Mas Recuerdos...
-Yo asistía mucho al rastro porque yo allí almorzaba, yo me acuerdo de don Mauro Huerta, un señor Miguel Flores de Villa Guerrero, Federico de Temastian, Salvador de la O de Cartagena, que llevaban sus puercos a matar al rastro. El producto lo vendían aquí o lo mandaban a Fresnillo, Durango, Zacatecas, Torreón o México. Se mataba mucho, hasta 250 puercos diarios, durante mucho tiempo. Los puercos se alimentaban de maíz. Venia gente de fuera a matar aquí, y apartaban el rastro por días. El rastro duro mucho tiempo en la esquina de Zaragoza y Paseo. Don Agustín de Ávila lo cambio ha donde se encuentra ahora, a finales de los años sesenta. El rastro debió de haber comenzado hacia 1880. Era una fuente importante de trabajo, tengo una lista de quienes trabajan allí. Don Vicente Meza, le toco vivir y conocer a mas gentes.
Hubo un tiempo en que todos cargaban pistola, y tenían una sed enorme de matarse. A algunos no se le concedió, y a otros si. Todos querían cargar pistola y todos se amenazaban con ella. Era fácil hacerse de una, todo el que quería compraba un arma. Yo estaba bien apantallado con los ricos de aquí, los Ortega, Agustín de Ávila y otros. Pero una vez que fui a la Huasteca y conocí a don Quirino Balderas, ese viejo engordaba el solo 27,000 novillos. No los juntábamos en toda la región, desde Fresnillo a Guadalajara. Don José Ortega tenia un bonito capital, pero nomás se murió, se le metieron ocho o diez tajadas al capital y no quedo nada. A nuestros ricos de aquí, nomás les quedo el matanga tanga. Como dijo don Lauro Martínez, “hay milerillos.” Donde quedo la riqueza de Don Santiago Alejo, de don Agustín de Ávila? Flavio se gasto esta última, pero no era tanta. Los ricos de antes: Los Aldana, don Pascual Rodríguez, los Zulueta, Agustín de Ávila, los Alejo. Capitalitos conservadores: Ramón Ruiz, don José Ortega, Lauro Martínez, Rafael Haro, don Manuel de León, Alberto Macias. Era más el ruido que las nueces. Tan así que del capital de don Agustín de Ávila, muy poquitas personas se tomaron una coca cola de las chiquitas, todo se fue en pleitos y arguendes y nadie lo aprovecho.
Cuco Raygoza fue un estuche de conocimientos, tenía datos muy buenos, por ejemplo de la virgen del altar hasta mero arriba. Su templo era en el hotel México, allí en el campanario. En una creciente que dio el río por allá por los ochocientos, subió el agua mas de un metro y como era de adobe el templo se humedeció, y a la virgen la trajeron de un lado a otro, no le hallaban acomodo, hasta un cura que vino y la acomodo allá arriba. Seria tal vez casa de monjas ese lugar, pero lo primero fue templo, no se a los cuantos años de la fundación de Colotlán.
Hubo un tiempo en que todos cargaban pistola, y tenían una sed enorme de matarse. A algunos no se le concedió, y a otros si. Todos querían cargar pistola y todos se amenazaban con ella. Era fácil hacerse de una, todo el que quería compraba un arma. Yo estaba bien apantallado con los ricos de aquí, los Ortega, Agustín de Ávila y otros. Pero una vez que fui a la Huasteca y conocí a don Quirino Balderas, ese viejo engordaba el solo 27,000 novillos. No los juntábamos en toda la región, desde Fresnillo a Guadalajara. Don José Ortega tenia un bonito capital, pero nomás se murió, se le metieron ocho o diez tajadas al capital y no quedo nada. A nuestros ricos de aquí, nomás les quedo el matanga tanga. Como dijo don Lauro Martínez, “hay milerillos.” Donde quedo la riqueza de Don Santiago Alejo, de don Agustín de Ávila? Flavio se gasto esta última, pero no era tanta. Los ricos de antes: Los Aldana, don Pascual Rodríguez, los Zulueta, Agustín de Ávila, los Alejo. Capitalitos conservadores: Ramón Ruiz, don José Ortega, Lauro Martínez, Rafael Haro, don Manuel de León, Alberto Macias. Era más el ruido que las nueces. Tan así que del capital de don Agustín de Ávila, muy poquitas personas se tomaron una coca cola de las chiquitas, todo se fue en pleitos y arguendes y nadie lo aprovecho.
Cuco Raygoza fue un estuche de conocimientos, tenía datos muy buenos, por ejemplo de la virgen del altar hasta mero arriba. Su templo era en el hotel México, allí en el campanario. En una creciente que dio el río por allá por los ochocientos, subió el agua mas de un metro y como era de adobe el templo se humedeció, y a la virgen la trajeron de un lado a otro, no le hallaban acomodo, hasta un cura que vino y la acomodo allá arriba. Seria tal vez casa de monjas ese lugar, pero lo primero fue templo, no se a los cuantos años de la fundación de Colotlán.
M.Montoya
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