CRONICA DE AQUELLOS DIAS
Es difícil escapar a las trampas cuando miramos retrospectivamente y reconstruimos el camino que transitamos para llegar a nuestra condición actual. En este momento y bajo circunstancias que afectan una apreciación objetiva nos proponemos aventurar un discurso que consciente de sus limitaciones se signifique principalmente por develar aspectos de una realidad a la que concedemos un interés y una importancia singular por representar un elemento relevante en la comprensión de la realidad actual de nuestra comunidad.
La Preparatoria Regional de Colotlán llego a la región a inicios de la década de los ochenta, su fundación se dio en medio de un contexto de cambio que afecto la vida social y económica de la región en su conjunto. La preparatoria se incorporo a estas transformaciones y a su vez fue actor importante de ella, y materia sobre la que se imprimieron las huellas de estos tiempos. Su llegada fue uno de los acontecimientos más relevantes para la región en las últimas décadas, y su labor se distinguió por inaugurar nuevos espacios para el pensamiento, formar generaciones sensibles a su entorno social y se incorporo a una dinámica que marcaría el nuevo signo de los tiempos.
La región, en ese entonces, se encontraba en un proceso de apertura después de décadas de marginación, apertura no promovida por las estructuras que desde dentro determinaban la dirección de la región política y económicamente, sino por las necesidades de sobrevivencia que expulsaron a nuestra población hacia los centros urbanos del país y hacia los EEUU. Esta apertura se manifestó no solo en los procesos migratorios sino también en la creación de carreteras que fueron eliminando distancias; en la incorporación definitiva de la televisión como parte del paisaje domestico y todas las relaciones de la vida familiar y comunitaria en torno a los nuevos elementos que redefinieron el panorama de las comunidades de la zona norte.
La emigración en gran escala represento el acontecimiento más importante de la década de los ochenta, sin embargo desde finales de los cuarenta este fenómeno se dio en grandes números, con las llamadas contrataciones de braceros, auspiciadas a través del gobierno y en donde el diputado y capitán Adalberto Ortega Huízar, tuvo un papel fundamental para la integración de la gente de la región en este proceso, al favorecer a miles de campesinos y gentes de los pueblos con las cartas necesarias para trabajar en el país vecino. Fueron en estos años donde se forjaron las primeras redes de migrantes de nuestra región que posteriormente sostendrían la vigorosa oleada migratoria, que dejaría semivacías las rancherías de nuestros municipios, y que incrementaría en forma radical los niveles de consumo y bienestar de nuestra gente.
En los ochenta la migración fue una respuesta local implementada para paliar los efectos de la crisis por la que atravesaba el país en esos momentos. Las oleadas de migrantes encontraron en la economía norteamericana una formula de sobrevivencia que procuro bienestar para las comunidades de nuestra región y que genero durante el proceso de múltiples transformaciones en los diferentes ámbitos de la vida social. Nuevos aires comenzaron a circular modificando los usos y las costumbres llenando la atmósfera de presencias ajenas a las experiencias que habían marcado la pauta de las ultimas décadas y progresivamente poniendo en marcha una sociedad que limitada en sus recursos, sangrada en su población, disminuida en sus capacidades, estrechaba cada vez mas vínculos con la sociedad norteamericana.
La región en su conjunto experimento múltiples cambios las dinámicas que caracterizaban a una sociedad agraria empezaron a mudar sus comportamientos en aras de una vida mas llena de satisfactores y propiciando nuevas relaciones entre el campo y la ciudad.
La dinámica educativa se vio igualmente redimensionada, no porque los poderes discursivos se hubieran decidido a promover proyectos de desarrollo fincados en la inversión educativa, sino mas bien para poder aliviar un poco los profundos desfasamientos de que estaba plagado el desarrollo regional en el estado, pero entonces al igual que hoy, la instauración de la preparatoria se dio dentro de un contexto que no definía los objetivos básicos y mínimos a promover en beneficio de la región (no queremos decir que no tuviera como objetivos el de promover a través de la educación a la sociedad en su conjunto, pues tales objetivos se encuentran implícitos sino que se reprodujeron errores que forman parte de nuestra idiosincrasia y que consisten en el desfasamiento entre los objetivos, los medios y recursos, las realidades sobre las que pretenden actuar y las estrategias para lograrlo) y se perdió la oportunidad para muchas generaciones de prosperar bajo la sombra de propósitos de justicia y equidad regionales.
La ausencia de una plataforma mínima (organizaciones, grupos políticos modernos) que definiera una identidad básica así fuera para la consecución de objetivos de índole económica o política o cultural o cual quisiera que estos hubiesen sido, permitió que se diluyera una alternativa de promoción de desarrollo. No porque la preparatoria fuese la única opción, (o quizás si la única posible opción dentro de la panorámica de instituciones cooptadas) pero si la mas inmediata y el primer nivel en la instauración de proyectos mas amplios incluidos los aspectos educativos (representados por la posible figura de una institución educativa de alto nivel) era factible que la preparatoria se convirtiera en la institución líder en la promoción del desarrollo regional, ante una panorámica que no tenia ni los mas elementales niveles organizativos, y ante organizaciones que mostraban (y siguen mostrando) una total incapacidad para entender las problemáticas fundamentales. Sin embargo nunca se llego a concertar una alianza en la misma vertiente a las fuerzas capaces de poner en movimiento a la comunidad, y si se inicio un proceso de enfrentamiento con los representantes de las posturas inmovilistas tan cómodamente aposentadas en nuestra región, incluidos la iglesia y las elites económico-políticas que continuaban decidiendo la vida de la región. En este enfrentamiento quien salio perdiendo fue la región que postergo indefinidamente una posibilidad de alianza en beneficio de ella misma.
La preparatoria constituye en la actualidad un patrimonio de la comunidad (a diferencia de la prep. que comenzó siendo patrimonio regional) y en los últimos años a experimentado un proceso de homologación respecto de instituciones educativas comúnmente aceptadas como “nuestras” pero cuya principal característica es presentar una actitud pasiva respecto de los verdaderos intereses de la comunidad.
En este proceso de homologación que pudiéramos equipar a un proceso de hacer “nuestra” la institución se perdieron de vista razgos distintivos de la preparatoria que forjaron una imagen y una identidad. En sus primeros años no era una institución neutra, ni complaciente, por el contrario se convirtió en un centro generador de conflictos para las buenas costumbres cualesquiera que estas hayan sido.
La preparatoria no obstante de ser una amenaza para las posiciones ideológicas atrincheradas en nuestra región y renuentes a modificar sus esquemas mentales garantizo para los padres de familia una formación académica sólida, confiable (al menos en el ámbito académico y como trampolín en la transición a una formación profesional) para satisfacer las necesidades formativas de sus hijos.
La Preparatoria Regional de Colotlán llego a la región a inicios de la década de los ochenta, su fundación se dio en medio de un contexto de cambio que afecto la vida social y económica de la región en su conjunto. La preparatoria se incorporo a estas transformaciones y a su vez fue actor importante de ella, y materia sobre la que se imprimieron las huellas de estos tiempos. Su llegada fue uno de los acontecimientos más relevantes para la región en las últimas décadas, y su labor se distinguió por inaugurar nuevos espacios para el pensamiento, formar generaciones sensibles a su entorno social y se incorporo a una dinámica que marcaría el nuevo signo de los tiempos.
La región, en ese entonces, se encontraba en un proceso de apertura después de décadas de marginación, apertura no promovida por las estructuras que desde dentro determinaban la dirección de la región política y económicamente, sino por las necesidades de sobrevivencia que expulsaron a nuestra población hacia los centros urbanos del país y hacia los EEUU. Esta apertura se manifestó no solo en los procesos migratorios sino también en la creación de carreteras que fueron eliminando distancias; en la incorporación definitiva de la televisión como parte del paisaje domestico y todas las relaciones de la vida familiar y comunitaria en torno a los nuevos elementos que redefinieron el panorama de las comunidades de la zona norte.
La emigración en gran escala represento el acontecimiento más importante de la década de los ochenta, sin embargo desde finales de los cuarenta este fenómeno se dio en grandes números, con las llamadas contrataciones de braceros, auspiciadas a través del gobierno y en donde el diputado y capitán Adalberto Ortega Huízar, tuvo un papel fundamental para la integración de la gente de la región en este proceso, al favorecer a miles de campesinos y gentes de los pueblos con las cartas necesarias para trabajar en el país vecino. Fueron en estos años donde se forjaron las primeras redes de migrantes de nuestra región que posteriormente sostendrían la vigorosa oleada migratoria, que dejaría semivacías las rancherías de nuestros municipios, y que incrementaría en forma radical los niveles de consumo y bienestar de nuestra gente.
En los ochenta la migración fue una respuesta local implementada para paliar los efectos de la crisis por la que atravesaba el país en esos momentos. Las oleadas de migrantes encontraron en la economía norteamericana una formula de sobrevivencia que procuro bienestar para las comunidades de nuestra región y que genero durante el proceso de múltiples transformaciones en los diferentes ámbitos de la vida social. Nuevos aires comenzaron a circular modificando los usos y las costumbres llenando la atmósfera de presencias ajenas a las experiencias que habían marcado la pauta de las ultimas décadas y progresivamente poniendo en marcha una sociedad que limitada en sus recursos, sangrada en su población, disminuida en sus capacidades, estrechaba cada vez mas vínculos con la sociedad norteamericana.
La región en su conjunto experimento múltiples cambios las dinámicas que caracterizaban a una sociedad agraria empezaron a mudar sus comportamientos en aras de una vida mas llena de satisfactores y propiciando nuevas relaciones entre el campo y la ciudad.
La dinámica educativa se vio igualmente redimensionada, no porque los poderes discursivos se hubieran decidido a promover proyectos de desarrollo fincados en la inversión educativa, sino mas bien para poder aliviar un poco los profundos desfasamientos de que estaba plagado el desarrollo regional en el estado, pero entonces al igual que hoy, la instauración de la preparatoria se dio dentro de un contexto que no definía los objetivos básicos y mínimos a promover en beneficio de la región (no queremos decir que no tuviera como objetivos el de promover a través de la educación a la sociedad en su conjunto, pues tales objetivos se encuentran implícitos sino que se reprodujeron errores que forman parte de nuestra idiosincrasia y que consisten en el desfasamiento entre los objetivos, los medios y recursos, las realidades sobre las que pretenden actuar y las estrategias para lograrlo) y se perdió la oportunidad para muchas generaciones de prosperar bajo la sombra de propósitos de justicia y equidad regionales.
La ausencia de una plataforma mínima (organizaciones, grupos políticos modernos) que definiera una identidad básica así fuera para la consecución de objetivos de índole económica o política o cultural o cual quisiera que estos hubiesen sido, permitió que se diluyera una alternativa de promoción de desarrollo. No porque la preparatoria fuese la única opción, (o quizás si la única posible opción dentro de la panorámica de instituciones cooptadas) pero si la mas inmediata y el primer nivel en la instauración de proyectos mas amplios incluidos los aspectos educativos (representados por la posible figura de una institución educativa de alto nivel) era factible que la preparatoria se convirtiera en la institución líder en la promoción del desarrollo regional, ante una panorámica que no tenia ni los mas elementales niveles organizativos, y ante organizaciones que mostraban (y siguen mostrando) una total incapacidad para entender las problemáticas fundamentales. Sin embargo nunca se llego a concertar una alianza en la misma vertiente a las fuerzas capaces de poner en movimiento a la comunidad, y si se inicio un proceso de enfrentamiento con los representantes de las posturas inmovilistas tan cómodamente aposentadas en nuestra región, incluidos la iglesia y las elites económico-políticas que continuaban decidiendo la vida de la región. En este enfrentamiento quien salio perdiendo fue la región que postergo indefinidamente una posibilidad de alianza en beneficio de ella misma.
La preparatoria constituye en la actualidad un patrimonio de la comunidad (a diferencia de la prep. que comenzó siendo patrimonio regional) y en los últimos años a experimentado un proceso de homologación respecto de instituciones educativas comúnmente aceptadas como “nuestras” pero cuya principal característica es presentar una actitud pasiva respecto de los verdaderos intereses de la comunidad.
En este proceso de homologación que pudiéramos equipar a un proceso de hacer “nuestra” la institución se perdieron de vista razgos distintivos de la preparatoria que forjaron una imagen y una identidad. En sus primeros años no era una institución neutra, ni complaciente, por el contrario se convirtió en un centro generador de conflictos para las buenas costumbres cualesquiera que estas hayan sido.
La preparatoria no obstante de ser una amenaza para las posiciones ideológicas atrincheradas en nuestra región y renuentes a modificar sus esquemas mentales garantizo para los padres de familia una formación académica sólida, confiable (al menos en el ámbito académico y como trampolín en la transición a una formación profesional) para satisfacer las necesidades formativas de sus hijos.
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