El Imperio del Pri
La posteridad casi siempre rescata lo halagüeño, lo festivo, el momento de gloria que nos llena de imágenes de desbordante dicha y optimismo; es imposible no mirar las fotografías que el acontecer nos va dejando y no exhalar un suspiro impregnado de la certidumbre de que todo tiempo pasado fue mejor.
¿Cómo no creer que la fotografía es cómplice de momentos de intenso frenesí y armonía? ¿Como sustraerse a la sensación de que la dicha más acabada se quedó atrapada en el obturador de la lente?, ¿Como renunciar a la convicción que emana de las imágenes de que la felicidad mas acabada era en ese momento la única y última realidad posible?, ¿Cómo comprender un mundo que día con día desaparece y se mantiene apenas aferrado con unos cuantos clavos a la traicionera memoria?
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