Cuca de Avila Robledo
Hoy recordamos con cariño a la tía Cuca que fue una mujer de un temple físico y moral sorprendente, desde muy pequeña le toco vivir tremendas pruebas que fueron conformando la fortaleza de su carácter. Huérfana de padre a los siete años y de madre a los quince, debió soportar sobre sus tiernos hombros la responsabilidad de formar y mantener a sus hermanos, dirigir la casa y el rancho y salió venturosa de esa y muchas otras empresas. Con respeto, admiración y cariño para doña Cuca de Ávila Robledo.
Yo nací en el tiempo de las cosechas, un tres de noviembre de 1913, cuando estaba en su apogeo la revolución villista. Mis padres fueron: Julián de Ávila y María Dolores Robledo; mi papá era muy seguido por los revolucionarios, los que tenían algo eran muy perseguidos en ese entonces. Ellos vivían en Santa María y allí me bautizaron, nací en la casa que mis bisabuelos construyeron en Tenasco de Arriba y que les heredaron a sus hijos; ellos eran españoles y en esa época no dejaban a los españoles que entraran al pueblo a vivir o fincar en él, en los pueblos de indios no querían a los extranjeros, así que los padres de mi abuela compraron tierras y fincaron casa en Tenasco. Tiempo después ya dejaron asentarse a gente culta de las ciudades y comerciantes, pero ellos se quedaron allí.
Mi abuelita Francisca decía que éramos familiares de los Márquez, de la misma casa de ellos; ella era prima hermana de Julianita, la abuela de Antonio y Rosendo Márquez. Yo todavía me acuerdo como en sueños que decía mi abuelita:
-Doña Julianita tenia su ropón para montar, también yo tenía el mío y salíamos juntas a cabalgar, pero mi marido me vendió mi caballo y ya no fui más con ella. ¿A quien han visto con ropón para montar a caballo? A nadie. Seguramente eran ricos, pero eran curros.
En la casa de mi abuelita habían sido varios varones y dos mujeres, Francisca y Rebeca; mi abuelita Francisca estaba chuequita pero era muy bonita. Se caso un guapo con ella por puro interés de lo que tenía; sus padres tenían riqueza y el marido le acabo con todo. Al último todavía hizo la lucha de venderle las dos casas que le quedaron en Tenasco. Pero ella le dijo:
-Mira tengo dos hijos, una casa para cada uno de ellos. Ella cosiendo mantuvo a sus hijos con costura de deshilados.
Los hermanos de Julianita eran borrachos, jugadores y probablemente mujeriegos. Ellos despilfarraron lo que sus padres les dejaron en herencia y se tuvieron que ir al norte, antes de la revolución; en Tenasco se casaron con mujeres de allí y cuando se fueron al norte, a todas las dejaron. Decía mi abuelita que eran unos perversos. Sus padres tan buenos, tan honrados y tan completos, y que todos sus hijos tan parejos se fueron al norte, por sus vicios.
Platicaba mi mamá que cuando comenzó la revolución llegaron los revolucionarios al rancho gritando de groserías y buscando a los patrones, mi abuela les dijo que mi mamá era su nuera, y que le habían prestado la casa para que alumbrara allí, le creyeron y las dejaron en paz; como mi papá andaba de aquí para allá, mi abuelita le pidió permiso a mi papá de que dejara ir a mi mamá a los Estados Unidos, para que él tuviera más libertad y nosotros estuviéramos más seguros. En Estados Unidos vivía mi tío Pedro, hermano de mi mamá, él se fue de quince años para los Estados Unidos buscando ayudar a la familia, desprotegida a causa de la muerte de su padre.
En una fiesta en Tenasco de Abajo; dos amigos de mi abuelo Julián se andaban peleando, y él se levanto a defender a uno de ellos. En el pleito le dieron un piquete en la pierna, y se fue a sentar, allí se quedo sin decir nada hasta que murió desangrado. Mi tío Pedro se paso toda la vida por allá y sólo regreso para morirse en Santa María, con los pulmones destrozados por el trabajo de la mina. El se había ido al norte con los tíos, los hermanos de Julianita que trabajaban y vivían en Arizona.
De los hijos de Julianita, Rosendo Márquez fue compadre de mi papá y padrino de uno de mis hermanos. Yo siempre lo vi vestido de charro, con sombrero grande y bueno, botas y polainas. Cuando íbamos a visitarlos a su casa salía una hilera de chamacos. A Rosendo, lo conocí que salía a encontrarme sin pantalón, todo chorreado y muy güero. Las hermanas de Rosendo eran muy bonitas todas ellas. Rebeca otra de las hijas se caso con don Guadalupe Villarreal, que fue presidente de Santa María, él era una buena persona, todo el mundo hablaba bien de él. Decían que el hijo no se había parecido al padre. Ahora por Juan, su hijo, que tuvo fama de caramba, y de salidor. De joven no lo conocí, pero ya después fue novio de mis amigas de Lupe, y de Lola Sánchez, una de las hacendadas. Yo tambièn fui amiga de su hermana Chilo, la hija más grande; a ella la conocí en Santa María, donde se caso muy joven y se fue a vivir a California con su marido.
Cuando mi papá nos dio permiso y nos fuimos a Estados Unidos, a mi me sacó un señor sirviente de mi papá, por el monte, juntándonos después todos en Villanueva, Zacatecas, y de allí a Zacatecas, por tren. A mi mamá no se como la sacaron, pero ella iba junto con la niña pequeña, Carmen y Luís mi hermano más grande, que nació mal, no podía caminar y no hablaba. Así toda la familia nos fuimos a vivir a Morency con los tíos, bueno, los que aún quedaban de ellos. Morency era una ciudad minera, donde se explotaba el cobre, y que en aquel entonces era una población no muy grande polvorienta y sucia. Mis tíos vivían en un barrio de mexicanos que le llamaban el “Seis” estaba en la parte alta de una colina, las casas eran de madera, cubiertas por dentro por un especie de cartón y pintadas de colores fuertes y vivos. No había entonces electricidad y apenas si agua corriente y una especie de canal exterior que servia de desagüe. Mis tíos al igual que muchos otros mexicanos, europeos y gringos trabajaban en las minas subterráneas y le pagaban dos dólares por jornada. Allí en Morency, Arizona fue que me confirmaron. Dos años estuvimos allá y regresamos cuando la epidemia de tifo, por allá en 1916.
Un buen día mi papá mandó por nosotros, él había arreglado casa para recibirnos, y mandó a un tío de las Hernández, José Solís, quién fue hasta Morency por nosotros, porque mi mamá venía con tres hijos, Carmen, Luís y yo, Luís estaba enfermo, no podía hablar. Cuando murió èl estaba tan grande como yo, que tenia ocho años. Recuerdo que veníamos todos muy elegantes, mamá venía con uno de esos vestidos con aros, en aquel entonces era común que los hombres usaran pantalón y chaparreras y el dominguero era el pantalón Britch, que era apretado en los muslo, con tacos y botas, creo que así vestía mi padre. Mi hermano Luís venía con pantalón de pana, con puños en los tobillos, boina y camisa. Mi abuelita se vino de Morency con nosotros, y cuando murió mi madre, que tendría unos 37 años. Ella nos sirvió mucho, pues se quedo con nosotros.
Recuerdo que estaba yo recién llegada del norte, cuando por primera vez camine por la plaza, me llamó la atención que había dos avenidas encontradas en la plaza, la interior caminaba solo la gente de sociedad, principalmente los jóvenes, por la otra la gente del pueblo; recuerdo que era yo una niña entonces cuando hacían eso, Después cambio la cosa, cualquiera podía andar por donde quisiera.
Estudie en Colotlán hasta sexto, mi mamá no me dejo hacer secundaria porque ya tenía pretendientes para entonces, y como era lista no quiso arriesgarse, así que volví hacer la primaria dos veces más. La escuela de niñas, estaba donde hoy es la terminal de autobuses. Había sido una de las tantas casas propiedad de don Eusebio Barragán, quien en tiempos de la revolución salió de Colotlán y dejo todos sus bienes; nunca regreso y el municipio le subasto todas sus propiedades, de 93 a 96 predios. Esa casa la tomaron durante un tiempo para escuela. Cuando la escuela era en la terminal, la directora era una señora de Guadalajara, se llamaba Clarisa Alonso, después la vino a suplir, la señora María Ruiz Cabañas, ella era casada y tenía dos hijos, Cuca y Miguel, este último fue un abogado penalista muy famosos en Guadalajara.
Después la escuela se paso a donde hoy es la secundaria. La escuela de niños era en donde fue el Curato y que hoy es el mercado. Entre las compañeras que tuve en la escuela recuerdo a Sara, que fue mi vecina, y se caso con salvador Hernández (zapatero), Elisa Márquez, era media hermana de don Benjamín Márquez, ella era hija de la primera esposa de don Evelio Márquez, ella me llego a invitar al Carrizal, pero nunca fui. Me toco también estar con mi hermana Carmen, con Cuca González, Rebeca Escobedo, a esta última la mataron por líos amorosos. Primero, segundo y tercero, tuve de profesor al Sr. cura Martínez.
Don Santiago Alejo grande era casado, pero de cuando yo me acuerdo ya estaba divorciado. Su mujer Avelina era bajita, finita, delgadita. Tuvieron dos hijos: Santiago Jr. y Wilibaldo, cuando se separaron Santiago se quedó con el padre, y Wilibaldo siguió a la mamá, y no tuvo dinero. Don Santiago era gordo, blanco. El compró en Colotlán, 95 propiedades, y tuvo su dinero, guardado de los bandidos y revolucionarios, en una viga hueca en un cuarto de su casa, la lleno de monedas de oro y allí quedo olvidado después de su muerte. Yo lo conocí porque vivía en la esquina de mi casa. A mí me daba mi mamá todos los días: un ponche, un huevo y una cucharada de emulsión de Scott, eso se me salía por los ojos. Mi mamá no preguntaba si le gustaba a la niña. Tómeselo y ya. En la esquina del molino me arrimaba y vomitaba todo. Don Santiago me vio y le mando decir a mi mamá que yo deponía todo lo que me daba de comer, y que iba a la escuela en ayunas. Mi mamá dio en mandarme un lonche a la escuela a la hora del recreo. La panzona de Rosa Aldana y otras groseras decían:
-Ya le mandaron a la actriz cesar su lonche. Me mandaba una quesadilla y una fruta. Me hacían la burla, y yo tenia que salir a comer lo que me mandaba mi mamá.
La lavandera de la casa, les lavaba también a ellos, al padre y al hijo. El hijo, bien vestido siempre, pero con huaraches, se le veían sus pies, blancos, bonitos. No maltratados. Usaba huaraches por gusto. El se enamoro de una sirvienta por allá por San Lorenzo, la muchacha muy limpia, con delantal almidonada, muy bien vestida, pero no curra. Casi todo Chihuahua era de los Alejo. Santiago hijo no se caso nunca, pero si tuvo un hijo: Flavio, quién se caso con una hija de don Demetrio Lozano, Conchita se llamaba y era una mujer muy bonita y elegante. Y nada mas se murió su padre, Santiago chico, y Flavio se dio gusto compitiendo con los artistas y gastando dinero a manos llenas.
Después de varios años fue don Luís Huízar quién se encontró el dinero de Santiago Alejo. Cuando Luís Huízar y Fabio Ruíz se repartieron sabrá Dios por que razón, los bienes de Don Santiago, Fabio me preguntó que era lo que le aconsejaba que tomara, si la casa de don Santiago o los tractores. Yo le aconseje que a mi ver los tractores eran mejor opción. Por eso él los agarro en lugar del inmueble y a don Luís le toco la casa y el oro. En una ocasión que don Luís estaba arreglando el techo de uno de los cuartos, le cayó encima una lluvia de oro, el gas del metal le hizo daño y a resultas de eso murió.
Cuando terminé la primaria, Paco Huízar era el inspector de las escuelas del estado, y a mi me daba plaza y los permisos necesarios para ser maestra. Pero mi mamá no me dejo, como tampoco entrar a una secundaria que hubo unos días, esto porque yo ya tenía novio, y como ella era viuda no me dejaba. Pero si me permitió ir a la escuela primaria, por puro gusto hice tres años de sexto, sacando buenas calificaciones, aún tengo mis tres certificados. Mi mamá tenía razón, yo tenía que salir a dar semilla para sembrar, a dar habilitaciones para lo que fuera, a recoger cosecha, a rentar burros para mandar la cosecha, partir a los medieros. Teníamos vacas, y vendíamos la leche y de allí sacábamos para todos nuestros gastos. Desde los trece años andaba yo en todo lo relativo al rancho y a la casa, cuando tenía quince años de edad murió mi mamá. Había quedado huérfana de padre a los siete años. Mi Papá murió un día diez de septiembre y desde ese día yo anduve siempre pegada con mi mamá, porque ella era muy joven y muy bonita, y yo muy celosa. No porque diera lugar. Ella me decía vamos al rancho Cuca, vamos a la plaza Cuca, y allí estaba yo siempre con ella.
Mi mamá murió a causa de un elote, a ella le gustaban mucho, se comió un elote en la noche, y le dio diarrea que no se le corto con nada, y no se pudo recuperar. El Dr. Cumplido, era el doctor de cabecera de la casa y no la pudo aliviar. Era cólera, entonces no se conocía, ni había remedio. Mi mamá murió muy joven de unos treinta y seis años, no tenia ni una sola cana. La lavandera que nos lavaba le decía:
-Hay doña Lola, va tan bonito el río de la Cantera, vamos para que se bañe.
-Iridian me ruega mucho que vaya con ella al río.
-No mamá vienes en la noche, vamos todos.
-No, no para descansar de ustedes.
Cuando regresó del arroyo, llegó con un granito chiquito como de piquete de zancudo. Con el tiempo aquel chipote le fue creciendo, cuando fuimos con el doctor, dijo que no podía hace nada, que había que sacarla fuera.
-Necesitan perforar, raspar y poner una placa de platino.
Nosotros sin dinero. Se empeoro al grado que le pusieron un aparato de yeso del estomago al tobillo en las dos piernas. Ella era robusta y alta. Se le rompió el aparato y le pusieron otro, le daba un dolor fuertísimo, no le pudieron arreglar. Yo me enseñe a inyectar para calmarle el dolor. Creo que de eso murió.
El tutor que nos dejo mi papá era el Dr. Cumplido, Dios me perdone sin son mentiras. A nosotros nos faltaba algo e íbamos a quejarnos con el Dr. Ramón Cumplido.
-Que mi tío no nos manda nada, ni maíz, ni fríjol.
E inmediatamente estaba todo lo que ocupábamos. En tiempos de la revolución, en mi casa había una troje grande para el maíz, y un cuarto chico para el fríjol. Le dije a mi mamá le voy a mandar todo lo que pueda para que me lo guarde aquí. Se levantaban buenas cosechas y había mucho maíz y de esa forma comenzamos a salir adelante por nosotras mismas.
Por ese tiempo en el local de las Martínez, llego a ser teatro, también llegue a ir al cine mudo en el mismo lugar; no se decirte quienes eran las artistas que se presentaban en el teatro, desde luego más grandes que uno, pero eran todos de aquí del pueblo. Se organizaban eventos sociales y eran allí en el teatro. Fue por esa época que comenzaron a poner presidentes que eran agraristas. Agustín Rivera del Carrizal fue uno de ellos, lo pusieron preso no recuerdo el motivo, y lo sacaron como para dar declaración e hicieron el simulacro como de que se quería escapar y le aplicaron la ley fuga , otro lo fue el mentado “Pasojo” que se apellidaba Santoyo, ambos eran gobiernistas. A don Agustín le toco la suerte de que lo mataran en el mismo sitio donde mataron a los padres, yo recuerdo de cuando los mataron, salimos de la escuela y estaba la aglomeración allí en la presidencia y toda la gente estaba allí con sus algodones para recoger la sangre de los sacerdotes como reliquia.
A los agraristas el gobierno les dio armas y tierras, o la promesa por lo menos de ellas, para que defendieran su partido, cuando fuera necesario. Se decían del gobierno porque eran agraristas. En la guerra de los cristeros, vinieron ganando los de Huacasco, el grupo más fuerte y rateros, eran los del Carrizal, tenían fama de malos, asesinos y de rateros. Los abanderaban don Eliseo Navarro y un primo concuño de él, un tal Rafael Raygoza. Esos si que eran adinerados, se robaban el ganado, iban a la hacienda del Cuidado y echaban un lazo y se traían el ganado que querían. Los ricos siempre tuvieron de enemigos a los agraristas, entonces se oyó la versión de que iban a repartir todas las Haciendas: Santa Teresa, el Hepazote, y la de Huacasco.
De los cristeros recuerdo que se juntaron muchas gentes en el camposanto de arriba, para ir a visitar a la Virgen de Santiago, para ir a pedir por el temporal. Me invitaron junto con muchas muchachas, Lorencita Salazar me invito a mí. Era mi vecina en la calle Cuahutémoc No. 17. Cerca de la calle del Centenario, que era muy arenosa y donde eran los rodeos. Mi casa era en la mera subida, a cuatro casas de la esquina. Allí nacieron todos mis hijos, tuve cuatro, de ellos una niña se me murió. Don Agustín Rivera, muy prepotente, mando a la policía, y quisieron meter o las metieron a las que iban a Santiago. Yo no fui porque con el sol me dolía la cabeza y después me dio mucho gusto de no haber ido.
Durante la Cristeada estuvo destacamentazo el 75 regimiento en Colotlán, y el estado mayor se estableció en la casa que fue de las Zulueta, que ahora es el Super González. Unos cuantas casas más hacia el barrio alto, tenía su casa el Dr. Ramón Cumplido quién era un hombre delgado, moreno, de dientes pequeños y muy pretencioso; estaba casado con una hija del árabe don Salvador Ahued, que había venido de Argentina con sus hijos, pusieron tienda de ropa buena, donde Romualdo tuvo después su tienda, ellos tenían dinero. Las muchachas eran jóvenes, blancas y muy bonitas y con una de ellas se caso el doctor. La pareja tuvo un hijo, que se les contagio de una enfermedad y murió.
La criada del Doctor Cumplido le platicó a mi mamá que la esposa del doctor, se levantaba a la primera llamada de misa. A la sirvienta la mandaba a misa y ella se quedaba con un militar allí en la casa de los Zulueta. En ese tiempo se puso muy feo en Colotlán y unos se fueron a Zacatecas, otros a Guadalajara, y los que no pudimos salir nos quedamos aquí. El Doctor tarde que temprano se entero de la infidelidad de su mujer y aprovecho y se fue a Guadalajara. Estando allá una noche llegaron unas personas y le pidieron una consulta, y ya no regreso Ella regreso a Colotlán de viuda, diciendo que había desaparecido su marido, fue a la casa y recogió todo lo que tenían, al poco tiempo llego el Dr. Román y dijeron que era su amante. El cuerpo del Dr. Cumplido lo encontraron mucho tiempo después hecho pedazos, en el baño de una casa vieja.
Fue por allí por 1933 que empezó a trabajar mi hermana Carmen como maestra, a mí también me daban trabajo, pero yo tenia que atender el rancho y la casa, y pensé:
-Yo que voy a batallar con crías. No me gustaba la escuela, para ir al chacoteo.
El primer trabajo que le dieron a Carmen fue en el Capulín, y ella me pidió que le fuera a vacunar a los niños, tenía como 35. Fue la primera vez que fui al Capulín con ella. Entonces ya había muerto mi mamá. En la noche, no podía dormir y sentí tropel de gente, y esa madrugada fue el día que mataron a Paco. Don Evelio Márquez era cuñado de don Eliseo y de Rafael Raygoza, los principales líderes de los agraristas. Cuando Benjamín fue por mi llegó con la nueva de que habían matado a Paco, que estaban tomando nieve, y que no querían matar a Don Segundo, pero echo mano a la pistola y lo mataron también. Los agraristas eran la pelusa de los ranchos, y la pelusa de los ranchos vinieron subiendo un día después de que robaron a Luís Torres y a Micaela, él era su esposo y vino del norte e hizo su casa al estilo norteño, y cuando entraron esos de policías y lo robaron. A don Agustín de Ávila lo robaron con el rancho de sus padres. Pero lograron el mando, con Agustín Rivera y lo sostuvieron aún después de muerto aquel. Estuvieron en el poder en Colotlán, cuando Cárdenas. Por alguna razón mucha gente involucraba a Paco Huízar con la muerte de Agustín Rivera y la gente le mandaba anónimos a Paco que se cuidara mucho, que cuidara su vida, que lo querían matar, que era casado, pero el se creía muy vivo, y no creyó que lo mataban. Paco tenía el palo y el mando en la política de Colotlán. estaba apoyado por su hermano Diego, que estaba muy bien relacionada a nivel nacional y estatal.
Paco Huízar fue esposo de Carmelita, se caso con ella, cuando la pidieron su papá no la quería dar por que Paco era hija de don Inés Huízar “El delgadito”, el era muy alto y flaco, originario del rancho de San Nicolás. Don Inés vivió por mi calle, la Cuahutémoc. El primer niño de Paco y Carmelita se perdió, porque Paco era muy celoso, no quería que ella fuera al medico y la atendió una partera y no se le crió el niño; el segundo, fue Paco, y entonces mataron a su marido los del Carrizal. Lo mataron por la política, el manejaba todo en Colotlán y los agraristas eran unos rateros todos. Los personas mas grandes eran don Eliseo Navarro y un cuñado del él, Rafael Raygoza. Tenían muy mala fama. El papá de Carmelita se llamaba Salvador Ortega, hermano de Nacho y de mi esposo Francisco, que era el más chico. Decía la gente que Salvador estaba enfermo de angina de pecho, y que murió por el pesar de la hija.
Después de la muerte de su esposo, Carmelita no quería ir a Guadalajara, la familia de Paco vivía allá y estaban muy bien relacionados y a ella le daba vergüenza con la familia política. Su hermano Benjamín Ortega junto con uno del Barrio del Rincón Verde, de apellido Olguín, y Herminio Sánchez se acababan de dar de alta en el ejército y andaban de soldados rasos, estacionados en Guadalajara. En ese tiempo estábamos recién casados Pancho y yo y fueron Chana Ruíz, la mamá de Benjamín y Carmelita, su hermana, a pedirle permiso a Pancho, para que pudiera quedarse Benjamín con nosotros y poder verlo allí. Vivíamos donde era la estación de los tranvías, en el mero centro, en la cuchilla de Degollado y Mastranza.
Decía Carmelita que con Diego Huízar, el hermano de Paco le daba vergüenza. A ella le daba vergüenza que llegara su hermano vestido de soldado raso, a la casa de los Huízar. Pancho les dijo que llegaran con nosotros. No llegó, pero les tocó la suerte que acercándose ellas al cuartel, se encontraron a José de Jesús La Carra Rico, y que le encomendaron a los muchachos, y que él los tomo a su cargo y los ayudo mucho siempre. La Carra fue uno de los generales que durante la revolución estuvieron en Colotlán y que se caso con la única hija de Fernando Ortega, con Helena. Dicen que ya en Aguascalientes la quería dejar, que había muchas mujeres bonitas y ellos con poder podían conseguir cualquiera.
Pero don Juan José Zulueta, le dijo:
-No hombre, es buena muchacha, como la va a dejar. Ella era amiga de su mujer.
Lacarra y Helena tuvieron un solo hijo varón y varias mujeres, el varón se les murió de cáncer muy joven, y Helena una de las hijas, se caso con el Che Méndez, un hijo adoptivo del presidente Manuel Ávila Camacho, ellos tenia el palo y el mando.
Me case de 22 años con Francisco Ortega, aquí en Colotlán a lo civil, y por la Iglesia en Aguascalientes Mi marido era prestamista, vendió su rancho y animales y puso una fábrica de hielo en Colotlán. Nos casamos en el año 36, después vivimos en Guadalajara, donde Pancho montó una fábrica de cajas de cartón para el calzado. Este negocio lo tenía Manuel Ortega, primo de una prima y gran amigo de mi papá. Él había salido desde la revolución de Santa María y había hecho dinero y Pancho se vino haciendo amigo de él. Pancho le preguntó que negocio le convenía hacer y el le recomendó este negocio, el tenía una fábrica de cajas de cartón, y le dijo que le iba a pasar clientes. Por ese tiempo, se habían ido también a Guadalajara “Las hacendadas”, Josefina Sánchez y su hermana, les decían así porque eran las dueña de la hacienda de Santa María; ella era esposa del dueño de los baños del agua caliente, Fernando de la Torre. Pancho les ayudo a mandar hacer las máquinas, como las que el tenia para que pusieran su fábrica y pudieran mantenerse. Su esposo se quedo en Santa María, él fue muy amigo mío, pues nos conocimos mucho cuando vivimos en Guadalajara. Pancho estaba trabajando bien, y yo tenía el tiempo desocupado, y quería hacer algo para ganar dinero, así que Pancho me dio el trabajo de ponerles las etiquetas a las cajas terminadas. Estábamos trabajando bien y fue entonces que llegó Cárdenas al gobierno y los obreros se alborotaron, dos de ellos se pelearon y entonces Pancho tuvo miedo de que llegara conciliación, y por eso vendió todo y nos venimos a Colotlán.
Cuando se construyó la secundaria, mi marido dio su trabajo desde que se bendijo la primera piedra, hasta que se entregaron las llaves de la escuela. Rafael Haro dio dinero, y mucha gente coopero con dinero ó trabajo, pero mi marido se entendió con toda la gente y la raya todo el tiempo que duro la construcción. Llegaba tan cansado por las noches a la casa, que lo desvestía yo, y cenaba en la cama. El trabajo mucho en esa escuela, para beneficio de los jóvenes, incluidos nuestros hijos.
Yo fui muy amiga de las hijas de don Juan Zulueta, ellas fueron mis compañeras en el último año que estuve en sexto: Julita y Emma. Eran muy bonitas y vivían en donde Artemio González tiene el súper, en la esquina de Morelos y Guerrero. Julita fue consuegra de Carmelita Ortega. Ella tuvo dos hijas que estudiaron en León, una de ellas se caso con Paco Huizar Ortega. Las Zulueta eran las dueñas de la hacienda de Huacasco, y ellas se la vendieron a los hijos de Fernando Ortega. Su papá don Juan tuvo muchos negocios y propiedades en Colotlán. Juanito hijo, se caso y vivió en Fresnillo, allí tenia una refaccionaría. Él era farolón, pretencioso y gastador como su padre. Mientras tuvo dinero lo traían que válgame dios. Pero en Fresnillo se fue para abajo y se acabaron los amigos. El sumió en la ruina a Nacho Martínez, su cuñado, esposa de su hermana. Le pidió ser su aval, y los bancos lo acabaron. Nacho tenía una tienda en Ojocaliente. Julita se caso con un tipo de un hotel, muy mujeriego. El marido se mato con una mujer en un hotel de Fresnillo. La hija mas grande de Nacho quería se monja, y el tenia mucho pesar por ella.
Cuando ya nos vinimos a vivir aquí a León, Guanajuato, ellas también vivían aquí y todos los días me visitaban; ellas eran diez junto con dos criadas.
-Emma tan gritona no me dejan estudiar, le decía
y Emma respondía: -Estoy tan nerviosa, vamonos a la calle.
Ellas las Zulueta, dueñas de la hacienda, tenían buenas relaciones en la ciudad, no querían ir a la plaza por no encontrarse a nadie, pero nos íbamos a la calzada, las niñas jugando en las bancas y nosotros sentadas platicando, pasábamos muy contentas el rato.
Conocí muy bien a don Agustín de Ávila, era muy delgado, blanco, con la piel embarrado en el hueso, un bigote ralo y una voz muy queda, había que poner mucha atención para oírle la voz. Se caso dos veces, la primera mujer se llamaba Elena, y la segunda fue Merceditas, la hija de don Ramón Ruíz. Creo que solo con Merceditas tuvo familia, Lupe y Agustín. Lupe nació bien pero con el tiempo se le desarrollo una enfermedad, estaba medio gelatinosa, la llevaban la sirvientas a misa, de sombrero y guante.
Don Agustín fue de los ricos de abolengo, se dedico al campo, tenía muchas propiedades y ganado y también al comercio, en la esquina de la farmacia de los Vázquez tenía su tienda. Don Agustín vendía ropa y abarrotes. Su esposa la señora Merceditas, igual tenía sus bienes, vendía leche, y con el puro dinero de la leche, le compro carro a Agustinillo.
También su tía Pepa Ruíz, vendió el rancho y todo lo que tenía y compro su casa en la calle Morelos donde cierra la calle hacia la Terán, y después se la heredó o regaló a Agustinito, era una casa común y corriente, y allí apareció después una muchacha que tenía Agustín. Ramón Ruiz la metió a trabajar en la tienda. Al parecer ella fue mujer del padre y del hijo. Don Agustín fue siempre muy enamorado, tuvo una amante en contra esquina de la casa de su cuñado, allí donde estaba la panadería de Juan Zancas. Don Agustín pasaba como todo un muchacho, con su bastón y bufanda y se ponía a platicar en el balcón de la muchacha. También tenía una muchacha que le decían la treinta-treinta por la calle Marcos Escobedo, una mujer bien vestida y muy elegante.
Pero a don Agustín y a Merceditas les tocaron grandes penas, sus dos hijos murieron muy jóvenes, primero ella de la enfermedad y después el hijo. Según eso el día 15 de septiembre, un peladillo Manuel Lozano, el criado de ellos, le grito Gavilán Pollero a donde Agustín y Agustinillo que estaba cerca lo oyó y por allí empezó el pleito, y dondequiera que lo veía lo maltrataba. Total que un día se hicieron de palabras y lo mataron por la independencia hacia el río, a unos metros de la plaza. Mi hermano Nacho, pasaba por allí y le toco escuchar los disparos y auxiliar en sus últimos momentos a Agustinillo. Nacho estuvo enfermó de la impresión, y yo lo cuide en mi casa por algunos días. Vino gente de muchos lugares al entierro de Agustinillo, de Santa María, Mezquitic etc. y se acabo la comida que había en los hoteles y lugares de venta. Ese día no encontraba nada en el mercado, ni el portal, después del mediodía. El sepelio fue en la mañana.
A don Agustín de Ávila le quedaron muchos remordimientos…
Mi abuelita Francisca decía que éramos familiares de los Márquez, de la misma casa de ellos; ella era prima hermana de Julianita, la abuela de Antonio y Rosendo Márquez. Yo todavía me acuerdo como en sueños que decía mi abuelita:
-Doña Julianita tenia su ropón para montar, también yo tenía el mío y salíamos juntas a cabalgar, pero mi marido me vendió mi caballo y ya no fui más con ella. ¿A quien han visto con ropón para montar a caballo? A nadie. Seguramente eran ricos, pero eran curros.
En la casa de mi abuelita habían sido varios varones y dos mujeres, Francisca y Rebeca; mi abuelita Francisca estaba chuequita pero era muy bonita. Se caso un guapo con ella por puro interés de lo que tenía; sus padres tenían riqueza y el marido le acabo con todo. Al último todavía hizo la lucha de venderle las dos casas que le quedaron en Tenasco. Pero ella le dijo:
-Mira tengo dos hijos, una casa para cada uno de ellos. Ella cosiendo mantuvo a sus hijos con costura de deshilados.
Los hermanos de Julianita eran borrachos, jugadores y probablemente mujeriegos. Ellos despilfarraron lo que sus padres les dejaron en herencia y se tuvieron que ir al norte, antes de la revolución; en Tenasco se casaron con mujeres de allí y cuando se fueron al norte, a todas las dejaron. Decía mi abuelita que eran unos perversos. Sus padres tan buenos, tan honrados y tan completos, y que todos sus hijos tan parejos se fueron al norte, por sus vicios.
Platicaba mi mamá que cuando comenzó la revolución llegaron los revolucionarios al rancho gritando de groserías y buscando a los patrones, mi abuela les dijo que mi mamá era su nuera, y que le habían prestado la casa para que alumbrara allí, le creyeron y las dejaron en paz; como mi papá andaba de aquí para allá, mi abuelita le pidió permiso a mi papá de que dejara ir a mi mamá a los Estados Unidos, para que él tuviera más libertad y nosotros estuviéramos más seguros. En Estados Unidos vivía mi tío Pedro, hermano de mi mamá, él se fue de quince años para los Estados Unidos buscando ayudar a la familia, desprotegida a causa de la muerte de su padre.
En una fiesta en Tenasco de Abajo; dos amigos de mi abuelo Julián se andaban peleando, y él se levanto a defender a uno de ellos. En el pleito le dieron un piquete en la pierna, y se fue a sentar, allí se quedo sin decir nada hasta que murió desangrado. Mi tío Pedro se paso toda la vida por allá y sólo regreso para morirse en Santa María, con los pulmones destrozados por el trabajo de la mina. El se había ido al norte con los tíos, los hermanos de Julianita que trabajaban y vivían en Arizona.
De los hijos de Julianita, Rosendo Márquez fue compadre de mi papá y padrino de uno de mis hermanos. Yo siempre lo vi vestido de charro, con sombrero grande y bueno, botas y polainas. Cuando íbamos a visitarlos a su casa salía una hilera de chamacos. A Rosendo, lo conocí que salía a encontrarme sin pantalón, todo chorreado y muy güero. Las hermanas de Rosendo eran muy bonitas todas ellas. Rebeca otra de las hijas se caso con don Guadalupe Villarreal, que fue presidente de Santa María, él era una buena persona, todo el mundo hablaba bien de él. Decían que el hijo no se había parecido al padre. Ahora por Juan, su hijo, que tuvo fama de caramba, y de salidor. De joven no lo conocí, pero ya después fue novio de mis amigas de Lupe, y de Lola Sánchez, una de las hacendadas. Yo tambièn fui amiga de su hermana Chilo, la hija más grande; a ella la conocí en Santa María, donde se caso muy joven y se fue a vivir a California con su marido.
Cuando mi papá nos dio permiso y nos fuimos a Estados Unidos, a mi me sacó un señor sirviente de mi papá, por el monte, juntándonos después todos en Villanueva, Zacatecas, y de allí a Zacatecas, por tren. A mi mamá no se como la sacaron, pero ella iba junto con la niña pequeña, Carmen y Luís mi hermano más grande, que nació mal, no podía caminar y no hablaba. Así toda la familia nos fuimos a vivir a Morency con los tíos, bueno, los que aún quedaban de ellos. Morency era una ciudad minera, donde se explotaba el cobre, y que en aquel entonces era una población no muy grande polvorienta y sucia. Mis tíos vivían en un barrio de mexicanos que le llamaban el “Seis” estaba en la parte alta de una colina, las casas eran de madera, cubiertas por dentro por un especie de cartón y pintadas de colores fuertes y vivos. No había entonces electricidad y apenas si agua corriente y una especie de canal exterior que servia de desagüe. Mis tíos al igual que muchos otros mexicanos, europeos y gringos trabajaban en las minas subterráneas y le pagaban dos dólares por jornada. Allí en Morency, Arizona fue que me confirmaron. Dos años estuvimos allá y regresamos cuando la epidemia de tifo, por allá en 1916.
Un buen día mi papá mandó por nosotros, él había arreglado casa para recibirnos, y mandó a un tío de las Hernández, José Solís, quién fue hasta Morency por nosotros, porque mi mamá venía con tres hijos, Carmen, Luís y yo, Luís estaba enfermo, no podía hablar. Cuando murió èl estaba tan grande como yo, que tenia ocho años. Recuerdo que veníamos todos muy elegantes, mamá venía con uno de esos vestidos con aros, en aquel entonces era común que los hombres usaran pantalón y chaparreras y el dominguero era el pantalón Britch, que era apretado en los muslo, con tacos y botas, creo que así vestía mi padre. Mi hermano Luís venía con pantalón de pana, con puños en los tobillos, boina y camisa. Mi abuelita se vino de Morency con nosotros, y cuando murió mi madre, que tendría unos 37 años. Ella nos sirvió mucho, pues se quedo con nosotros.
Recuerdo que estaba yo recién llegada del norte, cuando por primera vez camine por la plaza, me llamó la atención que había dos avenidas encontradas en la plaza, la interior caminaba solo la gente de sociedad, principalmente los jóvenes, por la otra la gente del pueblo; recuerdo que era yo una niña entonces cuando hacían eso, Después cambio la cosa, cualquiera podía andar por donde quisiera.
Estudie en Colotlán hasta sexto, mi mamá no me dejo hacer secundaria porque ya tenía pretendientes para entonces, y como era lista no quiso arriesgarse, así que volví hacer la primaria dos veces más. La escuela de niñas, estaba donde hoy es la terminal de autobuses. Había sido una de las tantas casas propiedad de don Eusebio Barragán, quien en tiempos de la revolución salió de Colotlán y dejo todos sus bienes; nunca regreso y el municipio le subasto todas sus propiedades, de 93 a 96 predios. Esa casa la tomaron durante un tiempo para escuela. Cuando la escuela era en la terminal, la directora era una señora de Guadalajara, se llamaba Clarisa Alonso, después la vino a suplir, la señora María Ruiz Cabañas, ella era casada y tenía dos hijos, Cuca y Miguel, este último fue un abogado penalista muy famosos en Guadalajara.
Después la escuela se paso a donde hoy es la secundaria. La escuela de niños era en donde fue el Curato y que hoy es el mercado. Entre las compañeras que tuve en la escuela recuerdo a Sara, que fue mi vecina, y se caso con salvador Hernández (zapatero), Elisa Márquez, era media hermana de don Benjamín Márquez, ella era hija de la primera esposa de don Evelio Márquez, ella me llego a invitar al Carrizal, pero nunca fui. Me toco también estar con mi hermana Carmen, con Cuca González, Rebeca Escobedo, a esta última la mataron por líos amorosos. Primero, segundo y tercero, tuve de profesor al Sr. cura Martínez.
Don Santiago Alejo grande era casado, pero de cuando yo me acuerdo ya estaba divorciado. Su mujer Avelina era bajita, finita, delgadita. Tuvieron dos hijos: Santiago Jr. y Wilibaldo, cuando se separaron Santiago se quedó con el padre, y Wilibaldo siguió a la mamá, y no tuvo dinero. Don Santiago era gordo, blanco. El compró en Colotlán, 95 propiedades, y tuvo su dinero, guardado de los bandidos y revolucionarios, en una viga hueca en un cuarto de su casa, la lleno de monedas de oro y allí quedo olvidado después de su muerte. Yo lo conocí porque vivía en la esquina de mi casa. A mí me daba mi mamá todos los días: un ponche, un huevo y una cucharada de emulsión de Scott, eso se me salía por los ojos. Mi mamá no preguntaba si le gustaba a la niña. Tómeselo y ya. En la esquina del molino me arrimaba y vomitaba todo. Don Santiago me vio y le mando decir a mi mamá que yo deponía todo lo que me daba de comer, y que iba a la escuela en ayunas. Mi mamá dio en mandarme un lonche a la escuela a la hora del recreo. La panzona de Rosa Aldana y otras groseras decían:
-Ya le mandaron a la actriz cesar su lonche. Me mandaba una quesadilla y una fruta. Me hacían la burla, y yo tenia que salir a comer lo que me mandaba mi mamá.
La lavandera de la casa, les lavaba también a ellos, al padre y al hijo. El hijo, bien vestido siempre, pero con huaraches, se le veían sus pies, blancos, bonitos. No maltratados. Usaba huaraches por gusto. El se enamoro de una sirvienta por allá por San Lorenzo, la muchacha muy limpia, con delantal almidonada, muy bien vestida, pero no curra. Casi todo Chihuahua era de los Alejo. Santiago hijo no se caso nunca, pero si tuvo un hijo: Flavio, quién se caso con una hija de don Demetrio Lozano, Conchita se llamaba y era una mujer muy bonita y elegante. Y nada mas se murió su padre, Santiago chico, y Flavio se dio gusto compitiendo con los artistas y gastando dinero a manos llenas.
Después de varios años fue don Luís Huízar quién se encontró el dinero de Santiago Alejo. Cuando Luís Huízar y Fabio Ruíz se repartieron sabrá Dios por que razón, los bienes de Don Santiago, Fabio me preguntó que era lo que le aconsejaba que tomara, si la casa de don Santiago o los tractores. Yo le aconseje que a mi ver los tractores eran mejor opción. Por eso él los agarro en lugar del inmueble y a don Luís le toco la casa y el oro. En una ocasión que don Luís estaba arreglando el techo de uno de los cuartos, le cayó encima una lluvia de oro, el gas del metal le hizo daño y a resultas de eso murió.
Cuando terminé la primaria, Paco Huízar era el inspector de las escuelas del estado, y a mi me daba plaza y los permisos necesarios para ser maestra. Pero mi mamá no me dejo, como tampoco entrar a una secundaria que hubo unos días, esto porque yo ya tenía novio, y como ella era viuda no me dejaba. Pero si me permitió ir a la escuela primaria, por puro gusto hice tres años de sexto, sacando buenas calificaciones, aún tengo mis tres certificados. Mi mamá tenía razón, yo tenía que salir a dar semilla para sembrar, a dar habilitaciones para lo que fuera, a recoger cosecha, a rentar burros para mandar la cosecha, partir a los medieros. Teníamos vacas, y vendíamos la leche y de allí sacábamos para todos nuestros gastos. Desde los trece años andaba yo en todo lo relativo al rancho y a la casa, cuando tenía quince años de edad murió mi mamá. Había quedado huérfana de padre a los siete años. Mi Papá murió un día diez de septiembre y desde ese día yo anduve siempre pegada con mi mamá, porque ella era muy joven y muy bonita, y yo muy celosa. No porque diera lugar. Ella me decía vamos al rancho Cuca, vamos a la plaza Cuca, y allí estaba yo siempre con ella.
Mi mamá murió a causa de un elote, a ella le gustaban mucho, se comió un elote en la noche, y le dio diarrea que no se le corto con nada, y no se pudo recuperar. El Dr. Cumplido, era el doctor de cabecera de la casa y no la pudo aliviar. Era cólera, entonces no se conocía, ni había remedio. Mi mamá murió muy joven de unos treinta y seis años, no tenia ni una sola cana. La lavandera que nos lavaba le decía:
-Hay doña Lola, va tan bonito el río de la Cantera, vamos para que se bañe.
-Iridian me ruega mucho que vaya con ella al río.
-No mamá vienes en la noche, vamos todos.
-No, no para descansar de ustedes.
Cuando regresó del arroyo, llegó con un granito chiquito como de piquete de zancudo. Con el tiempo aquel chipote le fue creciendo, cuando fuimos con el doctor, dijo que no podía hace nada, que había que sacarla fuera.
-Necesitan perforar, raspar y poner una placa de platino.
Nosotros sin dinero. Se empeoro al grado que le pusieron un aparato de yeso del estomago al tobillo en las dos piernas. Ella era robusta y alta. Se le rompió el aparato y le pusieron otro, le daba un dolor fuertísimo, no le pudieron arreglar. Yo me enseñe a inyectar para calmarle el dolor. Creo que de eso murió.
El tutor que nos dejo mi papá era el Dr. Cumplido, Dios me perdone sin son mentiras. A nosotros nos faltaba algo e íbamos a quejarnos con el Dr. Ramón Cumplido.
-Que mi tío no nos manda nada, ni maíz, ni fríjol.
E inmediatamente estaba todo lo que ocupábamos. En tiempos de la revolución, en mi casa había una troje grande para el maíz, y un cuarto chico para el fríjol. Le dije a mi mamá le voy a mandar todo lo que pueda para que me lo guarde aquí. Se levantaban buenas cosechas y había mucho maíz y de esa forma comenzamos a salir adelante por nosotras mismas.
Por ese tiempo en el local de las Martínez, llego a ser teatro, también llegue a ir al cine mudo en el mismo lugar; no se decirte quienes eran las artistas que se presentaban en el teatro, desde luego más grandes que uno, pero eran todos de aquí del pueblo. Se organizaban eventos sociales y eran allí en el teatro. Fue por esa época que comenzaron a poner presidentes que eran agraristas. Agustín Rivera del Carrizal fue uno de ellos, lo pusieron preso no recuerdo el motivo, y lo sacaron como para dar declaración e hicieron el simulacro como de que se quería escapar y le aplicaron la ley fuga , otro lo fue el mentado “Pasojo” que se apellidaba Santoyo, ambos eran gobiernistas. A don Agustín le toco la suerte de que lo mataran en el mismo sitio donde mataron a los padres, yo recuerdo de cuando los mataron, salimos de la escuela y estaba la aglomeración allí en la presidencia y toda la gente estaba allí con sus algodones para recoger la sangre de los sacerdotes como reliquia.
A los agraristas el gobierno les dio armas y tierras, o la promesa por lo menos de ellas, para que defendieran su partido, cuando fuera necesario. Se decían del gobierno porque eran agraristas. En la guerra de los cristeros, vinieron ganando los de Huacasco, el grupo más fuerte y rateros, eran los del Carrizal, tenían fama de malos, asesinos y de rateros. Los abanderaban don Eliseo Navarro y un primo concuño de él, un tal Rafael Raygoza. Esos si que eran adinerados, se robaban el ganado, iban a la hacienda del Cuidado y echaban un lazo y se traían el ganado que querían. Los ricos siempre tuvieron de enemigos a los agraristas, entonces se oyó la versión de que iban a repartir todas las Haciendas: Santa Teresa, el Hepazote, y la de Huacasco.
De los cristeros recuerdo que se juntaron muchas gentes en el camposanto de arriba, para ir a visitar a la Virgen de Santiago, para ir a pedir por el temporal. Me invitaron junto con muchas muchachas, Lorencita Salazar me invito a mí. Era mi vecina en la calle Cuahutémoc No. 17. Cerca de la calle del Centenario, que era muy arenosa y donde eran los rodeos. Mi casa era en la mera subida, a cuatro casas de la esquina. Allí nacieron todos mis hijos, tuve cuatro, de ellos una niña se me murió. Don Agustín Rivera, muy prepotente, mando a la policía, y quisieron meter o las metieron a las que iban a Santiago. Yo no fui porque con el sol me dolía la cabeza y después me dio mucho gusto de no haber ido.
Durante la Cristeada estuvo destacamentazo el 75 regimiento en Colotlán, y el estado mayor se estableció en la casa que fue de las Zulueta, que ahora es el Super González. Unos cuantas casas más hacia el barrio alto, tenía su casa el Dr. Ramón Cumplido quién era un hombre delgado, moreno, de dientes pequeños y muy pretencioso; estaba casado con una hija del árabe don Salvador Ahued, que había venido de Argentina con sus hijos, pusieron tienda de ropa buena, donde Romualdo tuvo después su tienda, ellos tenían dinero. Las muchachas eran jóvenes, blancas y muy bonitas y con una de ellas se caso el doctor. La pareja tuvo un hijo, que se les contagio de una enfermedad y murió.
La criada del Doctor Cumplido le platicó a mi mamá que la esposa del doctor, se levantaba a la primera llamada de misa. A la sirvienta la mandaba a misa y ella se quedaba con un militar allí en la casa de los Zulueta. En ese tiempo se puso muy feo en Colotlán y unos se fueron a Zacatecas, otros a Guadalajara, y los que no pudimos salir nos quedamos aquí. El Doctor tarde que temprano se entero de la infidelidad de su mujer y aprovecho y se fue a Guadalajara. Estando allá una noche llegaron unas personas y le pidieron una consulta, y ya no regreso Ella regreso a Colotlán de viuda, diciendo que había desaparecido su marido, fue a la casa y recogió todo lo que tenían, al poco tiempo llego el Dr. Román y dijeron que era su amante. El cuerpo del Dr. Cumplido lo encontraron mucho tiempo después hecho pedazos, en el baño de una casa vieja.
Fue por allí por 1933 que empezó a trabajar mi hermana Carmen como maestra, a mí también me daban trabajo, pero yo tenia que atender el rancho y la casa, y pensé:
-Yo que voy a batallar con crías. No me gustaba la escuela, para ir al chacoteo.
El primer trabajo que le dieron a Carmen fue en el Capulín, y ella me pidió que le fuera a vacunar a los niños, tenía como 35. Fue la primera vez que fui al Capulín con ella. Entonces ya había muerto mi mamá. En la noche, no podía dormir y sentí tropel de gente, y esa madrugada fue el día que mataron a Paco. Don Evelio Márquez era cuñado de don Eliseo y de Rafael Raygoza, los principales líderes de los agraristas. Cuando Benjamín fue por mi llegó con la nueva de que habían matado a Paco, que estaban tomando nieve, y que no querían matar a Don Segundo, pero echo mano a la pistola y lo mataron también. Los agraristas eran la pelusa de los ranchos, y la pelusa de los ranchos vinieron subiendo un día después de que robaron a Luís Torres y a Micaela, él era su esposo y vino del norte e hizo su casa al estilo norteño, y cuando entraron esos de policías y lo robaron. A don Agustín de Ávila lo robaron con el rancho de sus padres. Pero lograron el mando, con Agustín Rivera y lo sostuvieron aún después de muerto aquel. Estuvieron en el poder en Colotlán, cuando Cárdenas. Por alguna razón mucha gente involucraba a Paco Huízar con la muerte de Agustín Rivera y la gente le mandaba anónimos a Paco que se cuidara mucho, que cuidara su vida, que lo querían matar, que era casado, pero el se creía muy vivo, y no creyó que lo mataban. Paco tenía el palo y el mando en la política de Colotlán. estaba apoyado por su hermano Diego, que estaba muy bien relacionada a nivel nacional y estatal.
Paco Huízar fue esposo de Carmelita, se caso con ella, cuando la pidieron su papá no la quería dar por que Paco era hija de don Inés Huízar “El delgadito”, el era muy alto y flaco, originario del rancho de San Nicolás. Don Inés vivió por mi calle, la Cuahutémoc. El primer niño de Paco y Carmelita se perdió, porque Paco era muy celoso, no quería que ella fuera al medico y la atendió una partera y no se le crió el niño; el segundo, fue Paco, y entonces mataron a su marido los del Carrizal. Lo mataron por la política, el manejaba todo en Colotlán y los agraristas eran unos rateros todos. Los personas mas grandes eran don Eliseo Navarro y un cuñado del él, Rafael Raygoza. Tenían muy mala fama. El papá de Carmelita se llamaba Salvador Ortega, hermano de Nacho y de mi esposo Francisco, que era el más chico. Decía la gente que Salvador estaba enfermo de angina de pecho, y que murió por el pesar de la hija.
Después de la muerte de su esposo, Carmelita no quería ir a Guadalajara, la familia de Paco vivía allá y estaban muy bien relacionados y a ella le daba vergüenza con la familia política. Su hermano Benjamín Ortega junto con uno del Barrio del Rincón Verde, de apellido Olguín, y Herminio Sánchez se acababan de dar de alta en el ejército y andaban de soldados rasos, estacionados en Guadalajara. En ese tiempo estábamos recién casados Pancho y yo y fueron Chana Ruíz, la mamá de Benjamín y Carmelita, su hermana, a pedirle permiso a Pancho, para que pudiera quedarse Benjamín con nosotros y poder verlo allí. Vivíamos donde era la estación de los tranvías, en el mero centro, en la cuchilla de Degollado y Mastranza.
Decía Carmelita que con Diego Huízar, el hermano de Paco le daba vergüenza. A ella le daba vergüenza que llegara su hermano vestido de soldado raso, a la casa de los Huízar. Pancho les dijo que llegaran con nosotros. No llegó, pero les tocó la suerte que acercándose ellas al cuartel, se encontraron a José de Jesús La Carra Rico, y que le encomendaron a los muchachos, y que él los tomo a su cargo y los ayudo mucho siempre. La Carra fue uno de los generales que durante la revolución estuvieron en Colotlán y que se caso con la única hija de Fernando Ortega, con Helena. Dicen que ya en Aguascalientes la quería dejar, que había muchas mujeres bonitas y ellos con poder podían conseguir cualquiera.
Pero don Juan José Zulueta, le dijo:
-No hombre, es buena muchacha, como la va a dejar. Ella era amiga de su mujer.
Lacarra y Helena tuvieron un solo hijo varón y varias mujeres, el varón se les murió de cáncer muy joven, y Helena una de las hijas, se caso con el Che Méndez, un hijo adoptivo del presidente Manuel Ávila Camacho, ellos tenia el palo y el mando.
Me case de 22 años con Francisco Ortega, aquí en Colotlán a lo civil, y por la Iglesia en Aguascalientes Mi marido era prestamista, vendió su rancho y animales y puso una fábrica de hielo en Colotlán. Nos casamos en el año 36, después vivimos en Guadalajara, donde Pancho montó una fábrica de cajas de cartón para el calzado. Este negocio lo tenía Manuel Ortega, primo de una prima y gran amigo de mi papá. Él había salido desde la revolución de Santa María y había hecho dinero y Pancho se vino haciendo amigo de él. Pancho le preguntó que negocio le convenía hacer y el le recomendó este negocio, el tenía una fábrica de cajas de cartón, y le dijo que le iba a pasar clientes. Por ese tiempo, se habían ido también a Guadalajara “Las hacendadas”, Josefina Sánchez y su hermana, les decían así porque eran las dueña de la hacienda de Santa María; ella era esposa del dueño de los baños del agua caliente, Fernando de la Torre. Pancho les ayudo a mandar hacer las máquinas, como las que el tenia para que pusieran su fábrica y pudieran mantenerse. Su esposo se quedo en Santa María, él fue muy amigo mío, pues nos conocimos mucho cuando vivimos en Guadalajara. Pancho estaba trabajando bien, y yo tenía el tiempo desocupado, y quería hacer algo para ganar dinero, así que Pancho me dio el trabajo de ponerles las etiquetas a las cajas terminadas. Estábamos trabajando bien y fue entonces que llegó Cárdenas al gobierno y los obreros se alborotaron, dos de ellos se pelearon y entonces Pancho tuvo miedo de que llegara conciliación, y por eso vendió todo y nos venimos a Colotlán.
Cuando se construyó la secundaria, mi marido dio su trabajo desde que se bendijo la primera piedra, hasta que se entregaron las llaves de la escuela. Rafael Haro dio dinero, y mucha gente coopero con dinero ó trabajo, pero mi marido se entendió con toda la gente y la raya todo el tiempo que duro la construcción. Llegaba tan cansado por las noches a la casa, que lo desvestía yo, y cenaba en la cama. El trabajo mucho en esa escuela, para beneficio de los jóvenes, incluidos nuestros hijos.
Yo fui muy amiga de las hijas de don Juan Zulueta, ellas fueron mis compañeras en el último año que estuve en sexto: Julita y Emma. Eran muy bonitas y vivían en donde Artemio González tiene el súper, en la esquina de Morelos y Guerrero. Julita fue consuegra de Carmelita Ortega. Ella tuvo dos hijas que estudiaron en León, una de ellas se caso con Paco Huizar Ortega. Las Zulueta eran las dueñas de la hacienda de Huacasco, y ellas se la vendieron a los hijos de Fernando Ortega. Su papá don Juan tuvo muchos negocios y propiedades en Colotlán. Juanito hijo, se caso y vivió en Fresnillo, allí tenia una refaccionaría. Él era farolón, pretencioso y gastador como su padre. Mientras tuvo dinero lo traían que válgame dios. Pero en Fresnillo se fue para abajo y se acabaron los amigos. El sumió en la ruina a Nacho Martínez, su cuñado, esposa de su hermana. Le pidió ser su aval, y los bancos lo acabaron. Nacho tenía una tienda en Ojocaliente. Julita se caso con un tipo de un hotel, muy mujeriego. El marido se mato con una mujer en un hotel de Fresnillo. La hija mas grande de Nacho quería se monja, y el tenia mucho pesar por ella.
Cuando ya nos vinimos a vivir aquí a León, Guanajuato, ellas también vivían aquí y todos los días me visitaban; ellas eran diez junto con dos criadas.
-Emma tan gritona no me dejan estudiar, le decía
y Emma respondía: -Estoy tan nerviosa, vamonos a la calle.
Ellas las Zulueta, dueñas de la hacienda, tenían buenas relaciones en la ciudad, no querían ir a la plaza por no encontrarse a nadie, pero nos íbamos a la calzada, las niñas jugando en las bancas y nosotros sentadas platicando, pasábamos muy contentas el rato.
Conocí muy bien a don Agustín de Ávila, era muy delgado, blanco, con la piel embarrado en el hueso, un bigote ralo y una voz muy queda, había que poner mucha atención para oírle la voz. Se caso dos veces, la primera mujer se llamaba Elena, y la segunda fue Merceditas, la hija de don Ramón Ruíz. Creo que solo con Merceditas tuvo familia, Lupe y Agustín. Lupe nació bien pero con el tiempo se le desarrollo una enfermedad, estaba medio gelatinosa, la llevaban la sirvientas a misa, de sombrero y guante.
Don Agustín fue de los ricos de abolengo, se dedico al campo, tenía muchas propiedades y ganado y también al comercio, en la esquina de la farmacia de los Vázquez tenía su tienda. Don Agustín vendía ropa y abarrotes. Su esposa la señora Merceditas, igual tenía sus bienes, vendía leche, y con el puro dinero de la leche, le compro carro a Agustinillo.
También su tía Pepa Ruíz, vendió el rancho y todo lo que tenía y compro su casa en la calle Morelos donde cierra la calle hacia la Terán, y después se la heredó o regaló a Agustinito, era una casa común y corriente, y allí apareció después una muchacha que tenía Agustín. Ramón Ruiz la metió a trabajar en la tienda. Al parecer ella fue mujer del padre y del hijo. Don Agustín fue siempre muy enamorado, tuvo una amante en contra esquina de la casa de su cuñado, allí donde estaba la panadería de Juan Zancas. Don Agustín pasaba como todo un muchacho, con su bastón y bufanda y se ponía a platicar en el balcón de la muchacha. También tenía una muchacha que le decían la treinta-treinta por la calle Marcos Escobedo, una mujer bien vestida y muy elegante.
Pero a don Agustín y a Merceditas les tocaron grandes penas, sus dos hijos murieron muy jóvenes, primero ella de la enfermedad y después el hijo. Según eso el día 15 de septiembre, un peladillo Manuel Lozano, el criado de ellos, le grito Gavilán Pollero a donde Agustín y Agustinillo que estaba cerca lo oyó y por allí empezó el pleito, y dondequiera que lo veía lo maltrataba. Total que un día se hicieron de palabras y lo mataron por la independencia hacia el río, a unos metros de la plaza. Mi hermano Nacho, pasaba por allí y le toco escuchar los disparos y auxiliar en sus últimos momentos a Agustinillo. Nacho estuvo enfermó de la impresión, y yo lo cuide en mi casa por algunos días. Vino gente de muchos lugares al entierro de Agustinillo, de Santa María, Mezquitic etc. y se acabo la comida que había en los hoteles y lugares de venta. Ese día no encontraba nada en el mercado, ni el portal, después del mediodía. El sepelio fue en la mañana.
A don Agustín de Ávila le quedaron muchos remordimientos…
9 Comments:
Las fotografìas corresponden a Agustin de Avila hijo y padre, Agustin Rivera y Luis Huizar Sànchez.
Me parece muy acertado su trabajo sobre la vida de los colotlenses, he visto que menciona incluso a algunos que todavia viven como Don Luis Humberto Huerta, Don Jesus Sanchez o el Doctor Leyva que aunque ya murieron estos dos ultimos, creo que aún hay bastantes personas que los recuerdan, Y creo tambien que existen personajes de la historia del Pueblo que de una forma o de otra ayudaron a formarlo, muchos de ellos incluso sin ser personas necesariamente acaudaladas, y que vivieron como lo menciono Don Benito Juarez "en la honrada mediania", quienes en su momento cumplieron una funcion de beneficio al pueblo. Creo que sería buena idea buscar con las personas de mayor edad y preguntarles a quien creen que se merezca mencionar por haber intervenido de alguna forma en la vida del pueblo. Esto sin demeritar el trabajo ni la investigacion realizada sobre las personas que se mencionan en este blog y que son tambien parte de la historia,de la cual fueron ellos parte de un todo.
Solopara felicitar al escritor de este bog. Siga escribiendo que es un gusto leerlo.
soy nieta de don Rafael Raygoza,no estoy de acuerdo con tus comentarios, Lo que mi abuelo hizo fue limpiar de asesinos, rateros y violadores en e
l carrizal,uno de los cuales eran Carmelo Escobedo y sus compinches. eran una gavilla de mas de 40 bandoleros, que tenian azorado al pueblo.estos bandoleros acribillaron a un peloton de caballeria, por eso dotan a Rafael Raygoza y a don Eliseo Navarro de armas. el general Quintero. ellos solo defendieron sus familias, y sus mujeres, cualquiera en ese tiempo hubiera hecho lo mismo. Mi abuelo no era ratero, era gente de trabajo y don Eliseo tambien. Ninguno de los dos era acecino ni ratero. Por lo que creo que tu comentario esta mal informado, solo conoces una parte de la historia.no puedes hablar de algo que no conoces las dos partes de la historia, estoy orgullosa de la vida de mi abuelo Rafael Raygoza y don Eliseo Navarro y quiero que algun dia sustentes tus comentarios con gente que vivió el otro lado de la historia que cuentas. Creo que cualquiera que vea afectada la integridad de sus hijos, su esposa y su de mas familia, cualquiera reaccionaria de la misma forma ante semejante atropello. Si te dicen que se llevan a tu mujer y a todas las que les apetescan. Mi abuelo vivio en tiempos muy dificiles y lo que hizo fue por defender a su familia. Cualquier bien nacido hace lo mismo. Atentamente: Rebeca Ragoza Mora
Hola Rebeca, hasta el dia de hoy me di cuenta de tu comentario, de otro forma habria respondido mas pronto.
El testimonio en donde se habla del Sr. Rafael Raygoza y de don Eliseo Navarro,corresponde a la senora Refugio de Avila Robledo (qepd) No son comentarios, ni opiniones mios, son los juicios de esta persona, quien en su momento acepto regalarme con el testimonio de su vida y experiencias.
Dentro de lo que a ella le toco vivir, aparecen las dos personas nombradas, como parte de un momento importante en la historia colotlense, de la cual ellos fueron parte e influyeron en el ulterior desarrollo de la cosas. E
se juicio sobre los senores Navarro y Raygoza, no es un juicio aislado, mucha gente que le toco vivir en esa epoca comparten opiniones semejantes. Algunos de ellos incluso emparentados con estos personajes. (lease Benjamin de Avila y quizas pronto pueda transcribir el testimonial de la senora Mary, del meson, quien fue cunada del senor Raygoza y que habal sobre el tema)
Dentro de los testimonios presentados hay otras personas que hablan sobre este mismo fenomeno y con toda probabilidad, se trate de la vision de la gente contrapuesta a los agraristas colotlenses.
En su momento busque testimonios de personas que pudieran iluminarme con la otra version de los hechos, pero desafortunadamente a ninguna de las persona que les solicite su apoyo, considero importante participar o no se sintieron comodos de hacerlo conmigo. Entre ellos el Sr. Armando Navarro y su hermana la Chata. Tambien se lo solicite a otro persona cuyo nombre no recuerdo, pero que segun el decir de la gente,estuvo empapado de los acontecimientos.Durante mucho tiempo he intentado localizar al Sr. Misael Rivera, hijo de Agustin Rivera, pero hasta el momento no he tenido suerte.
Le invito a que usted nos haga llegar esa valiosa informacion sobre ambos personajes y a que realice todas las entrevistas que considere importantes, para ayudarnos a tener una mejor compresion del papel de estos importantes sujetos historicos. Se esta manera todos salimos beneficiados, los colotlenses con un acervo mas amplio. fidedigno y rico, ustedes con la claridad pristina del nombre de su abuelo y yo con el regocijo de conocer un poco de esta apasionante histora que son los colotlenses.
Gracias por tomarse el tiempo de leer y aun mas de escribir.
Hola mi nombre es daniel avila de los mismos De Avila de Don Agustin Y Agustin chico y Lupita,u me da gusto saber que fueron de alguna manera parte de la historia de Colotlan. pero que tine que ver con la historia de Dona Cuca De Avila y demas de Avila que se mencionan aqui?
que hasta donde llo se no havia muchos de ellos,despues de la senora Erlinda De Avila, Soledad De Avila, y Agustin De Avila solo havia un medio Hermano de ellos y fue Don Juan De Avila ulloa. hojala y fueran famili y conoser sus decendientes, gracias.
hola ,quiero decirles que me llama mucho la atencion el comentario de rebeca raygoza ,pero no estoy de acuedo con ella puesto que las personas que han platicado conmigo concuerdan con los de la señora cuca, ellos dicen que dejaban limpio por donde pasaban los señores raygoza y navarro, tambien es cierto que en el carrizal en general son unos bandidos, todo el tiempo se ha sabido y hasta la fecha se rigen por las mismas costumbres
Soy la nieta de don luis huizar y no estoy de acuerdo con lo que dice de las monedas de oro todo eso es faldo las monedas de oro que calleron del techo es una mentira ojala y asi hubiera sido y mi abuelo no murio por ese tal gas que despidio el oro segun esto al caer murio de un infarto
"Después de varios años fue don Luís Huízar quién se encontró el dinero de Santiago Alejo. Cuando Luís Huízar y Fabio Ruíz se repartieron sabrá Dios por que razón, los bienes de Don Santiago, Fabio me preguntó que era lo que le aconsejaba que tomara, si la casa de don Santiago o los tractores. Yo le aconseje que a mi ver los tractores eran mejor opción. Por eso él los agarro en lugar del inmueble y a don Luís le toco la casa y el oro. En una ocasión que don Luís estaba arreglando el techo de uno de los cuartos, le cayó encima una lluvia de oro, el gas del metal le hizo daño y a resultas de eso murió."
El comentario anterior de la Sra. Cuca de Avila, es una de esas historias de hallazgos de tesoros que forman parte de la memoria historica de la comunidad. No es ella la unica persona que cuenta este relato de una forma similar. Historias de enriquecimiento por haber encontrado oro enterrado,se les adjudican a muchos de los ricos de Colotlan. A saber Pablo Herrera (el hermano en un corral con cerdos), Adalberto Macias, en unas ruinas en San Pascual, sus parientes los Huizar, hijos de don Adalberto, cuya hija Florita se presume que encontro oro en un corral y que a resultas del gas, murio tambien al poco tiempo. Entre muchas mas.
Senorita Huizar, no se moleste, es parte de las muchas historias que le dan forma a nuestra comunidad y mantienen viva la memoria de los colotlenses que hace tiempo dejaron de estar con nosotros.
Por otro lado si usted se interesa en hacerle justicia a la memoria de su abuelo, la invitamos a que nos envie una biografia mas precisa de su vida y obra.
Gracias.
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