A la casa de Don Simón Navarro se accede a través de una puerta de madera maciza, reforzada con herrajes de metal. Un arco y los detalles exteriores reflejan el gusto por la construcción al más puro estilo tradicional mexicano.
Nos recibe su esposa, quien ensimismada en sus quehaceres cotidianos va y viene incansable. Amablemente nos indica que podemos esperar en el pequeño cobertizo, en el que se respira un ambiente de cordialidad enmarcado por objetos diversos que nos hablan una vida en íntimo contacto con las faenas del campo.
Don Simón se aproxima, avanza dificultosamente apoyado en un bastón. En su rostro refulgen unos ojos de color azul que no pierden la vitalidad a pesar de los años. Sin duda su cuerpo ha resentido el esfuerzo desplegado a lo largo de toda una vida dedicada a las rudas actividades del campo y la demandante disciplina de la competencia charra. Nos saluda con afabilidad y su don de gentes nos envuelve sin apenas sentirlo. Poco a poco, los recuerdos brotan a través de sus palabras.
Cuando se formó la asociación de charros de aquí de Colotlán, yo fui de los miembros fundadores. Don Fernando Ortega fue quien la formó; él era el presidente y Juventina Salazar fue la primer reina de la asociación. Algunos de sus miembros fueron los señores: Ubaldo González, Eliseo Navarro, Trino Márquez, Rafael Haro, Rodrigo Ortega, Julián Ortega, Dr. Maurilio Montañés, Flavio Alejo, Benjamín de Ávila, Elías Raygoza, Aurelio Huízar, Luis Humberto Huerta, entre otros.”Nuestro interés por la Charrería era añejo, pero fue en una ocasión en que don Adalberto Ortega, hijo, quién vivía en Guadalajara, y pertenecía a la Asociación de Charros de Jalisco, “Los Bigotones”. Consiguió que dos personas de Colotlán pudiéramos participar en un Congreso Charro.
En ese entonces nosotros no estábamos federados, pero con el respaldo de los charros de Jalisco, nos permitieron participar en el congreso. Fue entonces que me traje el primer lugar en colas, porque yo hacía de todo: Jineteaba, hacía el paso de la muerte, lazaba a pie, a caballo, y coleaba, quizás allí nació el interés genuino por formar nuestra asociación”
En la región habíamos muchos charros muy buenos para colear, gracias a que en aquel entonces había mucha afición para los rodeos; había rodeos en el Hepazote, en el Sauz Tostado, don Luis Mayorga hacia uno acá en la Laguna. También había en el Carrizal, en los Tenascos y en Huacasco, así como en muchas otras rancherías. Cuando se formó la primer Asociación de Charros, como había socios dueños de ranchos, en cada uno de ellos hacíamos una practica. En San Pedro, Fabio Ortega; en el Hepazote, Nacho Ortega; en el Sauz Tostado, Ramón Mayorga. En los Tenascos, Benjamín de Ávila. En Huacasco, los Ortegas, Fernando y don Rodrigo. Así que cuando íbamos A Guadalajara estábamos bien entrenados.”
En septiembre era la temporada de los rodeos, el más famoso era él del 14 de septiembre, que se hacía aquí en el Barrio Alto, en la calle del Centenario. Desde allá de San Lorenzo agarraban tres o cuatro cuadras, y clavaban palos en la quijada de la banqueta y nada más dejaban las banquetas para la gente. Era tanta la gente que se apeñuscaba sobre las banquetas que los toros les pasaban “aquí de cerquitas”. La gente que iba a ver el rodeo, se llenaba toda de tierra; los mismo las curras, que la demás gente del pueblo. A mitad de la empalizada quedaba el palco de las reinas, siempre muy concurrido. Después de que se formó la Asociación de Charros se levantó también el lienzo de allá de Canoas, y se acabaron los famosos rodeos de la calle Centenario.
Le complace recordar que no obstante las limitantes de aquellos primeros momentos se disfrutaba al igual que ahora la fiesta charra.
“En esa primer Asociación de Charros de Colotlán, yo era el pasador oficial. Salimos muchas veces a Guadalajara. Nos invitaron a Aguascalientes para una feria de 25 de abril y competimos allá y les ganamos. Vinieron de México de la Federación y también de Guadalajara y les ganamos. Casi a dondequiera que salíamos, casi siempre nos traíamos los primeros lugares. Estaba muy bien la asociación porque Armando Ortega, Elías Raygoza y Luis Humberto Huerta eran muy buenos charros. Había muchos socios que eran honorarios, no participaban, ellos simpatizaban con el deporte, y nos ayudaban con ganado.
Su voz es fuerte aún y en su relato se disfruta el agradable sabor del recuerdo, de alguien a quien la vida en correspondencia a sus actos le ha devuelto innumerables bendiciones.
Cuando venían los charros de Jalisco les organizábamos un rodeo con cien toros y les duraban dos días; les hacíamos baile en la noche y todo gratuito, todo lo pagábamos los de la asociación. Del aprecio que nos tenían allá todavía sigue, ahora en el torneo que se celebra en mayo, gracias a las amistades que aún perduran ha sido posible conseguir los mejores equipos para nuestro torneo. Gracia a ello la gente de la región ve lo mejor de la Charreria de todo México. Toda la gente de la región se agasaja con ese torneo. Sergio, mi hijo, que es el presidente de la asociación de Charros, es ahora quien se encarga de conseguir los equipos para mayo.”“La Asociación de charros de Colotlán se mantuvo en un alto nivel de calidad hasta los años ochenta. En la actualidad los muchachos ya no han podido alcanzar esos primeros lugares, ni siquiera aquí en Jalisco. Ni en las colas que era el fuerte de nosotros y para lo que no se ocupa tanta preparación. Las asociaciones de charros ahora ya se basan a puro dinero, buscan los mejores lazadores, jinetes y los contratan para formar un equipo bueno de puras estrellas.”
Un día saliendo de una charreada, en un congreso charro en Zacatecas, andaba don Gabriel Campos, que es aficionado a la Charreria, él tenía a sus hijas en la escaramuza. Muy emocionados después de haber visto lo mejor de la Charreria se me ocurrió decirle:
-Oiga don Gabriel yo supe que usted en Jalapa les hizo un lienzo a los charros. -¿Porqué no nos financia uno aquí? Usted es de Colotlán, tiene muchos amigos aquí y pos nosotros hemos querido hacer un lienzo y no hemos podido. Hemos hecho rodeos de pago, se juntan centavitos y se acaban, hacemos rifas de animales y cada quien se queda con lo que consigue.
Don Gabriel me dijo: -¿A ver que pienso?
Al día siguiente que nos venimos, ya estando en Colotlán, me mandó hablar y me dice: -He pensado lo que me dijiste y voy a ayudarles. Llama a los muchachos, y a todos los aficionados que quiero platicar con ellos. Estaban fungiendo los Pinedo de presidentes de la Asociación. Los Ortega, no dejaban de ser de a caballo. Nos juntamos y nos dice: -Les voy a ayudar, siempre y cuando Simón sea el presidente y yo el tesorero.”
“Don Gabriel estaba haciendo una casa muy bonita en el terreno que les compraron a los Macias y nada más terminó la casa e inmediatamente comenzó con el lienzo, para ello se trajo una camioneta del año para rifarla. Así pues, me indicó don Gabriel en cuantos números la íbamos a rifar y me instruyó para que se los repartiera a todos los socios. Cité a los muchachos a una junta, y les dije: -Muchachos don Gabriel ya nos puso a trabajar, y solo de esa forma vamos a hacer nosotros algo. La primera camioneta se la ganó Guillermo de la Isla; en total rifamos cuatro, otra de las cuales quedó también en Colotlán con Poncho Lozano. Con el dinero de las rifas, comenzamos a trabajar duro en el lienzo charro, para principios de año, traíamos ya 25 gentes trabajando en la obra. Don Gabriel quería inaugurar el lienzo para mayo, aunque fuera con una sola grada. y cuando don Gabriel le indicó al Ingeniero Márquez que quería inaugurar en el mes de mayo, este le contestó que no se lo podía entregar en tan corto tiempo y renunció.”
“Fue a un muchacho de apellido Muñoz de Zacatecas, que se acababa de recibir de ingeniero, al que le ofreció don Gabriel el trabajo, y el muchacho aceptó; no sólo le terminó el trabajo para el mes de mayo que quería don Gabriel, sino que de pasada lo amoló con una de las hijas. Don Gabriel les hizo la boda y la fiesta aquí en su casa de Colotlán”.
Desde luego que la obra no estaba terminada de todo a todo, por aquel entonces hubo cambio de presidente y entró Favio Ruiz Ortega y allí se continuó haciéndose que una grada hasta llegar al techo y demás detalles. A la fecha ya casi no le falta nada, pero ha sido un esfuerzo constante en todos estos años de los socios.
“Hace poco se pusieron los baños y los detalles que faltaban. Ahora que esta mi hijo Sergio de vuelta en la presidencia trae muchas ganas de trabajar, de modificar muchas cosas a favor del lienzo. Sale mucho dinero de los eventos, pero también son muchos los gastos, y a veces muy mal organizados, de tal forma que los ingresos se van en puras pérdidas. Muchas veces se compra el ganado caro y se venden barato. Sergio con la experiencia que tiene va a ver si puede defender los centavos.”
“Un torneo como el de mayo implica muchos gastos, simplemente el hotel, las comidas y las cenas de todos los charros invitados. Desde luego que los charros que vienen no cobran honorarios, viene por amor al deporte, y le tiran únicamente a los premios que son muy buenos: las monturas de cincuenta a sesenta mil pesos y los cintos que se le da a cada socio, de lo mejorcito de aquí. En ocasiones ellos piden apoyo para el arrastre del camión de los caballos. En los próximos eventos se va a buscar disminuir los gastos en las cenas, encargándoselas a cada socio para que las realice de forma personal. En una casa particular se defiende mucho más el dinero. Nosotros aquí en la casa, de cajón siempre les hemos dado una cena o un almuerzo, a un equipo o a los finalistas.”
El tiempo transcurre y apenas nos damos cuenta que han pasado varias horas. Sin duda nos encontramos frente a una persona que ha sabido llevar una vida ejemplar en muchos sentidos, que ha tenido la oportunidad de hacerse merecedor de muchos reconocimientos, como hombre, como amigo, como comerciante, como charro...
Ojala en el futuro cercano tengamos la oportunidad de sentarnos nuevamente bajo ese cobertizo pleno de testimonios y de recuerdos de una vida consagrada al campo y a la charrería y revivir en boca de uno de los hijos ejemplares de éste Colotlán un poco más de su historia.