Doña Nico y los Huizar
Don Daniel Huízar tenía varias hijas: Fermina, Marina (abuelita de Lemuel Márquez) Serafina y Hermelinda, esta última casada con don Evelio Márquez. Don Daniel fue uno de los primeros de por estos rumbos, que se unieron a las filas de los revolucionarios, con los villistas y perdió la vida en la batalla de Ébano.
Don Pilar tenía 14 o 16 hijos. Mi abuelito el papá de mi papá platicaba que don Pilar se venía a vivir para Colotlán en las secas junto con su esposa que se llamaba María y era del Refugio. El le encargaba las muchachas a mi abuelito, que era hombre casado, ellas eran de la edad de mi papá y no sabía hacer nada, las tenían muy consentidas, entre ellas estaban: Elvia, Maria del Pilar, Sara, Catalina, María. Contaba que un día se pusieron a hacer un ponte duro, las muchachas agarraron el maíz crudo echaron el dulce y lo pusieron a cocer. Entonces llegó mi abuelito, que sabía hacer melcochas y les dijo:
-Que cochinadas están haciendo muchachas y de plano todo lo tiraron a la basura y tuvieron que comenzar de nuevo, pero ahora si como era.
Entre los hijos de don Pilar se encontraban: don Eliseo, que la llevó siempre por el lado de la religión protestante; don Levy, don José y don Francisco, quien era de los más chicos, ese fue maestro, él me enseño a leer y escribir. Francisco vivió aquí muchos años y después se fue para Ciudad Guzmán. Don Levy vivía allí por la Guerrero, y tenía muchos hijos también, toda esa gente esta ahora en Guadalajara: Elvia, María, Levy, Catalina, Eliseo, María del Pilar, esta última se caso con un ingeniero de Aguascalientes y el le cambio el nombre y le puso Damaris, ella tenía un potrero, que se llamaba el potrero de las flores y que ahora se llama el potrero del amor, ella se lo vendió a mi papa.
La otra casa, fue la de don Serafín, decía mi mamá, que ese señor también tuvo muchos hijos e hijas: entre ellas Guadalupe y Mercedes, la que se hizo loquita, ella siempre traía una muñeca, al parecer le robaron una niña y por eso enloqueció. Otra de ellas se caso con un Juan Arellano de Villa Guerrero y tiene un nieto rubio de ojos azules. Don Aureliano también fue hijo de don Serafín. Mi mamá era amiga de las muchachas de esa familia, ella iba a visitarlas a su casa, donde tenían un molino, y como eran riquillos las muchachas no agarraban el palo, porque era de dar vueltas. Se subían a un macho y con el macho le daban vueltas, y le decían a mi mamá que se subiera y ella decía que no porque se mareaba. Guadalupe era la mamá de Eva, Jesús y Fernando. Ellos vivían en el rancho, y había un Elías Pacheco, que era muy amante de burlarse de los chiquillos, especialmente de ellos, y también de mí. Un día los molesto tanto que furiosos le dijeron que lo iban a matar y el señor no la creyó. No paso mucho en que lo esperaron de lado de los pozos, a un costado de la casa de don Pilar, justo donde están los ojos de agua, se escondieron detrás de una peña, y cuando Elías paso por allí sin sospechar la celada, le dieron un puñete en un ojo y se lo sacaron. Por ese motivo eso se echaron a huir y se perdieron por años sin fin. Decían que pobrecita de la mamá, sin saber donde estarían sus hijos. A los muchos años volvieron. Esos muchachos se echaron a perder por la burla del señor.
En la casa de don Serafín quedaron tres muchachas que no se casaron, ellas vivían por la Guerrero, hace cuatro años que murió la última de ellas, una se llamaba Elvira. Ellas vendieron la Loma del Burro. La Vicky su parienta iba al rancho porque andaban detrás de la herencia de esas mujeres. Esas eran las hijas de don Serafín las que vivían para la salida.
La casa de don Serafín le quedo a su hijo Eliseo, él que no hace tanto que murió, se cayó de un andamio y lo traían en silla de ruedas, Eliseo también fue muy prolífico y tuvo un montón de familia: Celia, Noemí, Guadalupe, Ruth, Eliseo (murió), Mario (vive en México) y José (se volvió loco)) Tenían otro terreno debajo de los de mi papá, la Loma del Burro y se lo vendieron a un hermano mío que vive en Chicago. Y después la compró un hijo de Noemí, ella esta casada con Lorenzo Pacheco y su hijo, Álvaro Pacheco, compro la casa de abajo, se fue para Estados Unidos junto dinero y compró y reparo la casa. El muchacho estuvo trabajando en las reparaciones como un año. Son piezononas.
Cuando esta uno joven, no valora la gente grande. El otro día fui con la hermana de don Antonio Díaz, la señora me hablo y nos invitó a comer y allí conocí a la Yoyo, hija de don Felipe Muro. Don Felipe Muro era de la casa de ellos y a mi papá si lo reconocía. En la platica la Yoyo me dijo que su abuelita de ellas se llamaba Genoveva Huízar, ella era de San Nicolás, blanca, muy delgadita, con los ojos azules, muy parecida a don Serafín. La esposa de don Felipe Muro, era Concepción Huízar, probablemente nieta de don Serafín. Cuando veníamos del rancho pasábamos por la casa de don Felipe, rumbo al mesón de San Luís o de la Aurora y mi papá de detenía a saludar a esas gentes. Los de Bernabé Huízar eran de los mismos Huízar de don Apolonio. Solamente los de Anastasio Huízar, papá de don Antonio y Leandro Huízar, son de otros Huízar. Ellos son los abuelos de un montón de muchachas llamadas Heroilas, una que es maestra, y la esposa de Cuco Escalera. Hijas todas ellas de don Chimiano Huízar.
Mi papá era muy pobre, vivió un tiempo en la playa, el cuidaba unos animales, una yegüita blanca, y el pensaba que si tuviera dinero el se compraba ese el animal. Cuando se regresaron de la Playa se caso con mi mamá, de veinte años; ella era de familia más acomodada y las suegras eran malitas, le dieron un pedazo de manta para que le hiciera una camisa y unos calzones largos, que porque mi abuelita pensó que ella no sabia coser, pero ella si sabía era muy inteligente. Mi mamá decía que cuando ella se caso mi papá ni calzones tenía. Mi papá muy trabajador comenzó a hacer camino y pronto compro una yegua y el mismo la amanso. Llevaba manzanilla a Guadalajara, hasta un mes se tardaba, llevando timbre, y luego se hizo ejidatario, encabezó para que repartieran las tierras de don Rafael Haro, la Toquilla, Tortugas, y le dieron dos parcelas. Les dieron tierras en Tortugas. Mi papá estuvo muy poco de agrarista.
Mi mamá platicaba que en ese tiempo pasaban unos sustos que por llegaban los cristeros queriendo quemar a la gente. A una pareja del rancho, Vicente Huízar y Leonidas Huízar, los enredaron en un colchón y les prendieron fuego, pero que el señor se desenredo y se salvaron. La gente se iba ala cerro a refugiarse. Cuando estaba grandecita, ya señorita se la llevaron al cerro junto con otras muchachas para que no abusaran de ellas. Porque llegaban los viejos y se llevaban las muchachas y hacían cuanto podían con ellas. Ya de que veían que en el cerrito se subían los hombres con rifles, ya venían los cristeros y después venía la tropa. Los cristeros los hacían que gritaran.
–Viva cristo rey.
Hasta los chiquilillos gritaban, porque si no los mataban. Había dos casas de Pedro Chico (nació el día de san Pedro, era rico) y Pedro Grande estaba casado con una tía de mi ama.
–Váyanse para con Herlinda, la esposa de Pedro grande, porque ya vienen los cristeros y allí van a acampar. El jefe de los cristeros, se llama Anuario y que allí no les hacían nada a ellas porque les daban de comer.
Mi mamá dice que ella vio al Anuario, de unos veintidós años, bien gordito, bien cebadito. Y que les cargaron unas mulas con unos costales de oro, y que se fueron y subieron al potrero del Yerbaniz. Hay una barranca alta y un potrero y por allí mataron al Anuario y dejaron su cuerpo tirado, se robaron el oro. Siempre le han llamado el potrero de Anuario.
Mi padre era muy listo no sabía leer, se enseño a leer después de casados. Cuando fue agrarista le dieron dos parcelas y una la sembró de cacahuate y la otra de maíz y alzo muy buenas cosechas, y le hablo don Eleazar Márquez y le dijo que si le compraba el Yerbaniz, un potrero que esta arriba de una loma. Mi papá le dijo que con que se lo compraba, le dijo que le diera lo que pudiera y luego le fiaba lo demás. Le costo cuatrocientos pesos. Después compro dos terneritas y las metió allí. Pero la gente como es tan envidiosa, pues ya había comprado terreno, empezaron a pelear con él, lo denunciaron y le quitaron las parcelas, el se las dejo a los compañeros para ya no estar peleando. El gobierno no se las quito. Después compró el terreno de las Flores y siguió comprando muchos potreros y sembrándolos o metiendo ganado en ellos, llego a tener muchísimos animales. Mi hermano Leoncio que tiene como 800 ha, no tiene lo que tenía mi papá. En el Sauz de los Márquez, la carretera le partió un potrero y un pedazo le tocó a mi hermano Mariano y a otro hermano Leoncio. Mariano vendió al poquito tiempo de que murió mi papá. Allí ponía mi papá veinte yuntas propias, que metía en otro potrero de su propiedad. Pura gente que trabajaba a medias. Mi papá sacaba mucho maíz, mucho queso, fríjol, cañas, cacahuates, siempre había de todo. No andábamos curros pero siempre en muy buenos animales
Cuando yo me case y me vine para Colotlán, viera que difícil se me hacía, dure cinco años y se me hacía imposible. Y que aquí vivía mi mamá conmigo, teñía sus centavitos y sus animales y Loncho se los vendía y le traía sus dinerito. En casa de mis padres siempre había cajas de jabón, latas de manteca, barril de petróleo. Lo que yo batalle para acostumbrarme a lo poquito, a comprar de a poquito. Que que bueno estuvo, porque me enseñe a valorar. Yo tiraba ollas de leche casi por gusto, allá se mataba una res y se le daba a la gente su carne. Se mataba un puerco cada dos meses para que no faltara la manteca. Una vez no había en la casa más que carne seca y yo no sabía que hacer de comer, yo quería carne fresca. Viera que duro es tener mucho y después no tener. Nunca he llegado a decir hoy no tengo pa comer, pero si he llegado a pensar que se acostumbra uno a lo mucho. Así están las hijas de mi hermano Loncho, y es lo que se me hace triste que un día pueda pasar con ellas.
Allí en un potrerito que tiene Loncho hay una casita, una tapia, que era de un Agustín Rivera. Se la compro mi papá a un Chema Rivera, casado con una pariente. Le dicen allí las palomas, porque las que las dueñas de allí, eran altas y blancas. Mi bisabuela era una de ellas. Un solo hermano de mi ama queda: Rigoberto Rivera. De allí de San Nicolás ha salido mucha gente Huízar que se han ido a México. En Querétaro vive un Misael Rivera. Don Eliseo se caso con una Jovita Huízar. La familia es Huízar-Huízar. Se siguen casando entre familiares.
Por la Morelos esta un cuadro de una mujer de San Nicolás, como una historia. ¿Verdad que en San Nicolás no había Curieles? Me puse a recordar y a recordar y recordé que si había Curieles, en la familia de don Bernabé Huízar. Arriba de la casa de don Bernabé Huizar allí vivían esos Curieles. Ella era maestra y la mataron en Canoas, cuando la cristiada. En uno de los retratos que llevó mi cuñada, estaba la maestra Lucía Curiel. Con la modista Doña Mary.
Cuando nos venimos a vivir a Colotlán, rentamos una casa enfrente de la casa de la señorita Hermelinda Huízar, ella una vez me preguntó: -¿De quien es el Yerbaniz? Le dije que de mi hermano Loncho, y ella me dijo: -Era de nosotros. Yo todavía no me casaba y pensé, así va a llegar el día en que voy a decir lo mismo.