Hidalgo o Teran?
En la nomenclatura de la geografía colotlense, de sur a norte encontramos a los caudillos insurgentes Miguel Hidalgo y Nicolás Bravo, acotando el breve fragmento de calle correspondiente a Basilio Terán, que de este a oeste, nos lleva de la parroquia de San Luis Obispo a la de San Nicolás. Apretado entre Hidalgo y Bravo corre Marcos Escobedo, en honor del perseverante y valiente insurgente colotlense que se levantara en armas para terminar el yugo español, en la cruenta guerra de independencia desatada por los antescitados.Fue Marcos Escobedo gran guerrero y benefactor de nuestra comunidad, cuya vida se extinguió bajo los estragos de una epidemia de Cólera Morbus en 1833. La calle Marcos Escobedo viniendo desde la Normal, entronca y termina en Basilio Terán, como sugiriendo un remplazo histórico en el liderazgo de esta comunidad, tal y como en realidad sucedió en los hechos. Marcos Escobedo fue el gran líder colotlense desde 1800 hasta su muerte en 1833, y Basilio Terán, quien llegara en 1849, viviría entre nosotros por cuarenta anos, convirtiéndose en el siguiente líder moral, promotor religioso y cultural de los colotlenses.
Pese a los muchos meritos de este piadoso sacerdote, los colotlenses lo tenemos en el olvido, y no se cuenta con información suficiente ni para construir una breve biografía de él. Los escasos datos que llegaron a nosotros provienen del documento histórico elaborado por José Antonio García Rivera, el cronista colotlense mas importante de todos los tiempos (y probablemente el único)y cuya única obra conocida fue escrita sobre un pedazo de piel de bovino y oculta en una parte de los misteriosos túneles que comunican puntos estratégicos de la ciudad. Para ser encontrada hacia 1928 por otro de los personajes mas controversiales de nuestra historia: Primitivo Huízar Robles, revolucionario, agrarista, gobiernista y aparentemente protestante y anticlerical. En dicho documento, García Rivera, se excusa de describir los meritos del padre Terán por ser de todos conocidos, sin embargo en diferentes puntos del pergamino hace mención de algunas de sus obras y actos.
El padre Terán, un hombre aun joven, de origen humilde, bondadoso y sobre todo determinado, piso tierra colotlense, por vez primera, en 1849 y esta fue la tierra que hizo suya y donde decidió morir. El Vino a Colotlàn con la misión expresa de concluir la iglesia de San Luis Obispo que se había comenzado a construir ochenta anos atrás sin poder terminarse hasta esa fecha, situacion que se relata a continuación:
Fue don Joseph Santiago Belís, gobernador del Barrio de Tlaxcala, con el cura Miguel Antonio Gómez y el maestro de arquitectura Raphael de Hernán, quienes el 11 de febrero de 1774, dirigieron una rogativa al obispo Alcalde en la que le informaban del mal estado en que se encontraba la iglesia parroquial del pueblo de Colotlán:
“Por estar desplomándose y amenazando ruina por su mucha antigüedad, y débil construcción. Por lo que, y tener paraje contiguo de más extensión y comodidad en que fabricar nueva iglesia parroquial ocurro a la característica y devota conmiseración de v. Exa. Suplicándole se digne conferirnos la superior licencia para la dicha fábrica la que a expensas de nuestro sudor y trabajo concurriremos gastos hasta su total perfección todos los hijos de los pueblos sujetos a este curato.”
Licencia que fue concedida por el virrey Antonio María de Bucarelí y ratificado por el obispo alcalde el 7 de junio de 1774; la iglesia se comenzó a construir y siguió un ritmo normal durante los siguientes 10 años. De esta iglesia se llegó a levantar la portada principal de estilo barroco a imitación de la de Zacatecas, la penuria económica de la región y la falta de iniciativas prolongó la suspensión de la iglesia por años.
En 1820 el cura Ignacio Suárez reporta que los pocos recursos de la parroquia los emplea en la construcción de la Nueva Iglesia:
“El estado de las Iglesias de este curato, y sus feligresías es el mas deplorable, con particularidad en esta cabecera, pues de cuatro capillas, que hay solo esta con alguna decencia la de Nuestra Señora de los Dolores, a la que compuse y repare con el fin de que sirva de parroquia, como lo expuse hace dos años, e impetre la licencia para depositar a nuestro amo; esta necesidad, me ha estrechado a no abandonar la fabrica de la iglesia, mayor que ha cuarenta y dos años, esta comenzado y en la que tengo invertidos la mayor parte de fondos de las cofradías, por esos motivos, son muy escasos. Solo dos están bajo un regular pie, que son de Nuestro Amo, y de la señora Santísima Trinidad de esta cabecera, las demás casi nada tienen, a excepción de la de San Diego en el pueblo de Tlalcosahua que cuenta unas trescientas reses.”
En 1839 el párroco José Tadeo Suárez informó al obispo de Guadalajara que con los mil pesos existentes en la parroquia se proponía continuar con la iglesia de piedra comenzada hacia muchos años, para lo cual la gente se había comprometido a ayudar, unos con trabajo personal, otros con dinero y otros con materiales.
Pero el impulso definitivo para su culminación lo dio en 1849 el padre Basilio Terán recién llegado a Colotlán como vicario cooperador del notable cura don Andrés López de Nava; el dinámico padre Terán se dedico a hacer mejoras materiales en el pueblo y a acelerar la construcción del templo, el cuál estuvo concluido en 1862. El nuevo alarife don José María Martínez, consideró que la fachada de estilo barroco a medio construir debería de ser sustituida por algo sobrio y moderno, y tomó el esquema neoclásico difundido en México desde la fundación de la Academia de san Carlos. La empresa del padre Terán no era perfecta, el frontispicio presentaba problemas de simetría y el campanario quedo inconcluso, debido a problemas de cimentación que amenazaban con fracturar por la mitad el edificio si se agregaba mas peso sobre la estructura.
Los recursos necesarios para la construcción de la Iglesia de san Luis Obispo, fueron cuantiosos y requirieron de la inversión de los dineros y el trabajo de varias generaciones de colotlenses. Por ello para culminar los trabajos de la misma, la diócesis de Guadalajara puso al frente de la magna obra a dos hombres diametralmente opuestos, pero igualmente talentosos y creativos. Don Andrés López de Nava: cura de altas y frívolas aspiraciones, don de gentes y hábil para recaudar recursos, pero banal y en extremo disipado: amigo de francachelas, buena mesa y juegos de salón y su contraparte, el padre Basilio Terán: morigerado, humilde, trabajador, infatigable, determinado y cuyo pasatiempo favorito era ayudar al prójimo. Quizás por ello don Andrés López de Nava, paso a la historia por la agudeza de su pluma y sobre todo el retrato caricaturesco que hizo de don Jesús González Ortega en los periódicos zacatecanos de la época, personaje con quien intimo y fue su huésped en su casa de Santa María, pero que con motivo de la guerra, le llevo el mejor ganado de su cuadra. Y López de Nava se vengo ridiculizándolo en la prensa, aun y después de convertirse en gobernador de Zacatecas. Don Basilio Terán, por otro lado cobro fama como el definitivo constructor de la iglesia de san Luis Obispo. Sin embargo es evidente que los dos trabajaron codo con codo, poniendo cada uno de ellos sus especiales habilidades para concretar el proyecto. Mientras que la incansable actividad del padre Terán se aprecia en la logística, administración y dirección de la obra. La mano de don Andrés López de Nava, se hace evidente en la recolección de limosnas, donaciones y sobre todo en la oportuna venta de todas aquellas propiedades pertenecientes al antiguo convento franciscano y de las cofradías que habían sido disueltas hacia 1848 . Ventas realizadas entre la gente pudiente de la comunidad y la región, en un ambiente enrarecido por los aires de la reforma Juarista.
No paso mucho tiempo después de su llegada, para que el Padre Terán comenzara a dar muestras de su incansable disposición en ayudar a los fieles de su parroquia y en fomentar su apego a la fe católica. Organizo concurridas procesiones llevando en andas a Jesús crucificado, San Nicolás y la santísima Virgen de los Dolores. El 19 de julio de 1850 apareció de nueva cuenta el terrible Cólera Morbus y se dedico a atender a los enfermos, sin temor alguno de contraer el mismo la enfermedad.
El padre Terán fue además de un hombre justo, un hombre valiente, jamás se arredro en defender a los débiles o indefensos de los abusos de los poderosos o la canallada. El primero de agosto de 1861, las tropas del líder agrario Manuel Lozada llegaron a Colotlán al mando del General Carlos Rivas, con la intención de vengar un viejo agravio que les inflingiera la gente de la región ocho anos atrás, cuando Bernardino Valero, jefe político del cantón, les había echo huir hasta la Sierra de Alica, al frente de un contingente de 400 voluntarios. Unas horas antes habían destrozado a las fuerzas de resistencia que les habían esperado a pie firme en el Salitre (Villa Guerrero) y en Colotlán la gente no se espero a que llegaran, con todo y la pertinaz llovizna que se prolongo todo el día, la gente salio de sus casas internándose en el campo y entre los cerros. Los Lozadeños encontraron un pueblo vacío y se dieron gusto saqueando casas y comercios, tirando los abarrotes, los víveres y los granos a la calle. Quemaron los archivos públicos, dejando las calles tapizadas de papeles mojados y a medio chamuscar. Cargaron con todo el ganado y caballada que encontraron a la mano y no contentos con esto, estaban preparándose para prenderle fuego a todo el pueblo, cuando intervino el Padre Terán, quien con toda la indignación de la justicia, consiguió que el Gral. Carlos Rivas hiciera desistir a su turba de sus nefastas intenciones.'
En 1884, el jefe político de Colotlán era Macario Pérez, quien abusando de su cargo , cometía todas clase de injusticias con los pacíficos habitantes. Situación por lo que era poco estimado en la población. No solamente por la pobrería si no por todos los comerciantes y la mayoría de hacendados. Sobre todo tenia serias dificultades con uno de estos últimos, el señor Antonio Sánchez Castellanos y un buen día en que la cuidad estaba sin resguardo, porque este había salido hacia el sur llevando una cuerda, se supo de la venida del hacendado Sánchez Castellanos; enterado también el jefe político, salio hasta el camposanto a encontrarlo, llevando algunos hombres armados consigo, al encontrarse ambos, montaron en cólera y se pusieron de rojo, pero don Macario opto por retirarse volviendo grupas a su caballo, en atención a que el hacendado traía también seis hombres armados.
La noticia del incidente corrió luego por el pueblo y los comerciantes aprovechando la coyuntura, comenzaron a regalar a los pobres barricas de vino, con lo que el populacho comenzó a enardecerse, después irrumpió en la plaza principal con el propósito de linchar al mal gobernante. El juez de la ciudad y otro hacendado el señor Eusebio Barragán se encontraban pacíficamente conversando en el jardín, y al comprender las intenciones de la multitud se metieron rápidamente al palacio gubernamental, cerraron todas las puertas y valiéndose de unos recursos contestaron el ataque, levantando una barricada de adobe, por dentro de la puerta del cuartel, por que los sublevados incendiaron la puerta de madera.
Permanecieron los asaltantes varias horas disparando las pocas armas con que contaban y apedreando el edificio hasta que requerido el padre Terán concurrió rápidamente y con suplicas calmo a la muchedumbre. Se cuenta de una brava hembra cuyo nombre se ha olvidado, que reiteradamente instigaba a los sublevados con calificativos insultantes.
Esa misma tarde volvieron los soldados que habían dejado la ciudad por motivo de la cuerda y considerando al populacho resuelto, decidieron vender caras sus vidas si las cosa llegaban tan lejos: avanzaron hasta la plaza con los fusiles caídos, en señal de no agresión. El famoso don Macario fue defendido por el cura Terán, quien le facilito la huida habiendo salido de noche rumbo a Guadalajara, vestido de mujer.
Días después, regreso don Macario a la ciudad, protegido por un buen piquete de soldados e hizo muchos prisioneros, principalmente los que el considero responsables del motín, mismos que fueron llevados a Guadalajara pero que no permanecieron mucho tiempo encarcelados ya que por influencias de las personas mas significativas de la población se organizo su defensa, habiéndose delatado al jefe con lo que conseguía su libertad y el cambio político a Tequila, donde meses mas tarde fue asesinado por un jefe rural de apellido Gordillo.
Las artes, la educación y las pequeñas industrias tuvieron una gran difusión durante el porfirismo, pero principalmente entre las elites, que las utilizaron como una palanca mas para ahondar sus diferencias con el populacho. En este desarrollo tuvieron un papel fundamental los sacerdotes, tales como el padre Terán en Colotlán, a quienes les toco vivir la confusión del periodo independiente, la violencia y anticlericalismo de la reforma juarista y que finalmente gozaban de una relativa tranquilidad que les permitía construir un nuevo tipo de feligrés: mas instruido en la fe y el mundo y capaz de defender sin vacilaciones la causa de la fe, pero también con una sensibilidad artística. El teatro, la música, la pintura amen de otras muestras artísticas populares fueron auspiciadas y promovidas en general por los ministros del catolicismo y específicamente por el Padre Terán, quien alentó a jóvenes creativos como Mateo Saldaña a seguir su vocación artística e inspiro a ,muchos otros a seguir la carrera religiosa. Promovió también la creación de escuelas y el seminario religioso, así como intervino para la construcción del viejo hospital (hoy colegio Jalisco) Su empeño decidido hacia el avance del progreso en todos los ordenes, le gano el gran ascendiente popular de que gozo en esta su tierra, así como la estima y deferencia de que gozo entre la gente ilustrada y la de posibilidades.
El padre Terán le dejo a los colotlenses un legado religioso que se extendió por varias décadas mas allá de su propia muerte, es en base a este trabajo de preparación, organización y sensibilización que es posible entender, porque cuando la revolución mexicana estallo solo un puñado de colotlenses se enlistaron en las filas revolucionarías, pero algunos anos, después, cuando los gobiernos revolucionarios cerraron los templos, la población urbana casi en su totalidad, se volcó en contra de la medida y de una forma u otra apoyaron la causa de los cristeros. Igualmente su ejemplo e influencia alentó a casi medio centenar de jóvenes a convertirse en sacerdotes en las primeras décadas del siglo XX.
Entre los diferentes espacios físicos que el padre Terán fue construyendo y acondicionando para la realización de sus ambiciosos proyectos, se encuentra el inmueble ubicado sobre la calle Hidalgo a un costado de la Iglesia de san Luis Obispo, que utilizo para allí formar el seminario religioso y que andando el tiempo llego a ser el Colegio Terán y que por varios anos sirvió como salón de eventos. Cuando la Escuela Normal Experimental inicio actividades en el municipio, ese fue el espacio donde tuvieron sus primeras clases y cuando al preparatoria regional se estableció en Colotlán, ese fue también el espacio utilizado para transmitir conocimientos. Mas tarde cuando la prepa encontró su local propio, le toco el turno de recibir hospitalidad al CUNORTE y en los últimos anos este importante y céntrico espacio ha venido a constituirse como una trascendente espacio cultural, pareciera que el espíritu de servicio y progreso que animo cada uno de los actos del padre Terán siguiera vivo en ese especial espacio.
Sin embargo nuestro olvido, desmemoria o ingratitud no nos ha permitido reconocer la importante y desinteresada labor que un hombre sencillo como lo fue el padre Terán realizo por nuestra comunidad. Ni tampoco hemos logrado entender que los terribles trances por lo que atraviesa nuestra sociedad están vinculados con esa incapacidad nuestra por promover verdaderos ejemplos de sencillez, trabajo, constancia y humildad. No la falsa e hipócrita humildad de los servidores públicos, que por un lado se llaman a sencillez y por el otro cometen los más vergonzosos actos de prepotencia y codicia. Para promover verdaderos ejemplos de conducta entre nuestros niños y jóvenes, es importante darles la presencia e importancia de los pocos lideres honestos y verdaderos que hemos tenido. Lo mínimo que como colotlenses podemos hacer es honrarle con su nombre en un espacio que fue tan suyo y tan querido por el como lo es el hoy llamado: Casa Hidalgo.
Entiendo que la gente de la universidad, que son pájaros que están solo de paso por este paraje y no les interesa mancharse su plumaje por nosotros, no se preocupen por un mejor nombre para su casa de cultura, pero que los colotlenses, los cronistas, las autoridades municipales, los profesores no sean capaces de manifestar la necesidad de un mejor nombre para este espacio, es algo que entiendo, pero que no acepto. Aunque no debería de sorprenderme, los colotlenses estamos acostumbrados a doblar la cerviz y aceptar que las decisiones que afectan nuestra vida, las tomen otros y en otros lugares. Desde la conquista española, los capitanes eran elegidos por los virreyes e incluso a veces por el mismo rey. Los jefes políticos los decidían los gobernadores e incluso el presidente de la republica. Y ahora en nuestra brillante democracia los candidatos de los partidos y sus regidores tienen que ser palomeados en las instancias estatales de los partidos y nosotros votamos, por aquellos que ya han sido preseleccionados para nosotros. Incluso los representantes estudiantiles del campus y la prepa son palomeados en Guadalajara y alguna vez se hizo lo mismo con los de las secundarias.
Para finalizar no me resta sino refrendar la pregunta inicial:
Hidalgo O Teran?