Don Simon Navarro: recuerdos
Conocí a Rosendo, Manuel, Toño. Rosendo y yo somos de una edad y fuimos compañeros de la escuela. El se caso con una muchacha rica, la única hija de don Eufemiano, del otro cañón de las guayabas, de acá de Aguascalientes. Le gustaba vestirse de charro y alternaba con los artistas, con los meros, meros. Se acabo todo y se fue a México. En nuestros tiempos cuando salíamos de la escuela ensillábamos, dábamos la vuelta en la tarde, íbamos por unas vacas. El no era muy bueno para charrear, pero siempre muy arreglado. Su papá tenía un rancho para el Cerro del Pisiete, en el Sauz de los Márquez tenían casa. La familia de ellos eran del Sauz de los Márquez, ellos eran los más acomodados. Había un Rogaciano que se vestía plateado todo, muy de a caballo. Don Rosendo era alto, fornido, siempre vestía de charro. Pantalón entallado, con sombrero grande. Las hermanas de don Rosendo si las conocí eran unas mujeres muy hermosas. Una de ellas se caso con un señor de Guadalajara, muy rico. Don Rosendo grande tenía un hotelito en el Portal, de dos pisos. Estaba enseguida de con don Ramón Ruiz. El allí murió y dicen que Lilia la mujer que se atendía con el hotelito ella se quedo con el dinero en efectivo que tenía y compró e hizo el hotel Morelos, el estaba solo, no vivía con la familia (el nunca se caso, nada más hizo vida con la hija de don Eufemiamo Escalera). Dicen que la familia escarbando acá en la casa, buscando el dinero. Cada vez que venía Rosendo, ponía a gente a escarbar en su casa. Su casa era donde tiene Antonio ahorita su casa. Dice el dicho que:
“Los ricos entierran el dinero, los afortunados los hallan y los pendejos los buscan”
Ese tesoro de don Rosendo era grande, tenía oro, y mucha plata. Era un hombre serio y sin vicios. Yo no lo conocí tomando o fumando, un señor muy arreglado, sin defectos. Pasaba temporadas en el rancho y otras en Colotlán. Los hermanos si eran jugadores, Rogaciano y otro, que perdieron la fortuna en el juego.
“Los ricos entierran el dinero, los afortunados los hallan y los pendejos los buscan”
Ese tesoro de don Rosendo era grande, tenía oro, y mucha plata. Era un hombre serio y sin vicios. Yo no lo conocí tomando o fumando, un señor muy arreglado, sin defectos. Pasaba temporadas en el rancho y otras en Colotlán. Los hermanos si eran jugadores, Rogaciano y otro, que perdieron la fortuna en el juego.
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