Todos encuentran cobijo y un lugar en la lente del fotógrafo, todos se sienten partícipes de la algarabía que provoca ser parte de los instrumentos del poder, desde el burócrata, tradicional achichincle ávido escrutador de los secretos y las confidencias de los poderosos, hasta los señores herederos de la tradición de resistencia y lucha por la tierra venidos a más con el devenir de los tiempos y vueltos algo distinto a aquello que los engendró, sin embargo patentizando con su presencia ese vínculo con el pasado turbulento que les aseguró un lugar en el banquete de la modernidad. Los hacedores del cambio muestran el poder de su sonrisa y apuestan con todo a un futuro promisorio que será mejor gracias a su inquebrantable voluntad para construir y ser parte del mañana, un mañana que se barrunta sombrío no obstante los innumerables signos del progreso. La luz eléctrica, el agua potable, las avenidas rescatadas al transitar accidentado y pedregoso, ¿para quien serán los kilowatts de claridad?, ¿que sombras serán capaces de conjurar los postes llevados hasta casas deshabitadas y fraccionamientos de veraneo?, a que sed habrá de calmar el agua corriente que se derrama inútilmente en espera de un molino que hace décadas que dejó de triturar el grano?
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