Monday, March 8, 2010

Entre tu arte y el mio...


Este fin de semana me invitaron a ver la puesta en escena de una obra de teatro de estudiantes de secundaria, jóvenes de entre los trece y quince anos, quienes presentaron una versión cómica libre de la Iliada, y una obra dramática sobre las problemáticas que enfrentan los jóvenes en la sociedad actual. Anteriormente había ya visto la presentación por este mismo grupo de jóvenes de la obra: High School Musical. Y debo reconocer que estos adolescentes son talentosos, tienen tablas, dicción, conocen bien sus diálogos, tienen seguridad y habilidades histriónicas y por si fuera poco bailan y cantan bien. No es necesario abundar mucho sobre la infraestructura. Un buen teatro, excelente sonido, iluminación, logística y vestuario. Uno de los actores, es un adolescente mexicano, hijo de unos amigos nuestros, y quién en los casi dos años que viene participando en este grupo de teatro, ha crecido como persona, ha ganado tremendamente en autoestima y se viene construyendo un prestigio como actor serio, que posiblemente defina su futuro profesional.


No hay menester de mucha agudeza para entender que de ese gran caudal de talento escolar se nutren los medios artísticos, culturales y de comunicación en gringolandia. Pero el talento no se da silvestre, le invierten en infraestructura, maestros y tiempo, desde los primeros grados escolares. Así los niños de kinder y de primer grado, ya comienzan a participar en festivales, aprendiéndose unas líneas, cantando y bailando. Así que cuando llegan al Colegio (universidad) tiene ya una enorme experiencia actoral, que les permite brincar al profesionalismo.


Desde los primeros contactos con la escuela los niños son sensibilizados en el mundo del arte, en sus clases comienzan a dibujar, a esculpir, a pintar, hacer collages, modelar y llevan junto con la practica las nociones teóricas de las diferentes disciplinas. Conocen de artistas, de técnicas y visitan museos, para ver en vivo las obras de importantes artistas universales. Aquellos que tienen interés en alguna de estas áreas, continua su formación en ese sentido, la gran mayoría por lo menos tienen las nociones elementales de los que es el arte, y esta formación les ayuda en cualquier profesión que escojan en su vida.


Cada año con motivo de la llegada de la primavera y el día de de san Patricio, tiene uno la oportunidad de ver desfilar los grupos artísticos y culturales de las instituciones de la ciudad. Es sorprendente ver los grupos de ballet, de danza, de teatro, pero fundamentalmente lo que lo deja a uno boquiabierto son las bandas de música de las escuelas secundarias. Un centenar de integrantes marchando parejitos, bien uniformados e interpretando con gran perfección, melodías complicadas. En entonces es cuando uno dice "el que no conoce a Dios doquiera se hincando" y no puede ser de otra manera, esos jovencitos desde kinder aprenden la música y a tocar instrumentos, con sesiones semanales de por lo menos dos horas, efectivas de aprendizaje y trabajo, no de chacoteo. Y bueno muchos verdaderamente aprenden y se aficionan a la música o a alguna disciplina artística.


Reflexionando sobre todo esto no pude menos que acordarme de mi propia formación artística que es la que relato a continuación:


Al igual que en las escuelas de los gringos, yo también desde el jardín de niños, comencé mi aprendizaje artístico, recuerdo claramente que en tercero de kinder, con motivo de día de la madre, nuestra maestra nos ayudo a confeccionar un regalo para ella. Era un atractivo cenicero, la base era un azulejo verde hoja, sobre la que habíamos pegado propiamente el cenicero, el azulejo era soportado por varias cajas de cerillos, que se sostenían sobre patas de canicas. Todas estas partes perfectamente pegadas con resistol transparente. No se si el regalo le gusto a mamá o no, pero si estoy seguro que muchos anos anduvo estorbando aquí y allá y perdiendo poco a poco cada una de sus partes, hasta que inevitablemente termino en la basura. Y desde el kinder inició esa terrible pesadilla en mi vida, que se llama danza folklórica, como buen aficionado me agrada ver un rato de bailables, pero no toda una tarde y mucho menos ser parte de ellos. Ya en tercero de kinder, después de haber sido pollito, me tocó vestirme de charro y cabalgando un brioso corcel de escoba, participar en mi primer jarabe tapatío.


Una vez en la primaria la parte fundamental de mi formación artística, se centro en los denodados e inútiles esfuerzos que hicieron cada una de mis maestras por lograr enseñarme los rudimentos de la danza folklórica. Ni yo aprendí, ni ellas desistieron, y en los entreactos nos ponían a hacer alguna que otra obra manual. Así en cuarto nuestra profesora se empeño en que hiciéramos flores gigantes de papel crepe, de casi setenta centímetros, y nos alentaba platicándonos de un conocido de ella, que una vez que se vino para EU., y no encontrando trabajo, se dedico a fabricar estas flores, logrando sobrevivir por meses, con la venta de las flores. El norte no formaba parte de mi geografía en ese entonces y mucho menos sobrevivir de hacer flores, así que a gritos y a sombrerazos, termine mis flores y en posteriores cursos, me toco volver a hacer flores, de infinidad de materiales y tamaños diversos.


Mi niña adora el ballet, el canto y el patinaje, así que cada cierto tiempo saca sus zapatillas y su tutu e improvisa un espectáculo en medio de la sala y la cocina. Pero siempre que le cuento que yo también en algún momento de mi infancia estuve a punto de ser bailarín se desternilla de risa al imaginarme vestido en mallas y evolucionando entre saltitos y saltotes. Esto sucedió en quinto grado, cuando a la directora de la escuela se le ocurrió, cambiar el tedioso baile folklórico por algo más refinado: un grupo de ballet y como en mi grupo no éramos muchos varones, a las de Fortiori me tocó formar parte del elenco. La idea no fue precisamente de mi agrado y asistí a tres o cuatro ensayos, haciendo extensiones, saltos, parándome en las puntas de los pies y sabrá Dios cuantas monerías más. Pero el día que me enteré que para la representación habríamos de vestirnos de mallas, se acabó el escaso entusiasmo que tenía. No valieron amenazas de reprobarme y/o expulsarme de la escuela, me amache y no hubo poder humano que me hiciera participar en tan ultrajante espectáculo. Durante el fin de cursos fue un deleite ver a mis compañeros bailando ballet, con todo y estar todo regañado y acepto que no se vieron tan ridículos como había imaginado.



En sexto no me quedo de otra y tuve que bailar "Jesusita en Chihuahua" y entre las obras manuales debíamos de hacer un artículo tejido. Ni los cosidos, tejidos, o deshilados habían sido jamás mi fuerte, así que escogí lo mas fácil, tejer una bufanda. Seleccione un estambre de color verde limón y aprendí los rudimentos del oficio, pero por mas esfuerzos que hacia, el bordado no me rendía, así que cuando llevaba medio metro di por comenzar a darle sus estiradas, para que creciera. La bufanda era requisito para aprobar el año, así que cuando la fecha limite estaba encima de nosotros, mi madre tuve que salir al quite, no que ella supiera tejer, pero conocía quien sabia hacerlo, así que manos expertas terminaron mi bufanda de color verde limón, sin embargo lo feo y rala jamás se le quito; varios anos anduvo estorbando por toda la casa, hasta que el perro la destrozo y la tiramos a la basura. Otros de mis compañeros mas arrojados se lanzaron a la aventura de tejerse un suéter o un chaleco, y aun cuando los terminaron, me quedo la satisfacción de que tampoco pudieron ponérselos, las prendas las habían tejido con estambres tan gruesos, que se paraban solos y estaban tan envarados, que era casi imposible meterse en ellos, y si acaso lo conseguían, perdían la mitad de la movilidad y se convertían en una especie de robocop.

A traspiés llegue hasta la secundaria, donde volví a reencontrarme con los folklóricos, el taconazo, fue nuestro profesor de danza e invariablemente nos sacó dos veces por semana, durante tres años, a asolearnos y platicar a la cancha de basketball. Nadie aprendió ni un solo paso de baile, pero tampoco se de ninguno que hubiera reprobado. Y en materia de trabajos manuales, en el primer año me encargaron unos cojines, así que no perdimos el tiempo, se los encargamos a doña Cuca, la misma señora que me tejió la bufanda, y fue una placentera decisión, nos entrego un precioso par de cojines de terciopelo rojo escarlata, que por décadas adornaron los sillones de la sala.


Fue hasta muchos años después que en la prepa aprendí los rudimentos teóricos básicos sobre el arte, algo de historia de las corrientes, la vanguardia, los autores, algunas técnicas y la afición de asistir de vez en cuando a algún museo. Y bueno si yo no quiero ir, mi hija se encarga de arrastrar a toda la familia a estos sitios. Le encanta sobre todo uno donde hay muchas áreas y actividades para niños, una cocina miniatura de la época de los pioneros, un pequeño teatro, con decenas de disfraces para que inventen sus propias historias, un consultorio medico y un pequeño parque con cancha de golf y lago para pescar.

Al igual que yo, los estudiantes colotlenses, es solo cuando llegan a la prepa que tienen la oportunidad de conocer algunos aspectos teóricos y prácticos sobre el arte, pero probablemente a esas alturas la batalla ya esta perdida, y es casi imposible sensibilizarnos sobre el quehacer artístico, o ayudarlos a verdaderamente interesarse por alguna disciplina artística. En las primarias y secundarias, arte significa trabajos manuales y danza folklórica. Sin ninguna formación teórica, excepción de algunos brochazos de música.


Esa es nuestra circunstancia cultural y muy pocos maestros están dispuestos a prepararse e intentar un trabajo artístico serio, las materias relativas al arte en las escuelas, son materias que se rellenan de lo que se le ocurra al maestro. Lo mismo sucede con las tecnológicas, donde los enseñan dizque a escribir a maquina o a hacer trazos geométricos.


Y bueno lo que sucede con el arte, sucede también con la lectura y la escritura, nadie las toma verdaderamente en serio. Esa es nuestra triste realidad y bueno es necesario aceptarla y plantear alternativas para mejorar.

¿Alguien tiene alguna idea?

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Muy padre... gracias por compartir de nuevo las historias que ya sabemos...

10 March, 2010 11:45  
Anonymous Anonymous said...

Creo que nadie tuvo ninguna idea, que tal si cambiamos de tema. Sale

24 March, 2010 20:36  

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