Thursday, November 1, 2012

Tras las huella de Cuauhtémoc Cárdenas.


De entre los hijos de los revolucionarios mexicanos Cuauhtémoc Cárdenas, es probablemente uno de los más distinguidos, por no decir el que simboliza la crema y nata de la realeza revolucionaria mexicana. A 102 años de la justa revolucionaria, Lázaro Cárdenas, junto con Madero, son de los pocos revolucionarios que ejercieron el poder y que siguen teniendo una aureola de limpieza, honestidad y entrega con el pueblo mexicano.  Y Cuauhtémoc Cárdenas es quizás el único vástago revolucionario que ha intentado hacer su vida pública y política respetando y sin mancillar el prestigio y la reputación de su padre.

 

La sonrisa agria, el gesto adusto, el porte aristocrático y la palabra mesurada, son atributos que nos permiten poner en pie de comparación a Cuauhtémoc con cualquier noble heredero europeo, digamos por caso el príncipe Carlos de Inglaterra, esa es la impresión de nobleza que proyecta nuestro príncipe tarasco.

 

Hasta antes de agosto o septiembre de 1986, el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, no figuraba sino como uno más de los hijos de presidentes, beneficiados por el PRI. El prestigio de su padre lo había llevado a ocupar diferentes posiciones políticas, incluida la gubernatura de Michoacán. Pero a partir de esas fechas, cercanas a las elecciones presidenciales de 1988, en que comenzó a figurar la Corriente Democratizadora al interior del PRI, y en la que Cuauhtémoc junto con Porfirio Muñoz ledo, fueron las cabezas visibles del movimiento. Fue que la percepción que teníamos de Cárdenas también comenzó a modificarse lentamente. Por aquellas épocas estábamos recién ingresados a la facultad y ya habíamos celebrado nuestra primera huelga estudiantil universitaria, en la que Carlos Imaz e Imanol Ondorica, se habían llevado las palmas como los líderes estudiantiles universitarios más importantes después del movimiento del 68. Y la verdad Cuauhtémoc Cárdenas, no nos merecía mucho respeto, sabíamos que la corriente democratizadora, era otra de las estratagemas políticas del niño berrinchudo para que los líderes del partido lo dejaran llegar a la grande. Les estaba haciendo manita de puerco al sistema para que lo dejaran ser presidente de México, y levantarse a las alturas de su padre. La nobleza de su cuna bastaba y sobraba para ser merecedor de ese honor. Lo que sucedió después, nunca lo imaginamos. Creímos que o bien le cumplían el capricho o se sometía a un acuerdo conveniente para todos. Pero jamás nos imaginamos que Cárdenas y su corriente se iban a escindir del PRI. Cuando esto ultimo sucedió y comenzó a tomar forma el escenario político de 1988, muchos de nosotros los estudiantes comenzamos a tomar contacto con la nueva propuesta. Para nosotros tuvo la forma de una de nuestras profesoras de Seminario de Investigación Económica, Maria Xelhuantzi, que era asesora del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas,  y que durante el transcurso del curso nos fue introduciendo no a las propuestas concretas de Cárdenas, o su plataforma política-filosófica, pero si al entendimiento y significado de las políticas neoliberales, que Salinas de Gortari había comenzado a impulsar en México desde la Secretaria de Programación y Presupuesto y el horizonte económico que nos deparaba la suerte de ganar la presidencia. El despojo y botín que se había hecho de muchas de los centenares de empresas públicas del estado que habían florecido con los gobiernos revolucionarios, ya estaban entonces a la vista, y la propuesta de Carlos Salinas de Gortari, era darle continuidad, en beneficio de los empresarios amigos y de su propio peculio. Tal y como a la postre sucedió.

 

Motivados en un principio más por la posibilidad del cambio democrático que por las sesudas explicaciones económicas y aun menos por los poco emotivos discursos políticos del ingeniero, los estudiantes salimos a las barriadas a conseguir votos para el Frente Democrático Nacional, que era el nombre que había adoptado la alianza de grupos y partidos que apoyaban a Cárdenas. Los chicos banda de los alrededores del Museo del Chopo, se convirtieron en nuestros victimas propiciatorias, sin embargo, eran tan reacios a todo convencimiento político que difícilmente entusiasmamos a alguno a votar y antes que persuadirlos a votar por Cárdenas, su renuencia provoco una fractura entre la cuadrilla de estudiantes promotores del voto. Así que cada quien jalo mejor por su lado.

 

La candidatura del Ingeniero despertó ámpula entre los sectores progresistas de México y mayormente en la ciudad de México, en donde tenia su principal fuerza. Recuerdo las concentraciones multitudinarias para el primer mitin en el zócalo, el 18 de marzo, no cabía una alma mas, la gente del distrito se volcó en apoyo del candidato del frente, lo mismo paso en ciudad universitaria en el mes de mayo y en junio para el cierre de campaña y todavía una vez mas, después del fraude y la caída del sistema el 19 de noviembre de 1988, cuando Cuauhtémoc Cárdenas convoco una vez mas y todos creímos que ese día comenzaba la revolución. Pero ni él, ni nadie dijo nada y todos regresamos vencidos y  desesperanzados a nuestras casas. Desde ese día le perdí la fe y la huella al ingeniero y cualquier referencia al susodicho terminaba con la idea de la claudicación. Sus posteriores postulaciones y repetidos fracasos se constituyeron en pruebas evidentes de que su momento había pasado y le “habían faltado” en el momento preciso.

 

No fue sino hasta que en la biblioteca municipal vine a encontrarme con una autobiografía del ingeniero: “Sobre mis pasos” de editorial Aguilar, y que la tome del estante nomás con la intención de sacarme la duda de cual era su explicación a la no acción después del fraude del 88 y de pasada saber donde había estado durante el 68. Esto último no queda muy claro en el libro, pero la obra mencionada con todo y tener un lenguaje poco emotivo y tan frugal, como el ingeniero, termina a uno por convencerlo de la pertinencia de sus juicios y acciones. Creo que después de la lectura de este libro vine a quedar en buenos términos con el ingeniero después de más de 20 años de reproches y acusaciones. Es una lastima la total falta de democracia en este país, que nos han privado del gobierno de un hombre que pudo haber traído sino grandes logros económicos, por lo menos las perspectivas de mayor civilidad, tranquilidad y respeto por las leyes.

 

Sobre mis pasos, es una obra que vale la pena de ser leída, para entender los derroteros de la izquierda mexicana en los últimos treinta años, y los jalonazos que la derecha ha tenido que instrumentar para evitar que aquellos se instalen en el poder.

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