Sunday, January 3, 2010

LA CULTURA Y LA COMUNICACIÓN EN LA ZONA NORTE DE JALISCO

La cultura es un concepto que aún no ha podido dejar de ser usado indiscriminadamente por aquéllos que la abordan desde alguna de sus aristas, desde el trabajo hasta la reflexión. Si de manera breve le definimos aquí, para instrumentar un uso rápido y práctico del término, quizás sería el conjunto de manifestaciones sociales de un grupo humano en un tiempo y lugar determinado. Con ello dejamos establecido el espacio más amplio de estudio sobre una Zona en especial del Estado, la que aborda este texto, la Zona Norte de Jalisco, región que, por su extensión y la caracterización cultural de sus pueblos, provoca resistencias al ser nombrada en su conjunto. ¿Podremos aquí, hablar de ella como una unidad, como todo? Existen elementos comunes que tipifican al la Zona Norte frente a su entorno. Marginación, subdesarrollo, incomunicación, control social, historicismo, endoculturación, dependencia, etc. Son constantes que poseen una intensa carga social en estos lugares y que pretenden una continuidad total, si es que la conciencia y la acción de sus pobladores desempeñan el hacerles frente.

Anterior a la conquista española, la región Norte era un desierto cultural cuyas sociedades producían lo indispensable para vivir, sus esperanzas de crecimiento estaban cifradas en la llegada de otras culturas que le propiciaran los instrumentos de un cambio evolutivo. La interrupción hispánica, en la búsqueda de metales preciosos, ciudades ricas y tierras sin dueño, representó un sesgo histórico para la región, y para los nativos, el fin de su historia.

Sin embargo, la presencia de los españoles en ésta tierra determino en ellos las características fundamentales de supervivencia, aislamiento y subdesarrollo con escasa producción de bienes, que eran características de las sociedades prehispánicas de la región, a pesar de que el español estructuro las formas políticas, económicas y sociales requeridas por la metrópoli, y a pesar también de que utilizo algunas formas económicas especificas de los indígenas.

Habría de pasar el tiempo colonial para que el elemento hispánico de la Zona Norte de Jalisco hubiera tipificado como suyos, y convertidos en característicos, esos elementos de subordinación, incomunicación, pobreza, resistencia al cambio, y otros, que de ser parte de una problemática, contribuirían a forjar los rasgos distintivos de las sociedades norteñas.

Las sucesivas luchas por las tierras, que degeneraron las culturas indígenas, el saqueo irracional de metales y el control de las conciencias ejercido por las instituciones religiosas y el aplastante influjo del centro político, determinaron una subordinación a través de las elites políticas distintivas que en sus luchas internas por el poder rindieron siempre cuotas de obediencia al centro que resultaron caras a la posteridad. De esta manera se consolido el silencio, la migración y la resistencia, tanto en los pobladores como en las instituciones que habrían de evolucionar en ese sentido y proporcionarlo.

Convertida de esta manera, la religión, en una región aparte, en una región de silencio que ha obstaculizado los avances modernistas en vista a su debilidad social y económica, y a la falta de una formación auténtica de su conciencia regional, su dinámica social ha sido establecida y especificada desde fuera, dejándole espacios reducidos de libertad y creatividad, esque mas que les ha sido difícil de superar.

La promoción de la paz y tranquilidad de que goza la zona, por parte del Estado, ha sido más el establecimiento de un Estado cerrado e impositivo que de una situación de desarrollo.

Ante ello, se vive una situación artificial y ajena que se empeña en ocultar las verdaderas realidades y en fabricar continuos modelos de vida a través de la parafernalia de los medios de comunicación que llegan a destiempo y con contenidos abrumadoramente tontos.
Si bien la pluralidad existente no pertenece a una dinámica de desarrollo propio, si comienza a ser un motivo de preocupación en la medida en que obedecerá a los problemas implantados y heredados antaño. La distancia generacional de los padres a hijos, a instancias de las instituciones educativas está difuminando, junto con otros elementos la identificación entre los miembros de una sociedad pequeña como lo resultan nuestros pueblos. El conjunto de la problemática ha creado una invalidad cultural que pesa irremediablemente sobre el desarrollo posible para esta zona. Pudiera ser posible que ya existiera la necesidad de crear una identidad regional como sustrato a un conjunto de soluciones a los demás problemas de otra índole, es decir, que la puesta en escena de la conciencia en la creación de un discurso local sea un paso esencial para terminar con la incomunicación como factor de subdesarrollo.

Aunque es cierto que la Zona Norte de Jalisco carece de un discurso histórico-político propio, que vendría a ser elemento distintivo y propio para la generación de una identidad cultural, es cierto también que necesitaría los instrumentos adecuados para su elaboración. De ambas cosas se carece. De esta manera, se ha quedado a expensas de sucesos y fenómenos ajenos. Es indudable que se neceta rápidamente de un recuento y una revisión histórica, una búsqueda inmediata de nuestra cultura y la creación de un discurso propio con la implementación de los mecanismos de comunicación adecuados que instalen el pensamiento de la Zona Norte sobre la Zona Norte.
Considerando de esta manera, nuestros problemas no resultan específicamente económicos o sociales, son un resultado histórico de nuestra sociedad y su relación con el entorno.

El discurso economista y el discurso de la migración en el discurso político ha forzado la dependencia hacia el centro y los esfuerzos locales se han subordinado a esas instancias con el intento de crear una infraestructura mayor a una productividad paupérrima, desdeñando las atenciones al trabajo social que enriquecerían la cultura regional. Ante ello, se vislumbra el replanteamiento de nuestra sociedad, sus fines y su función para consigo misma. Debemos pues, comprender nuestra región y la interacción de sus distintos elementos, es decir la comprensión de nuestra cultura, si es que queremos dar una respuesta a la problemática que existe en la zona norte de Jalisco. No se pueden aislar los problemas, ni privilegiar unos sobre otros, si es que se quiere buscar soluciones verdaderas, en caso contrario, se vuelve anacrónico y estéril. Nuestra identidad pudiera ser una respuesta a muchos de nuestros problemas, o por lo menos daría luz sobre ellos, pero, mientras tanto, es un problema su develación.


Por: Villano

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