si no te los paga el, te los pago yo.

Don Alberto era consejero de la gente pobre, llegaban a preguntarle cuando tenían alguna consulta:

-don Alberto me vende una casa en tanto. –No, no vale tanto. –Don Alberto, quiero vender una casa, ¿Cómo cuanto valdrá?

Don Alberto tenia mucha voluntad para dar razón de cualquier cosa, era muy listo. El estaba al tanto de lo que valían las casas, el terreno, la hectárea de tierra. La gente lo procuraba cuando ocupaba un consejo.

Don Alberto fincaba a lo rustico sin tener ningún proyecto de hacer algo, el compraba el material a los ladrilleros al tiempo. En las aguas no había quien les comprara el material y el se los compraba barato. El después fincaba, nomás se le ponía:

-Hágame una barda aquí, un arco y una ventana acá. Don Alberto fue muy trabajador, muy honesto. Se abrió paso con el comercio e hizo fortuna. Llego a tener varios ranchos: La hierbabuena, el Carrizalillo y San Pascual, y los tres los tenía retacados de ganado. Más de 500 reses. El complementaba el rancho con la tienda. “El campo es pobre, pero a la larga es rico”.

Don Simon Navarro: recuerdos



Cuando ya se formó la asociación de charros aquí, ya ingrese yo. Don Fernando Ortega la formó, el era el presidente, Juventina Salazar fue la reina de la primera asociación, la fundadora: los miembros fueron Ubaldo González, mi hermano, Eliseo Navarro, Simón Navarro, Trino Márquez, don Rafael Haro, Rodrigo Ortega, don Julián Ortega, Dr. Maurilio Montañés, Elías Raygoza, Aurelio Huízar, Luis Humberto Huerta.

Don Adalberto Ortega, un hermano de don Fernando, tenía u hijo llamado Beto también, ese señor estaba en Guadalajara, y como era de campo pertenecía a la Asociación de Charros de Jalisco, los bigotones. Y en un congreso consiguió don Adalberto que dejaran a entrar al congreso a dos personas de Colotlán, de su familia. Nosotros no estábamos federados, pero con el respaldo de los charros de Jalisco, nos permitieron participar en el congreso. Fue entonces que me traje el, primer lugar en colas, porque yo hacia todo: Jineteaba, hacía el paso de la muerte, lazaba a pie, a caballo, coleaba. Nada más en colas no me pudieron ganar. En soga ellos floreaban más porque se dedicaban a eso. Nadie me pudo ganar, porque aunque muchos coleaban igual a mí, pero en el terreno no coleaban igual a mi. Yo coleaba en el metro a los treinta metros, a la mitad del lienzo. Los otros coleaban a los cuarenta a los cincuenta o apenas libraban los sesenta. Yo era muy rápido para colear, gracias a la práctica, la agilidad y lo delgado que estaba, pesaba setenta kilos. Para agarrar la cola me alagartaba poquito hacia delante y era ventajita que agarraba para accionar en un puro movimiento hacía todo, yo no perdía ni un segundo, cuando me levantaba a agarrar la cola, ya la pata iba detrás de la mano. Hacía los tres movimientos en unos solo: agarraba la cola, accionaba y cortaba el caballo todo junto. Los demás primero agarraban la cola y luego se acomodaban para accionar, perdían diez metros o veinte. Nosotros fuimos cuatro hermanos: Benjamín, Avelino, el güero y yo, y todos fuimos buenos para colear, pero ninguno me llegaban a mí. Antes de que se formara la asociación cobramos fama de agarrar una yegua bruta, un caballo, un toro bravo, en la barranca o en lo parejo. Yo agarre fama de asegurar el lazo, mismo entre mis hermanos, que me tenían mucha fe, pues casi no erraba lazo. Don Juan Antonio Díaz trajo un perro policía de los Estados Unidos, y don Nacho Moreno tuvo crías del perro, y yo le pedí a don Nacho una cría y me lo dejo. Lo empecé yo a sacar al campo y después era otro ayudante, para agarrar un animal ente el monte donde no se podía correr, yo le señalaba al animal que iba siguiendo y el perro lo agarraba. El perro lo mordía de las corvas y lo detenía. Ya cuándo el perro lo agarraba una vez o dos, el animal ya no corría y se dedicaba a cornarlo, ya llegaba yo y de cerquita lo lazaba.

El paso de la muerte yo lo hice desde antes de que se formará la Asociación de Charros. Vinieron en una ocasión unos charros profesionales de pago de acá de San Juan del Río. Y nos dieron una función en la plaza: lazaron a pie, hicieron el paso de la muerte, jinetearon yegua y novillo. A raíz de eso, habíamos unos aficionados entre ellos: Fernando Ortega (ese que mataron papá de Esthercita Ortega), Benjamín Ávila, Antonio Sánchez y yo. Fuimos con el presidente, Don Agustín de Ávila, en ese entonces no había terracería, pura brecha y los camiones se quedaban en unos lodazales que había allí en las Canoas, y se bajaba el pasaje a empujar el camión. Le dijimos al presidente:

-Queremos proponerle una cosa. Queremos hacer una charreada para hacer los que hicieron los Ordóñez, que vinieron a jinetear. Estamos cuatro aficionados y los fondos los queremos para empedrar allí en las canoas que se quedan allí los camiones atascados. El presidente nos hizo la propaganda y el día de la función, se lleno la plaza, por la admiración de que íbamos a hacer el paso de la muerte. El segundo domingo repetimos el cartel más otros charros, que también se cayeron. Yo tenía mi caballo más acondicionado que ellos. Don Benjamín de Ávila tenía una yegua muy bonita, y no se fue de clavadito. Otros caían en medio del caballo y otros no alcanzaban a llegar.

Cuando se formó la Asociación de Charros de Colotlán, yo era el pasador oficial. Salimos muchas veces a Guadalajara. Nos invitaron a Aguascalientes para una feria de 25 de abril y competimos allá y les ganamos. Vinieron de México de la Federación, desde Guadalajara y les ganamos. Casi a dondequiera que salíamos, casi siempre nos traíamos los primeros lugares. Estaba muy bien la asociación porque Armando me seguía muy de cerca, también era bueno. Elías Raygoza y Luis Humberto Huerta también eran buenos. Había muchos socios que eran honorarios, no participaban, ellos simpatizaban con el deporte, y nos ayudaban con ganado. Cuando venían los charros de Jalisco les organizábamos un rodeo con cien toros y les duraban dos días, les hacíamos baile en la noche y todo gratuito, todo lo pagábamos los de la asociación. Del aprecio que nos tenían allá todavía sigue, ahora en el torneo de mayo, gracias a las amistades que perduraban fue posible que le ayudaran a Simón, mi hijo, que era el presidente de la Asociación entonces, a conseguir todos esos equipos. En ese torneo vienen los mejores equipos y la gente de la región ve lo mejor de la Charreria. Toda la gente de la región se agasaja con ese torneo. Sergio, mi hijo, que es el presidente ahora, ya comenzó a conseguir los equipos para mayo.

En aquel entonces había mucha afición para los rodeos había en el Hepazote, en el Sauz Tostado, don Luis Mayorga hacia uno acá en la Laguna, en el Carrizal, en los Tenascos, Huacasco, y en muchas otras rancherías. Cuando se formo la primera Asociación de Charros, como había socios de los ranchos, en cada rancho hacíamos una práctica. En San Pedro estaba Fabio, Nacho Ortega, en el Hepazote, en el Sauz Tostado estaba Ramón Mayorga de socio. En los Tenascos, Benjamín de Ávila. En Huacasco, los Ortegas, Fernando y don Rodrigo. Así que cuando íbamos a Guadalajara estábamos bien entrenados.

La Asociación de charros de Colotlán se mantuvo en un alto nivel de calidad hasta los años ochenta. En la actualidad los muchachos ya no han podido alcanzar esos primeros lugares, ni siquiera aquí en Jalisco. Ni en las colas que era el fuerte de nosotros y para lo que nos se ocupa tanta preparación. Las asociaciones de charros ahora ya se basan a puro dinero, buscan los mejores lazadores, jinetes y los contratan para formar un equipo bueno de puras estrellas.

En septiembre era la temporada de los rodeos, el más famoso era el del día 14 de septiembre, que se hacía aquí en el barrio alto, en la calle del Centenario. Desde allá de San Lorenzo agarraban tres o cuatro cuadras, y clavaban palos en la quijada de la banqueta y nada más dejaban las banquetas para la gente. Se ponía la banqueta llena de gente, y los toros les pasaban aquí cerquitas. La gente parada viendo el rodeo, se llenaban de tierra las curras. Nada más el palco de las reinas en el otro extremo. Y por allí muy a la larga hacían rodeos de paga, para sacar fondos para las escuelas. Después de que se formo la Asociación de Charros de formó el lienzo de allá de Canoas.

Un día saliendo de una charreada, en un congreso charro en Zacatecas, andaba don Gabriel Campos, que es aficionado a la Charreria, el tenía a sus hijas en la escaramuza. Emocionados con lo mejor de la charrería le dije: -Oiga don Gabriel yo supe que usted en Jalapa les hizo un lienzo a los charros. -¿Porque no nos financia uno aquí? –Usted es de Colotlán, tiene muchos amigos aquí y pos nosotros hemos querido hacer un lienzo y no hemos podido. Hemos hecho rodeos de pago, se juntan centavitos y se acaban, hacemos rifas de animales y cada quien se queda con lo que consigue. Me dijo: -¿A ver que pienso?

Al día siguiente que nos venimos, me mando hablar y me dice: -He pensado lo que me dijiste y voy a ayudarles. Llama a los muchachos, y a todos los aficionados que quiero platicar con ellos. Estaban fungiendo los Pinedo de presidentes de la Asociación. Los Ortega, no dejaban de ser de a caballo. Nos juntamos y nos dice: -Les voy a ayudar, siempre y cuando Simón sea el presidente y yo el tesorero. Hizo una casa muy bonita en el terreno que les compraron a los Macias. Nada más termino la casa y comenzó con el lienzo, se trajo una camioneta del año para rifarse. Me dijo en cuantos números y que se los repartiera a todos los socios. Cite a los muchachos a una junta, y les dije: -Muchachos don Gabriel ya nos puso a trabajar, y solo de esa forma vamos a hacer nosotros algo. La primera camioneta se la gano Guillermo de la Isla, en total rifamos cuatro, otra de quedo también aquí en Colotlán con Poncho Lozano. Comenzamos a trabajar bien, a principios de año, traíamos 25 gentes trabajando. Don Gabriel quería inaugurar el lienzo para mayo, aunque fuera con una sola grada. Cuando don Gabriel le indico al Ingeniero Márquez que quería inaugurar en mayo, el dijo que no podía entregar en tan corto tiempo el lienzo.

A un muchacho de apellido Muñoz de Zacatecas, que se acababa de recibir de ingeniero le ofreció don Gabriel el trabajo, y el muchacho acepto: le terminó el trabajo en el mes de mayo y lo amolo con una muchacha. Don Gabriel les hizo la boda y la fiesta aquí en su casa.

Hubo entonces cambio de presidente y entró Fabio Ruiz Ortega y allí se continuo haciéndose una grada, otra el techo y se termino. Ahorita nos falta la luz, que no hemos puesto porque no nos conviene. Ya casi no le falta nada. Hace poco se pusieron los baños y los detalles que faltaban. Ahora que esta mi hijo Sergio de vuelta en la presidencia trae muchas ganas de trabajar, de modificar muchas cosas a favor del lienzo. Sale mucho dinero, pero también son muchos gastos y a veces mal organizados se van en pura perdidas. Se compra el ganado caro y se venden baratos. El con la experiencia que tiene va a ver si puede defender los centavos.

Un torneo como el de mayo implica muchos gastos, simplemente el hotel, las comidas y las cenas. Los charros que vienen no cobran honorarios, viene por le deporte, y le tiran a los premios: las monturas de cincuenta a sesenta mil pesos y los cintos que se le da a cada socio, de lo mejorcito. En ocasiones ellos piden apoyo para el arrastre del camión de los caballos. Se va a buscar disminuir los gastos en las cenas, encargándoselas a cada socio. En una casa particular se defiende mucho el dinero. Nosotros aquí de cajón siempre les hemos dado una cena o un almuerzo, a un equipo o a los finalistas.

Don Andrés Z. Barba fue el fundador de la Asociación de Charros de Jalisco en Guadalajara y luego siguió don Carlos Sánchez Llaguno y ahorita los puros hijos de Don Carlos: Oscar y todos esos que vienen hay yo los conozco. A raíz de que les hacíamos tanto cariño cuando venían, en ese tiempo estaban empezando y en colas estaban muy mal, muy atrasados. Porque rentaban ganado de a tiro corriente del rastro, ganado flaco, vaquillas. Venían aquí y aquí en la región era muy aficionada a la rodeo, y toda la gente tenía su toros especiales para cuando se hacían rodeos de cuota. De un año para otro, toros bien coleados. Cuando vinieron los de Guadalajara les hicimos su rodeo con cien toros, y ya les dijo don Armando y don Eliseo Navarro que eran los representantes.

Don Simon Navarro: recuerdos


El piteado aquí, yo de cuando empecé mandar a hacer trabajitos: cintos, chaparerras había un señor que se llamaba don Nicolás Orozco, abuelito de estos muchachos Macías. El papá de doña Maura, la esposa de Nicolás Macías. Era a don Nicolás a quien se los encargaba, pero eran trabajos sencillos, flores, cordones, fierros e iniciales. No había mucha afición a los trabajos muy cargados, aunque, desde luego que si había quien los pagara. Las monturas tampoco eran muy piteadas, tan solo un adornito en las cantinas o cordón alrededor. Nacho Quezada platica que el fue discípulo de don Nicolás Orozco. Poco a poco comenzaron a venir los artistas a mandar hacer sus cosas y yo creo que así también fueron creciendo las pretensiones en cuanto a la calidad, dibujo y tupido del bordado. Antonio Aguilar y Vicente Fernández fueron clientes importantes de Quezada. Mario de Santiago acaba de ir a una exposición a Monterrey a promocionar sus artículos. Vendió tres o cuatro monturas.

Don Simon Navarro: recuerdos




Éramos un grupo de muy buenos amigos, Cuco Raygoza, Agustinito, Ramoncito Ruiz y yo, nos juntábamos, muy serios todos, no nos daba por malditear, muy tranquilos todos y salíamos de acuerdo, íbamos y nos echábamos una cerveza, y de allí nos íbamos a cenar y cada quien a sus casa. Ramoncito era muy curioso, muy raro en su modo, hasta un poco trabajoso, le gustaba colear, pero no era muy bueno, cuando se hizo la asociación el ya no entro. Cuco era más serio. Decía cuco, ese ramoncito, le da uno un palmadita y le devuelve una guantada. Yo invitaba a Agustincillo de Ávila a colear, no era muy aficionado a la Charreria, pero el era muy amigo mío, el me tenía mucha buena voluntad, hasta me quedo debiendo un potrillo, ellos tenían un caballo fino, y un día me dijo: -Cuando vayamos a tuzar las yeguas te voy a regalar un potrillo, no pues ya lo mataron y ya no. Agustín se dedicaba al rancho, en la tienda tenía un tapanquito, decían las empleadas, que allá se subía a pasar el rato y que cuando murió que fue su mamá le encontró todas las fotos de las aventuras. El era muy enamorado, yo le conocí muchas novias, el tenía muchas enamoradas, no le faltaba quien le gustara. Pues a raíz de eso lo mataron. Andaba noviando con una Hindelisa, sobrina de Agustín de Olague, le decían Licha que todavía vive en los Estados Unidos. Andaban noviando Agustín y Manuel Lozano, el que mato a Agustín. Andaban los dos noviando con la misma. Agustín muy soberbio a cada rato le echaba malo a este muchacho Lozano, hasta que un día le canso la paciencia y le dijo a como me has amolado. –Vamonos echando fajos. Se citaron a matarse en la orilla. El otro le malició que si le daba ventajita. No pues de allí de donde esta la Holanda, allí estaba un billar de Cruz Fernández, allí andaban jugando y allí se citaron y se bajaron para abajo. Según eso que lo echo Manuel Lozano por delante, y entonces aquel dijo si nos vamos más abajo, a lo mejor en la mala me madruga. Llegando a la Marcos Escobedo, nomás dio vuelta Agustín y le metió balazos. Si no le madruga también el otro, iba pensando lo mismo. Don Agustín era presidente en ese tiempo, y le acabo el hijo, el único heredero. Total que ya cuando falto, dejo don Agustín los pleitos, Ramoncito con el Pille, y luego la hija de Agustinillo que supuestamente Javier Aldana andaba peleando los derechos de ella. Agustinillo había tenido esa hija con Rosa Cornejo. Ella había sido la querida de él, pero cuando murió Agustinito, dicen que don Agustín siguió con ella. Don Agustín grande también era enamorado. Merceditas era la esposa de don Agustín, y dos muchachas Ortegas estaban con ella: Lola y Rosita. Me acuerdo porque Doña Jesusita la hermana de don Ángel el dueño de allí del rancho de la Trinidad, me mandaba a llevarles bocaditos, y las conocí bien. Todo el tiempo que las conocí allí en la casa, ayudándole a doña Merceditas al hogar.

Don Simon Navarro: recuerdos




Mi esposa Estela fue dependienta de Don Agustín y que la mandaban a la casa por feria a veces, y que le decía: - Dile a Merceditas que me mande tanto. Guardaban el dinero en una alacena, en donde estaba los montones de pesos, monedas de plata. A veces doña Merceditas estaba ocupada y le decía: estela abre la alacena y llévate lo que te encargo Don Agustín. Ella trabajo algunos años con ellos y le tenían mucha confianza. En aquel entonces todas las monedas era de oro y plata. Decían que don José de Jesús Moreno, que cuando murió don Agustín lo veían que echaba viajes sacando el dinero. Probablemente el dinero de las petaquillas, y de la alacena.

Decía que don Agustín de primero le dejaba monedas por allí, para probar su honestidad. Ella allí duro muchos años trabajando y la querían bien. Se llegó el tempo en que se acabaron todos. La primera que murió fue ella, Merceditas. Decía Estela que le preguntaba doña Merceditas -¿Oye es cierto que allí sabe ir a pedir una mujer que se llama Rosa Cornejo? -No, señora yo no se. Pues hay te encargo, que si va me platiques. Estela nunca le dijo que Rosa Cornejo iba a la tienda y pedía como dueña, y que la otra empleada estaba ya de encargo de que la atendiera. Se llevaba una bolsona de cosas. Rosa Cornejo era una mujer bonita. Don Agustín le daba todo lo que pedía.

La Estancia de García, su rancho. Tenía don Agustín otra querida que le decían la treinta- treinta, una mujer muy machetona que había andado en la revolución. Esa señora tenía un hijo que fue el que mato a Tito Saucedo en las huertas. Andaban jugando al brinco de la sortija a caballo. Andaba el hijo de la treinta-treinta brincando a caballo. El señoron también se daba lija, porque era casi hijo de don Agustín, andaba bien vestido y con buen caballo. La mamá de Tito era hermana de don Agustín y Tito le tenía recelo al muchacho, porque ellos eran de la casa de don Agustín y el otro andaba mejor arreglado que ellos y el muy malora cuando el otro andaba brincando le aventaba de limazos hasta que lo canso y le metió de balazos. Lo apresaron y mandaron a Guadalajara donde supongo que cumplió su sentencia, pero yo nunca lo volví a ver.

Don Simon Navarro: recuerdos




La familia de Rosa Ortega, la esposa de Ramón Ruiz, tenía ella un hermano que se llamaba Kiko Ortega, su papá se llamaba Pancho tenía un rancho en el alto y después se avecindaron aquí. Pepa era muy católica y anduvo mucho con lo de la religión. Eran mujeres de mucho arranque. Rosita era muy lista para el negocio. Don Ramón era ranchero y se dedicaba nomás al rancho, ella le dio por el comercio, ya después ella era la que llevaba todo. El rancho por si es malo, porque ese da producto a la larga, si siembra pues a la larga , o si se cría ganado da dinero pero a la larga. Pero con la tienda que puso Rosita, no pues ya se sostuvo bien el rancho, de allí agarraban dinero para los gastos. Ya cuando se vendía ganado ya se alivianaban bien. Trabajaron bien y ella era muy lista para el comercio, además tenían un bonito local allí en los portales. Ella fue muy lista, traía mucha mercadería de buen gusto. Muy bonita mujer, blanca ella, muy bien parecida.

Don Simon Navarro: recuerdos


Flavio Alejo, no era hijo de matrimonio, el era hijo natural. Ya cuando murieron los dos Santiaguitos el grande y el chico, le quedo la herencia a Flavio. La mayoría de las huertas de Chihuahua era de ellos, el rancho de los Vallecitos, además decían que tenían mucho dinero en efectivo. Ya cuando murió Santiago chico, ya reconocieron a Flavio como hijo de don Santiago y el se quedó con la herencia de todo. Y como luego dicen:

“Lo que poco cuesta, buen recaudo” el empezó a gastar, estaba joven el muchacho, por hay unos veinticinco años con ganas de todo y privado de todo, cuando vivían los Santiagos grandes mal le daban para sus gastos, su escuela. Lo tenían a raya, murieron los dos y le soltaron la herencia, fue el heredero universal y empezó a gaste y gaste y ándale que se acabo todo. El primero paso que dio fue ir a sacar un depósito de dinero que tenía don Santiago y lo sacó y no se vino a Colotlán, andaba en un carro convertible del año y con mucho dinero para gastar. Se fue a Acapulco, en ese tiempo andaba la Tongolele en su época y se la llevo de planta para ir a Acapulco, De allá nos mandaba el tarjetitas a los amigos y conocidos. Nos mandaba decir:

“Acá en Acapulco pura mendiga vida”

Pues ya que vino a Colotlán y siguió: allí en la huerta de la primavera la arreglo bien, hizo un kiosco para los músicos y hacía tardeadas los domingos para los amigos. No era gratuito pero lo hizo allí como para divertirse. No como negocio, no ocupaba nada, tenía mucho dinero. Agarro la orilla y acabo con todo. Vieras que raro, tenía mucho ganado y a los parientes que éramos los Huerta y yo. Nunca nos vendió una vaca, ni un animal. Sabes quien fue el heredero, el papa de Jesús Álvarez, se llamaba José y tenía una carnicería, y a ese le vendía. Se le acababa el dinero a Flavio en la noche e iba y le pedía: -Présteme cien pesos, don José. Flavio le daba una boleta para el vaquero: -Sr. Lares entréguele a don José Álvarez tal cantidad de vacas. Iba don José con el vaquero al rancho y en lugar de traerse dos, se traía cuatro. Le daba su untada al vaquero. No pues rápido se acabo el ganado. Un capital nomás ruyendosele pues que tanto se dilata. No se te decir que tantos años duro gastando, pero pronto se acabo.

Estaba una vez Flavio con sus amigos tomando en una cantina, y llegó el recaudador de rentas con un papelito, en el que se le notificaba que tenía atraso en el pago del predial de un potrerito que estaba arriba de los vallecitos, a nombre de don Santiago. Flavio creía que ya había acabado con toda la herencia y hasta se enojo y dijo: -Hombre, yo queriendo acabar con el capital, y me traen todavía esto. De allí se fue para con don José Álvarez que era su cliente, y a el se lo vendió. Ese fue el último terreno que vendió y de allí se fue para Estados Unidos. Decía mi hermano Benjamín que allá lo veía, que estaba en un Restaurante en California y que le decían de Colotlán y que maldecía la hora. Imagínate tan rico y haber acabado con todo. Don Felipe Muro casi el se quedo con todas las huertas. Don Jesús Sánchez se quedo con el rancho de los vallecitos. El vendió todo muy barato. La casa de los Santiago, se la escrituro a su esposa Conchita Lozano, hija de Don Demetrio Lozano. Ya estando en los Estados Unidos se la vendió ella a don Luis Huízar. Flavio se dio la gran vida, no le quedo ni que desear, se paso con las artistas más populares, las estrellas del cine, los mejores carros. El fue también miembro de la Asociación de Charros, lo juntamos ahí, se vestía muy bien, buenos caballos. El no era de a caballo, el no sabía nada de Charreria pero hay andaba en la bola. Íbamos que a las giras y lo llevábamos. El lo que quería era divertirse, en una ocasión en que nos invitaron a una boda, en Huejuquilla el Alto, don Reinaldo Armas, un señor muy rico y nos invitó a la asociación de Charros de Colotlán, unos quince nosotros. Flavio Alejo, bien vestido y joven, pues tenía pegue allá, hasta se hizo una novia. Vinieron los Charros de Jalisco a apadrinarlo, ellos se vinieron en un camión, por el rumbo de Fresnillo. Era como una feria, el primer día la Iglesia, comida y siguió de baile. Al día siguiente la Charreria, rodeo en el campo, el siguiente pialadero, comida y día de campo. Nosotros duramos creo que cuatro días y el festejo siguió. Nos tenían una casa y en la mañana llegaban los que nos atendían y nos llevaban una botella y la canela bien caliente. Cuando se levantaba uno ya estaba bien curado. Había una casa donde mataban los animales y le servían a uno de comer, birria, menudo, chicharrón, carnitas. Total de que nos dimos vuelo en esa boda y como nos divertimos, acordándome que también a Flavio le toco.

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Conocí a Rosendo, Manuel, Toño. Rosendo y yo somos de una edad y fuimos compañeros de la escuela. El se caso con una muchacha rica, la única hija de don Eufemiano, del otro cañón de las guayabas, de acá de Aguascalientes. Le gustaba vestirse de charro y alternaba con los artistas, con los meros, meros. Se acabo todo y se fue a México. En nuestros tiempos cuando salíamos de la escuela ensillábamos, dábamos la vuelta en la tarde, íbamos por unas vacas. El no era muy bueno para charrear, pero siempre muy arreglado. Su papá tenía un rancho para el Cerro del Pisiete, en el Sauz de los Márquez tenían casa. La familia de ellos eran del Sauz de los Márquez, ellos eran los más acomodados. Había un Rogaciano que se vestía plateado todo, muy de a caballo. Don Rosendo era alto, fornido, siempre vestía de charro. Pantalón entallado, con sombrero grande. Las hermanas de don Rosendo si las conocí eran unas mujeres muy hermosas. Una de ellas se caso con un señor de Guadalajara, muy rico. Don Rosendo grande tenía un hotelito en el Portal, de dos pisos. Estaba enseguida de con don Ramón Ruiz. El allí murió y dicen que Lilia la mujer que se atendía con el hotelito ella se quedo con el dinero en efectivo que tenía y compró e hizo el hotel Morelos, el estaba solo, no vivía con la familia (el nunca se caso, nada más hizo vida con la hija de don Eufemiamo Escalera). Dicen que la familia escarbando acá en la casa, buscando el dinero. Cada vez que venía Rosendo, ponía a gente a escarbar en su casa. Su casa era donde tiene Antonio ahorita su casa. Dice el dicho que:

“Los ricos entierran el dinero, los afortunados los hallan y los pendejos los buscan”

Ese tesoro de don Rosendo era grande, tenía oro, y mucha plata. Era un hombre serio y sin vicios. Yo no lo conocí tomando o fumando, un señor muy arreglado, sin defectos. Pasaba temporadas en el rancho y otras en Colotlán. Los hermanos si eran jugadores, Rogaciano y otro, que perdieron la fortuna en el juego.

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Don Agustín Rivera fue presidente de Colotlán, el fue líder agrario y como le bajaba gente de los altos a los políticos, cuando se trataba de mitin, les bajaba 50 personas a caballo era un escándalo. Los políticos a los de acá del Carrizal todo el tiempo los tenían en primer lugar para presidentes municipales: de los presidentes municipales de Colotlán del alto fueron: don Agustín Rivera, su hermano Guadalupe Rivera, Secundino Márquez. David Leaños, que fue cuando yo hice el puesto en el mercado. Ese partido, nomás llegaban los políticos y se ofrecía les bajaban gente para los mítines y todo y les daban el lugar a ellos. Cuando le toco al sector popular ser la autoridad aquí, cuando fue don Segundo Ortega presidente, como ya les habían matado a don Agustín, lo criminaron, el mismo partido de Colotlán que era abigeato, que robaba ganado y lo aprendieron y al subirlo al juzgado en las escaleras lo mataron por la espalda. Porque eran dos grupos, el de aquí de Colotlán y el de los altos. Se quedo don Segundo Ortega de presidente, y don Paco Huízar que era el cerebro del grupo, el era profesor, el andaba junto con don Segundo, cuando aquellos por venganza vinieron del alto, formaron un piquete de hombres y vinieron a matar a los dos. Y allí en la plaza en una nevería los mataron a los dos. Se puso tan duro, muy fea la cosa por esa época. Mi hermano Avelino en ese tiempo andaba con los de aquí del pueblo en la política, todavía no pertenecía al sector agrario, pertenecía al sector popular. Los lideres de aquí eran los Moreno: don José de Jesús y don Adolfo, los dos fueron presidentes. Un Antonio Ramos Arechiga, el era el juez, estaba el gobierno aquí por ellos. Con esa revoltura y con esas muertes se fue desvaneciendo poco a poco el partido de Colotlán. Siguieron los del Carrizal figurando aquí. Además como a los políticos les convenía porque arrastraban mucha gente

Don Simon Navarro: recuerdos


Cuando yo entre como presidente del partido, ya estaban las cosas más o menos normales, y entonces mi hermano agarró el pandero con el sector agrario. El no pudo sobrevivir más con el partido de aquí, porque se habían puesto las cosas tan difíciles con el sector del campo, que el ya no pudo sino el ya dio por adherirse al sector agrario. Como el era muy gastador, lo que le dejo don Ángel en el rancho de la trinidad, le dejo un potrero y se lo acabo, le dejo el ganado y caballos, y también se los acabo. El quedo en cero económicamente, y el muy listo dijo: -¿Pues que estoy haciendo acá?,-si no tengo capital, tierras, ni nada. El se cambio al partido campesino y los lidereo, y luego empezó a liderear al sector agrario y fue su muerte también, porque a consecuencia de eso lo mandaron matar, los del capital. El estaba muy empapado en eso, la ley agraria la conocía la revés y al derecho. El era un peligro para la gente que tenía intereses.

Avelino primero perteneció al partido de la gente de dinero de Colotlán, porque don Ángel Campos, que no tenia familia, adopto a Avelino, que era el mayor de nosotros. El se entendió de vestido, de la escuela. Así que Avelino se crió en un ambiente como de rico, cuando empezó a colear le dio buen caballo, buena silla, buena ropa. Cuando falleció lo heredo a el y a mi papá. Hizo como seis o siete partes de lo que tenia, a las tres hermanas de don Ramón y de don Rafael, a su propia hermana, Jesusita, mi papá y Avelino. A los sobrino hombres no les dio nada. Mi papa duro veinte años trabajando con el. Cuando estaba don Ángel nuevo, iban a la sierra y hacían un mes para ir a comprar ganado. En ese tiempo había pocos huicholes que hablaran español, y se agarraban un guía huichol que les sirviera de interprete y los llevara a los ranchos a comprar ganado. La Casa de la Guerrero, enfrente de con mi hermano el güero, esa era la casa de don Ángel Campos, le dejo la mitad de la casa a Avelino y la otra mitad a al hermana. La partieron y a mi hermana le toco por la Juárez, el le vendió a don Lauro Martínez, el hizo un cine mudo allí. Mi hermano como estaba acostumbrado a gastar, era un apersona muy alegre, le gustaba la música, le gustaba tomar, pero no le gustaba pelear, no buscaba pleito. Nunca andaba buscando pleito, y era muy valiente de buenos nervios. En la cantina les seguía la corriente a los borrachos. Cuando no tenia dinero, no se paraba en la cantina, no le gustaba que le dieran, o ir esperanzado a que el dieran. El fue como hijo de rico. Cuando lo heredaron que murió don Ángel, comenzó a vender una cosa y otra y otra, hasta que se quedo sin nada. Entonces se fue a Guadalajara a trabajar allá. Pero pues no estaba acostumbrado, no se amaino a trabajar y se regreso de vuelta. Fue entonces que ingreso al grupo de los ejidatarios y al rato ya era comisariado. No tuvo escuela, pero era muy listo y muy amigable. En un rodeo que hubo en el Hepazote fuimos los dos, apenas había pasado la guerra cristera, yo tendría unos doce años y ya anduvieron coleando allí y el comisariado del ejido Colotlán vivía allá, se llamaba Manuel de León y ya se hicieron amigos, y le dijo don Manuel: -Avelino no te gustaría entrar a nuestro grupo. Ya para entonces no tenia nada, y le contesto: -Lo voy a pensar.

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El primer reparto de tierras al ejido Colotlán, nos lo dieron por allí por 1925, nos dotaron de tierras por los Bajíos: en el Zapote, el Hepazote, Casallante, Saucillo de Pérez, los Bajíos, que eran en buena parte de don Agustín. En el año de 1950, el presidente Ruiz Cortinez nos dio una ampliación, en esta segunda fue cuando nos repartieron las tierras de don Agustín de Ávila del Cerrito de la Cruz. A mi me toco al otro lado del río. Mi hermano Avelino fue el que lucho eso, el era muy apegado a la causa, fue el quien solicitó la ampliación para la comunidad de Colotlán, en ese tiempo era presidente municipal, don Agustín de Ávila, por lo que hubo muchas trabas para conseguir los datos y documentos que les pedían de México. Avelino no se como le hacía, pero todo les llevaba, los testigos de que don Agustín era muy rico, que tenía muchas propiedades en el estado de Zacatecas. En la comisión agraria lo traían a puras vueltas:

-Venga la semana próxima, regrese el lunes. Imagínese y sin fondos.

El de plano decidió mejor instalarse en México, consiguió un puesto en una colonia de ejidatarios y allí instaló su despacho. El venía a Colotlán y se llevaba chorizo, adobada, carne seca, queso y lo vendía en su negocio. Ya después se le hacía mejor el negocio que andar litigando. Avelino se sostuvo allá con su negocio, así que si lo citaban dos o tres veces por semana en la agraria, allí estaba el puntual. Así les arrimo todos los datos que ocupaban. Avelino, cuando nació Chon se hizo compadre un periodista de nombre Salvador Camelo. Este compadre una vez le dijo: Mira compadre para que nos hacemos pendejos, todos sabemos que para todo se ocupa dinero. Anda a tu tierra y colecta dinero para hacerle un desayuno al presidente, para que nos ayude. Se vino para Colotlán y citó a una asamblea, en donde les planteó la cuestión y cotizó a todos. El periodista de confianza del presidente, arreglo el desayuno y se sentó junto al presidente y después Avelino. Cuando Camelo consideró oportuno abordó la cuestión y le dijo a Ruiz Cortinez:

-Sr. presidente a propósito de lo que estamos platicando es de que el departamento agrario es una cueva de ladrones, el presidente le pregunto que porque decía eso. –entonces le presento a mi hermano Avelino y le dijo.

–Mire aquí el compañero Avelino, tiene tantos años peleando, ya les trajo los datos que le pidieron y nada más lo están robando con dinero, cada vez que viene con sacrificio, le piden y le piden, sin que se llegue el día de que les repartan las tierras. El presidente agarró el lapicero y le hizo una notita al responsable del departamento agrario.

–Atiende al Sr. Navarro lo más pronto posible. Ya después de eso andaban hasta detrás de el, iban al despacho y le decían:

–Oye Avelino pues cuando nos vamos. Ya Avelino les fijo una fecha. Antes de venirse su compadre Salvador Camelo le dijo:

-Mira, yo me puse en este plan porque yo se que tu no eres un pendejo. No vayas a dejar que hable don Agustín con el ingeniero, porque si habla con el has de cuenta tu que ya no hubo nada. Nada más le da su untada, y el ingeniero va a decir que no hay meritos para el reparto. Me cuidas al ingeniero has de cuenta que es un señorita, no lo dejes hablar con nadie y mucho menos a solas. Antes de que llegaran de México don Agustín iba a cada rato a preguntar si no había llegado el ingeniero fulano, de allá le soplaron que estaba por llegar. El primer día se lo escondieron y al día siguiente Avelino mando llamar a todos sus ejidatario y desde temprano los estaban esperando en la esquina y ya se fueron para acá para arriba donde estaba el terreno. Cuando llegó don Agustín ya andaban repartiendo la tierra, y hablo el ingeniero con él, y le pidió que firmara de conformidad, pues ya andaban repartiendo la tierra. Si no firmaba era la misma ya estaba todo echo. Don Agustín firmó y se acabo el pleito. Avelino se fue a México a pelear por la tierra y finalmente le gano el pleito a don Agustín que era un hombre muy rico y en ese tiempo el presidente municipal. Cuando murió don Agustín, la herencia se volvió nada en pleitos, siquiera de esa forma les alcanzo un pedazo de tierra a los campesinos. Se beneficiaron veinte ejidatarios con parcelas de 3 hectáreas. Al otro lado del río nos acomodamos mi hermano Avelino y yo.

Mi hermano agarro tan a pecho la causa, que defendía a todos los ejidatarios de toda la región, tenia amigos por todo la zona norte. Tenia de amigos incluso una comunidad de tepehuanos. A todos les ayudaba con sus problemas, y los tomaba como propios. Iba a México a Guadalajara y a donde se ocupara a realizar trámites y solicitudes. Al ultimo le tenia que salir con dinero, todo el tiempo le ponía yo contaba Avelino . El era muy derecho, don Agustín le mando ofrecer dinero y no le acepto nada, hacia por ayudar a la gente. Cuando empezó el pleito tenía un hijo, y cuando gano ya tenía cuatro.

Avelino movía a todas la comunidades de la región, los citaba a mítines, iban a comisiones a Guadalajara, don Santiago Márquez tuvo problemas aquí en la de San Juan de Potreros, total de que tenia cita en el juzgado, el juez en ese tiempo era Bernardo Martínez, que tenia muchos años aquí, su lema era atender al rico con todas las atenciones y al pobre con la punta del pie. Le dijo don Santiago a Avelino:

-Fíjate que me citaron al juzgado, y ya ves como es recio el licenciado Martínez con la gente de abajo. Le contesto Avelino: -Yo voy contigo.

Llegaron al juzgado y el Lic. Le llamo la atención a Avelino: -Oye Avelino tu no tienes vela en este entierro. Y Avelino le contesto: -Efectivamente licenciado, en realidad yo no tengo. Nada más que aquí el compañero me invito a acompañarlo, porque usted nada mas llega una persona de categoría y usted se deshace en atenderlos, pero llega un pobre y los asusta y hasta les grita, yo nada mas vine a eso vine, a hacerle notar que usted trata muy mal a la gente de abajo.

El licenciado le contesto: -No Avelino, que esperanzas,¿en que les puedo servirles?
Después me platicaba don Santiago, que el nada mas temblaba, pensando de aquí nos mandan a la cárcel.

Avelino utilizaba su valor en la causa, entrega que le costo la vida, el nunca dio su brazo a torcer, no se vendió, les ayudo y gracias a el esta la comunidad esa.

Después que falto Avelino: Pancho Gandara, Emilio Díaz, José Mota del Hepazote, Cruz Díaz, Miguel Haro, fueron algunos de los comisariados que retomaron el liderazgo

En otra de las ampliaciones, la que fue del Ochotal, que pertenecía a Zenaido Álvarez. Mi hermano Avelino era el presidente del ejido, entonces ya el no admitió a los otros que se adhirieron al grupo. Les dijo:

-Ustedes pidieron, ustedes peleen solos. Porque al aceptarlos a ellos en la comunidad, tenían que ayudarlos a ellos con los gastos. Y les dijo:

-No hay ustedes arréglense solos y si ganan bueno. Si les toco, si le quitaron don –Zenaido el Ochotal, eran unas doscientas hectáreas. Están allí los Huerta y los Ríos, los talabarteros. Ya que ganaron se juntaron al ejido Colotlán.

El vivía al otro lado del río y ya le habían quitado a don Agustín de Ávila, fue por el año de 1968, había un puente colgante de tablas hacia donde esta el rastro. Eran las aguas, y estaba el río grande y el no pasaba por otro lado, más de por el puente. Era persona respetuosa, era persona de valor y siempre andaba armado. Lo esperaron al otro lado del río detrás de un lienzo, y con pistola 45, lo balacearon, ya cuándo ya había bajado del puente. No murió luego, no más lo tumbaron, le dieron un soslayon por aquí que no fue de peligro y en una pierna el otro, pero si lo tumbaron. Vinieron avisarnos del otro lado del río, que estaba herido, y ya nos fuimos con el Dr. Leyva y nos lo llevamos, lo vendo para que no se desangrara y nos lo trajimos. Lo pasamos el río en una camilla y lo llevamos Zacatecas. Lo alcanzaron a operar, y después murió. El general Anacleto López fue el que intervino para la muerte de él; López defendía los intereses del capital, el se entendía con toda la zona. Le fueron y le contaron el chisme que Avelino había expedido un periódico en el que lo acusaba de haber robado ganado durante la revolución; iba para abajo con un piquete de soldados y se regresaba con una redada de ganado, cien reses o más. “Ustedes son cristeros , verdad y arriaba con el ganado.” Le enseñaron un periódico que ellos mismos habían echo a propósito, le dijeron que ya no hallaban que hacer con Avelino:

- “Si a don Agustín de Ávila que era el presidente, ya les quito, imagínense lo que era con nosotros”

–No se apuren, yo les mando quien, y ustedes nada más les dicen donde vive y donde pasa y ya.”.

A mi hermano lo pusieron en ese plan, y el viejo con el poder, y luego así como era de asesino y de matón. Se puso de acuerdo con algunas personas adoloridas de aquí. Si supieron hacerla bien. Entonces ya, el mando los soldados y aquí hubo quien los dirigiera. Además a Avelino siempre se desvelaba, le gustaba tomar por ahí, y se iba a su casa a deshoras. Esa vez fue por allí como a las ocho de la noche. Dos de su hijos estaban estudiando, Chon y Miguel Ángel estaban ya en la preparatoria. Avelino tuvo mucha influencia en México, hubo un diputado federal, por influencia de él le consiguió la beca a Chon y estaba estudiando. Cuando mataron a mi hermano ya se vino Chon a hacerse cargo de la familia, ya no quiso regresarse a estudiar. El era el más grande de veinte o veintidós años. No le quedo otra más de trabajar en el campo.

Entre los amigos de Avelino, se encontraba Luis Alfonso Aldana, hijo de la primer familia de don Francisco Aldana, padre también del pille. Tenia como amigo a Nacho Moreno, papa de Benjamín Moreno, y esposo de Conchita de León, hermana de don Carlos de León. Ellos son dueños de un lote en Lomas de la Cruz, que le vendió don Agustín a don Nacho antes de que le afectaran los ejidatarios.

Don Simon Navarro: recuerdos







Don Pascual Rodríguez, ese señor era del Carrizal, el refaccionaba con dinero a los ganaderos. Tenia el hermano pobre, porque era jugador, la baraja, y vicioso y murió joven, quedando don Pascual al frente de los sobrinos. Se trajo a Elías y a Cuco aquí a la Escuela. Pero a Elías no le gusto la escuela y se les fue huido al Carrizal. Cuco si se quedo aquí, terminó su primaria y lo mando a hacer su secundaria a Zacatecas. Cuco era listo y salió bien preparadito, de allí le vino que cuando fue presidente tenía mucha visión para trabajar. Persona muy seria y responsable.

Cuco Raygoza, no esta incluido como del grupo del Carrizal, cuando yo lo elegí el ya estaba incluido como aquí de Colotlán. La política aquella del Carrizal y de los matones ya se había acabado. Yo a Cuco lo elegí, porque éramos amigos y yo era presidente del partido, yo estuvo veinticinco años como presidente del partido. Me decían tu encabeza la planilla, pero a mi no me interesaba porque el presupuesto en ese entonces era muy raquítico. De Guadalajara mandaba lo que querían. Yo conocí mucho de política, porque fui presidente del partido 25 años, y no me querían quitar porque yo controlaba la gente de los ranchos. Yo y mi hermano Avelino controlábamos a todas las comunidades. Desde que fue gobernador Don Juan Gil Preciado, con Agustín Yañez, don Panchito Orozco Romero, fueron cinco gobernadores con los que me toco ser presidente del partido. Yo el entregue el partido a un profesor Arellano. Se me facilitaba porque tenía amigos en todas las comunidades. Junto con mi hermano Avelino que era líder agrario, era más fácil acarrear al gente en las campañas. Yo nunca busque la presidencia, no me gusto. Porque esta uno jodido, pobre, ocupa uno trabajar. Cuando esta uno allí esta bien. Pero cuando sale uno, buscar que le compren un kilo de carne, si se echa malo uno con todo el mundo. Porque allí se ocupa ser enérgico para ejecutar. Estando allí ni modo de hacerle el favor a todos. Entonces que esta uno haciendo allí si no esta corrigiendo las cosas mal echas. Por eso a mi no me gusto, mejor les ayudo acá afuera en lo que pueda, y les sirvo mas que adentro.

Don Simon Navarro: recuerdos



A Cuco yo lo descubrí, era un hombre muy apartado, el se pasaba en su casa leyendo, el no salía mas que en la tarde, en la noche, se iba allí conmigo para cerrar el puesto, e irnos a cenar, éramos contados los amigos del él y míos. Fíjate eran Ramoncito Ruiz, Agustín de Ávila, Cuco Raygoza y yo, no recuerdo cual otro. Como unos cinco, iguales en el modo de pensar, muy apartados, no nos gustaba entrar a las cantinas. Por allí nos echábamos una cerveza, para ir a cenar y ya. Por allí por el cincuenta, todavía no había luz, ni drenaje, y me mandaron pedir del partido una lista de personas idóneas para la presidencia de Colotlán. Le dije a Cuco:

–Oye Cuco me mandan pedir una lista de personas idóneas para la presidencia. –Como ves no jalas.

Me dijo Cuco-No, yo no, no me gusta eso.

–Oye, pero si es una representación, para la que tú puedes. Ni modo que digas que no tienes tiempo. Si no haces nada en todo el día. Además tu estas preparado. Le dije:

-Mira a mi no me gusta eso, porque no estoy preparado. Ni siquiera para hablar o leer. Leo a regañadientes, pero ya para leer un discurso, pues no puedo. De memoria, lo que la vida me ha enseñado. En las comunidades yo ya les dirigía unas palabras, lo que yo había vivido, la revolución, los principios del partido, de eso si les hablaba yo.

Y de veras el era muy apartado, se metía ala casa y no salía, nada más leyendo. Que esperanzas, que en una cantina, de vago, de música. Nada. Por eso a mi se me hacía que era buen presidente. Lo convencí y fue la primera vez que fue presidente. Y nos dio buena cala porque fue el que anduvo empezando para la luz, drenaje y la presidencia, que también la hizo. Nos salió buen presidente, y lo reeligieron dos veces más. La gente estuvo muy contento con el.