Colotlenses
Sr. Rivera Gordiano
Yo estudie hasta sexto de primaria, mi primer maestra se llamaba Guadalupe Salazar, después fue Hermelinda Huizar, esposa de don Evelio Márquez y Catalina Huizar, ella era protestante, sus hermanos fueron Pancho, Levi, Rubén, Primitivo. todas ellas eran buenas maestras. Yo fui de la generación de Ramón Ruiz, el era mi condiscípulo en la escuela. También era nuestro compañero Salvador Ortega, “El Rondon” Le decíamos así en alusión a un animalito verde que sale a principios de las aguas, éramos tremendos.
Yo me crié en el barrio de Chihuahua, en aquel entonces había muchas tradiciones muy bonitas, entre ellas, los papaques y las pastorelas, aquí en este barrio hacían una muy bonita, se componía de siete diablos y los pastores. Otro de los lugares más bonitos y visitados era el paseo de la alameda, que era muy famoso, estaba cubierta de arena muy fina, de la que dejaban las crecientes del río, los árboles estaban grandes y las huertas llenas de fruta. Se hacían paseos en una huerta de Santiago Alejo que la había acondicionado especialmente para eso, hizo un patio debajo de unos árboles grandes de aguacate, con asientos alrededor. En aquel entonces había varios grupos musicales, uno era el de las chicharras, porque así les decían a los dirigentes, eran muy buenos para tocar. Lo formaban tres hermanos y otros tres o cuatro músicos que se les juntaban, la guitarra, el violín, la trompeta, la tarola y no recuerdo que otros instrumentos. Después hicieron otro grupo que le nombraron el jazz. También había una banda municipal que tocaba los domingos y días de fiesta; recuerdo que la primera banda fue la de don Tules, Mariano y Liborio Sánchez y tocaba muy bonito (don Liborio era cartero) Las serenatas eran muy bonitas, las muchachas daban vuelta en sentido contrario de las manecillas del reloj, en la parte de adentro de la plaza y los hombres en sentido contrario por la parte de afuera. Unas señoras vendían ramitos de flores y los compraba uno para la muchacha que le gustaba. Era una costumbre bonita, allí conocía uno a las muchachas, era la única manera, en ese entonces eso era muy riguroso, los papas eran muy delicados y si iba uno a su casa, los hermanos lo encaminaban a pedradas.
La serenata de acababa a las once, en ese entonces no había luz, solo había una plantita de unos señores que vivían por la calle Hidalgo. Cuando esa gente se acabo, Antonio Maldonado puso una planta acá en el barrio de Chihuahua, pero su luz era muy débil. Por ese entonces comenzaron los primeros radios y no podía tocarlos, por que la luz no los aguantaba, y Antonio tenia prohibido que los prendieran, si encontraba a alguno le quitaba el suministro. Al poco tiempo aparecieron los radios de pilas, y se termino el problema. No se acostumbraban las cenadurías en aquel entonces, solo había la de la mama de Chilo Ramos a un lado de la presidencia municipal. De los años cincuenta para acá se incrementaron mucho.
Otro de las diversiones de la gente eran los rodeos, -A mi casi no me gustaron los rodeos, sería que no tenía caballo. Los hacían en la calle centenario y uno se arrimaba a puro comer tierra a “Dios dar”. Los ricos tenían sus buenos caballos, los pobres que caballos iban a tener. En aquella época había también mucha afición a los toros, hacían buenas corridas. Traían muy buen ganado para torear, y había muy buenos toreros, pero a partir de los cuarenta comenzó a decrecer la fiesta porque comenzaron a traer ganado mas corriente y se acabaron los toreros buenos. Don Alberto Macias era picador y dicen que era muy bueno. Toda la familia de don Alberto era muy aficionada a la fiesta, así como los Ruizes: don Rafael papá de Fabio, Ramón y Alicia.
Yo he sido toda mi vida talabartero, me dedique a bordar desde muy joven y por casi veinte años realice esa labor. A los quince años ya bordaba para el Sr. Obdulio Ortega, y después pase con don Amado Nuñez que había sido discípulo de Refugio Ortega, fue allí con él que aprendí a hacer monturas, chaparreras, cintos y todo lo concerniente a la talabartería. Por veinte años trabaje bordando, después me canse de bordar y comencé a realizar otras cosas de talabartería.
Entre los talabarteros mas antiguos que yo recuerdo, están don Cuculelo Ortega, Refugio Ortega, Don Nicolás Orozco y Don Cruz Fernández. Don Nicolás Orozco duro muchos años trabajando en la contraesquina de la presidencia, su especialidad eran los albardones. En aquella época se hacían muchas monturas, y se les bordaban los faldones de atrás y los de adelante. En ese tiempo todo mundo ocupaba caballo, y había mucha demanda de monturas, chaparreras y albardones. Los trabajos del Sr. Orozco eran muy cotizados en esa época, era muy especial ese señor para hacer sus trabajos. Cuando yo le conocí era ya una señor grande de edad, él murió por allí por los años cuarenta. Mucha gente que aprendió a trabajar aquí en Colotlán, se regaron por todo México. Llegue a ver talabarteros de Colotlán en Ciudad Juárez, Fresnillo, Calera, Guadalajara y México. Toda esa gente hacia trabajo de piteado, todos se enseñaron a trabajar el bordado.
En esa época en que yo aprendí a bordar, los talleres mas importantes eran los de Nicolás Orozco, Refugio Ortega, Cuculelo Ortega, Cruz Fernández y el de un señor de apellido Lamas. En esos talleres había solo tres o cuatro obreros y oficiales, por que en ese tiempo no había mucha demanda por esos productos, el mercado para el producto era solo regional. Se vendía muy bien en la temporada buena, que era desde septiembre hasta enero, en marzo ya bajaba la demanda. Cuando comenzaron las asociaciones de charros, se comenzó a mejorar la cosa, a mi me toco hacer muchos ajuares para pistola, la carrillera y la funda. Si eran escuadras, se le hacían las fundas para los cargadores. Cuando los Ortega formaron la Asociación de Charros, ellos si andaban bien ajuareados y se les hacían sus trabajos, además no había prohibición de armas, y entro mucho la bracereada, y todos los que iban al norte, se venían con sus pistolitas y llegaban a pedir los ajuares piteados.
En Guadalajara había también muchos talabarteros, yo conocí muchos talleres allá, yo trabaje a fines de los años cuarenta para Joaquín Maciel, el hacia muchos trabajos de bordado. La mayoría de los bordadores eran de Colotlán. Les fabricaba a los toreros los portaestoques y a los charros sus monturas y ajuares, cuando el murió sus hermanos retomaron el negocio y cambiaron el giro, se dedicaron a hacer maletas de piel. En Durango, conocí a Eduviges Rodríguez, su talabartería se llamaba “El Mateo”, tenia talabartería y establecimiento de venta de sus productos. El hacia bordado, montura, chaparrera. Yo conocí a todos esos señores porque me gusto andar de un sitio para otro, hasta que me regrese y me case. Entonces puse mi talabartería, en ella yo hacia de todo, y tenia muchos clientes sobre todo de fuera, de Zacatecas y Aguascalientes. Ellos venían aquí, o me escribían pidiéndome ciertos productos. En la actualidad sigo trabajando en mi taller, pero cada día es menos, porque ya me canso más fácilmente, todos mis hijos aprendieron el oficio, pero prefirieron estudiar y ninguno siguió mis pasos, así que no hay nadie que le de fuerzas a este pequeño taller.
Yo me crié en el barrio de Chihuahua, en aquel entonces había muchas tradiciones muy bonitas, entre ellas, los papaques y las pastorelas, aquí en este barrio hacían una muy bonita, se componía de siete diablos y los pastores. Otro de los lugares más bonitos y visitados era el paseo de la alameda, que era muy famoso, estaba cubierta de arena muy fina, de la que dejaban las crecientes del río, los árboles estaban grandes y las huertas llenas de fruta. Se hacían paseos en una huerta de Santiago Alejo que la había acondicionado especialmente para eso, hizo un patio debajo de unos árboles grandes de aguacate, con asientos alrededor. En aquel entonces había varios grupos musicales, uno era el de las chicharras, porque así les decían a los dirigentes, eran muy buenos para tocar. Lo formaban tres hermanos y otros tres o cuatro músicos que se les juntaban, la guitarra, el violín, la trompeta, la tarola y no recuerdo que otros instrumentos. Después hicieron otro grupo que le nombraron el jazz. También había una banda municipal que tocaba los domingos y días de fiesta; recuerdo que la primera banda fue la de don Tules, Mariano y Liborio Sánchez y tocaba muy bonito (don Liborio era cartero) Las serenatas eran muy bonitas, las muchachas daban vuelta en sentido contrario de las manecillas del reloj, en la parte de adentro de la plaza y los hombres en sentido contrario por la parte de afuera. Unas señoras vendían ramitos de flores y los compraba uno para la muchacha que le gustaba. Era una costumbre bonita, allí conocía uno a las muchachas, era la única manera, en ese entonces eso era muy riguroso, los papas eran muy delicados y si iba uno a su casa, los hermanos lo encaminaban a pedradas.
La serenata de acababa a las once, en ese entonces no había luz, solo había una plantita de unos señores que vivían por la calle Hidalgo. Cuando esa gente se acabo, Antonio Maldonado puso una planta acá en el barrio de Chihuahua, pero su luz era muy débil. Por ese entonces comenzaron los primeros radios y no podía tocarlos, por que la luz no los aguantaba, y Antonio tenia prohibido que los prendieran, si encontraba a alguno le quitaba el suministro. Al poco tiempo aparecieron los radios de pilas, y se termino el problema. No se acostumbraban las cenadurías en aquel entonces, solo había la de la mama de Chilo Ramos a un lado de la presidencia municipal. De los años cincuenta para acá se incrementaron mucho.
Otro de las diversiones de la gente eran los rodeos, -A mi casi no me gustaron los rodeos, sería que no tenía caballo. Los hacían en la calle centenario y uno se arrimaba a puro comer tierra a “Dios dar”. Los ricos tenían sus buenos caballos, los pobres que caballos iban a tener. En aquella época había también mucha afición a los toros, hacían buenas corridas. Traían muy buen ganado para torear, y había muy buenos toreros, pero a partir de los cuarenta comenzó a decrecer la fiesta porque comenzaron a traer ganado mas corriente y se acabaron los toreros buenos. Don Alberto Macias era picador y dicen que era muy bueno. Toda la familia de don Alberto era muy aficionada a la fiesta, así como los Ruizes: don Rafael papá de Fabio, Ramón y Alicia.
Yo he sido toda mi vida talabartero, me dedique a bordar desde muy joven y por casi veinte años realice esa labor. A los quince años ya bordaba para el Sr. Obdulio Ortega, y después pase con don Amado Nuñez que había sido discípulo de Refugio Ortega, fue allí con él que aprendí a hacer monturas, chaparreras, cintos y todo lo concerniente a la talabartería. Por veinte años trabaje bordando, después me canse de bordar y comencé a realizar otras cosas de talabartería.
Entre los talabarteros mas antiguos que yo recuerdo, están don Cuculelo Ortega, Refugio Ortega, Don Nicolás Orozco y Don Cruz Fernández. Don Nicolás Orozco duro muchos años trabajando en la contraesquina de la presidencia, su especialidad eran los albardones. En aquella época se hacían muchas monturas, y se les bordaban los faldones de atrás y los de adelante. En ese tiempo todo mundo ocupaba caballo, y había mucha demanda de monturas, chaparreras y albardones. Los trabajos del Sr. Orozco eran muy cotizados en esa época, era muy especial ese señor para hacer sus trabajos. Cuando yo le conocí era ya una señor grande de edad, él murió por allí por los años cuarenta. Mucha gente que aprendió a trabajar aquí en Colotlán, se regaron por todo México. Llegue a ver talabarteros de Colotlán en Ciudad Juárez, Fresnillo, Calera, Guadalajara y México. Toda esa gente hacia trabajo de piteado, todos se enseñaron a trabajar el bordado.
En esa época en que yo aprendí a bordar, los talleres mas importantes eran los de Nicolás Orozco, Refugio Ortega, Cuculelo Ortega, Cruz Fernández y el de un señor de apellido Lamas. En esos talleres había solo tres o cuatro obreros y oficiales, por que en ese tiempo no había mucha demanda por esos productos, el mercado para el producto era solo regional. Se vendía muy bien en la temporada buena, que era desde septiembre hasta enero, en marzo ya bajaba la demanda. Cuando comenzaron las asociaciones de charros, se comenzó a mejorar la cosa, a mi me toco hacer muchos ajuares para pistola, la carrillera y la funda. Si eran escuadras, se le hacían las fundas para los cargadores. Cuando los Ortega formaron la Asociación de Charros, ellos si andaban bien ajuareados y se les hacían sus trabajos, además no había prohibición de armas, y entro mucho la bracereada, y todos los que iban al norte, se venían con sus pistolitas y llegaban a pedir los ajuares piteados.
En Guadalajara había también muchos talabarteros, yo conocí muchos talleres allá, yo trabaje a fines de los años cuarenta para Joaquín Maciel, el hacia muchos trabajos de bordado. La mayoría de los bordadores eran de Colotlán. Les fabricaba a los toreros los portaestoques y a los charros sus monturas y ajuares, cuando el murió sus hermanos retomaron el negocio y cambiaron el giro, se dedicaron a hacer maletas de piel. En Durango, conocí a Eduviges Rodríguez, su talabartería se llamaba “El Mateo”, tenia talabartería y establecimiento de venta de sus productos. El hacia bordado, montura, chaparrera. Yo conocí a todos esos señores porque me gusto andar de un sitio para otro, hasta que me regrese y me case. Entonces puse mi talabartería, en ella yo hacia de todo, y tenia muchos clientes sobre todo de fuera, de Zacatecas y Aguascalientes. Ellos venían aquí, o me escribían pidiéndome ciertos productos. En la actualidad sigo trabajando en mi taller, pero cada día es menos, porque ya me canso más fácilmente, todos mis hijos aprendieron el oficio, pero prefirieron estudiar y ninguno siguió mis pasos, así que no hay nadie que le de fuerzas a este pequeño taller.
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