Nacho Avila
Agustinito Ávila era orgulloso y un poco impulsivo, pero no era déspota. Cuando lo mataron de milagro no me toco un plomazo. Manuel Lozano,era el secretario del juzgado, y era muy amigo mío y también de Agustín. La vispera de la tragedia habíamos estado en un paseo con los Navarro en la Trinidad, departiendo muy contentos y nadie menciono ningun pleito ni problema. Tenia yo un negocito que producía jamón y que si no me dejaba mucho dinero, trabajo si. Ese dia habia estado muy ocupado y no había ido para nada con Cuca, mi hermana, la que me asistia. Ya en la nochecita iba yo para con ella, por la calle independencia para abajo de la presidencia. Cuando escuche voces que dijeron:
-¡Esto lo vamos a arreglar tu y yo! Diciendo esto, oí ruidos de zapatos. Yo estaba en la banqueta, y ellos en el empedrado, casi junto a mi. Yo con el rabo del ojo vi los fogonazos de las armas, de a tiro en mi cara. Sorprendido, sali corriendo como unos veinte o veinticinco metros, hasta llegar a la esquina, di la vuelta a la Marcos Escobedo y en la primer casa me escondí y me quede embarrado al quicio de la puerta. Casi de inmediato paso Manuel Lozano componiéndose el sombrero y casi me rozo con el puño de la camisa. Se alejo Por la calle y me devolví a agarrar a Agustín.
Le dije- ¿Quihubo pos que paso, porque se pelean? El ya estaba con la vista nublada y boqueando. Como Manuel estaba mas fuerte y ágil que Agustín, le alcanzo arrebatar la pistola y le dio de tiros, no se si con su pistola o la de Agustín. Del susto dure mucho tiempo enfermo, me daban calambres en el estomago, y cuando me paraba sentía que me jalaban del estomago. Cuca me dio un remedio de hierbas y me dio me compuse, y después fui con el Dr. Vázquez, muy amigo mío y me dio una purga, y con eso me tremine de arreglar.
Manuel Lozano y yo, un día antes habíamos estado en una fiesta en la Trinidad que había hecho Simón Navarro. Pura alegría, comiendo elotes, leche y Manuel no me platico que traía de dificultades, de amoríos o de otros, nada nada. No la pasamos muy contentos allí. Yo tenia un asuntito que arreglar en el juzgado, y me dijo Manuel:
-Mañana, se va el licenciado para Guadalajara y allí te espero para arreglarte eso.
Manuel Lozano y yo éramos amigos, muy amigos. Se dijo que el problema había sido una muchacha. Una Indelisa, joven, morena muy bonita. Cuando le pusieron el formol al cadáver de Agustinillo, yo estuve allí ayudándoles en la casa de don Agustín. Allí estuvieron mi compadre don José de Jesús Moreno y el Dr. Oropeza. Uno de los balazos le paso los dos brazos, lo atravesó de lado a lado; otro impacto debajo del pecho y un r5ozon en una pierna.
Manuel se escondió en el Cerrito de la Santa Cruz, y después se movió a Lomas de la Cruz, en el trayecto de un sitio a otro, se le cayo la pistola, andaba muy nervioso. Alguien la encontró después. La gente allí dio y tomo que yo me había llevado la pistola de Agustín.
Yo me contrate de bracero varias temporadas desde el año 45. Me fui para alla con un primo mío. Estuve en California, trabajando en el campo. Estaba joven y tenia buena vista, para recolectar la fruta. Tenia mucha agilidad, era de los mejores de la cuadrilla. Hacia buen sueldo en el trabajo. Yo me crié en el rancho, sabia montar, colear, herrar todas las labores del rancho, entre mi hermano y yo lo atendíamos. La mitad del año la pasábamos en el rancho y la otra en el pueblo.
De niño me toco la Cristeada y vi muchas barbaridades, don Agustín Rivera, todavía Misael su hijo me manda saludar de los Ángeles. Lo conocí allá. Don Agustín era fortachón, bien dado, alto, moreno. Muy inteligente, era líder de los agraristas de los cañones. Los del ayuntamiento se decidieron a eliminarlo, los jefes agraristas se pusieron como alacranes y en una movida que el dieron al ejercito para otro lado. Los agraristas cayeron y mataron a Paco Huizar y a don Segundo Ortega que no la debía. Paco Huizar era el líder, eran enemigos políticos. Yo conocí a los del Capulín, a los del Carrizal, a todos los pistoleros del movimiento. Mi hermana estuvo de profesora en el Capulín y en mi niñez los hijos de don Evelio se crearon vagueando en la cordillera conmigo. Víctor y Benjamín y toda la parentesca. Veintitantos vagos en el cerro, trepados en los madroños, se nos pasaba rapidito el día. Y de católicos solo yo iba, todos los demás eran protestantes. A mi nunca me molestaron para nada. Por eso conocí yo a todos los agraristas, que eran unos jicotes. El error mas grande, grande de los de Colotlán fue haber eliminado a don Agustín, la jicotera la movió estaban pero como “Burro a las pisadas” conocí a Pedro y Maximiano Medina, Pascual Villa, del Sauz de los Márquez, que fue la fibra mas delicada para el agrarismo, don Agustín fue el líder de los cuatro cañones: Villanueva, Bolaños, Colotlán, Mezquitic. Nomás movieron al ejercito a Tlaltenango y se dejaron caer sobre Colotlán.
A Primitivo no lo conocí, pero a sus hermanos si: Pancho, Rubén, Levi. Primitivo murió en la balacera en Colotlán, lo llevaron herido a Zacatecas pero no la libro. yo me acuerdo de los mártires, yo vi en sus overoles un charco de sangre, yo anduve en medio de 500 mujeres ese dia. El que mato a los mártires fue un militar de Durango.
En la puerta falsa de la casa Cuahutemoc andaba yo chiquito llevándoles agua a los cristeros, cuando vi que mataron un agrarista, se metió y andaba equivocado. Y corréle
-¿Quién es tu jefe? Le decían. No le dieron el primer impacto, pero en la segunda que corrió le volaron parte de la cabeza, quedo atravesado en el marco de la puerta .. Yo andaba en la revuelta entre unos quinientas mujeres, dando fe de los hechos. La contraseña era la camisa arremangada del brazo izquierdo.
-¡Esto lo vamos a arreglar tu y yo! Diciendo esto, oí ruidos de zapatos. Yo estaba en la banqueta, y ellos en el empedrado, casi junto a mi. Yo con el rabo del ojo vi los fogonazos de las armas, de a tiro en mi cara. Sorprendido, sali corriendo como unos veinte o veinticinco metros, hasta llegar a la esquina, di la vuelta a la Marcos Escobedo y en la primer casa me escondí y me quede embarrado al quicio de la puerta. Casi de inmediato paso Manuel Lozano componiéndose el sombrero y casi me rozo con el puño de la camisa. Se alejo Por la calle y me devolví a agarrar a Agustín.
Le dije- ¿Quihubo pos que paso, porque se pelean? El ya estaba con la vista nublada y boqueando. Como Manuel estaba mas fuerte y ágil que Agustín, le alcanzo arrebatar la pistola y le dio de tiros, no se si con su pistola o la de Agustín. Del susto dure mucho tiempo enfermo, me daban calambres en el estomago, y cuando me paraba sentía que me jalaban del estomago. Cuca me dio un remedio de hierbas y me dio me compuse, y después fui con el Dr. Vázquez, muy amigo mío y me dio una purga, y con eso me tremine de arreglar.
Manuel Lozano y yo, un día antes habíamos estado en una fiesta en la Trinidad que había hecho Simón Navarro. Pura alegría, comiendo elotes, leche y Manuel no me platico que traía de dificultades, de amoríos o de otros, nada nada. No la pasamos muy contentos allí. Yo tenia un asuntito que arreglar en el juzgado, y me dijo Manuel:
-Mañana, se va el licenciado para Guadalajara y allí te espero para arreglarte eso.
Manuel Lozano y yo éramos amigos, muy amigos. Se dijo que el problema había sido una muchacha. Una Indelisa, joven, morena muy bonita. Cuando le pusieron el formol al cadáver de Agustinillo, yo estuve allí ayudándoles en la casa de don Agustín. Allí estuvieron mi compadre don José de Jesús Moreno y el Dr. Oropeza. Uno de los balazos le paso los dos brazos, lo atravesó de lado a lado; otro impacto debajo del pecho y un r5ozon en una pierna.
Manuel se escondió en el Cerrito de la Santa Cruz, y después se movió a Lomas de la Cruz, en el trayecto de un sitio a otro, se le cayo la pistola, andaba muy nervioso. Alguien la encontró después. La gente allí dio y tomo que yo me había llevado la pistola de Agustín.
Yo me contrate de bracero varias temporadas desde el año 45. Me fui para alla con un primo mío. Estuve en California, trabajando en el campo. Estaba joven y tenia buena vista, para recolectar la fruta. Tenia mucha agilidad, era de los mejores de la cuadrilla. Hacia buen sueldo en el trabajo. Yo me crié en el rancho, sabia montar, colear, herrar todas las labores del rancho, entre mi hermano y yo lo atendíamos. La mitad del año la pasábamos en el rancho y la otra en el pueblo.
De niño me toco la Cristeada y vi muchas barbaridades, don Agustín Rivera, todavía Misael su hijo me manda saludar de los Ángeles. Lo conocí allá. Don Agustín era fortachón, bien dado, alto, moreno. Muy inteligente, era líder de los agraristas de los cañones. Los del ayuntamiento se decidieron a eliminarlo, los jefes agraristas se pusieron como alacranes y en una movida que el dieron al ejercito para otro lado. Los agraristas cayeron y mataron a Paco Huizar y a don Segundo Ortega que no la debía. Paco Huizar era el líder, eran enemigos políticos. Yo conocí a los del Capulín, a los del Carrizal, a todos los pistoleros del movimiento. Mi hermana estuvo de profesora en el Capulín y en mi niñez los hijos de don Evelio se crearon vagueando en la cordillera conmigo. Víctor y Benjamín y toda la parentesca. Veintitantos vagos en el cerro, trepados en los madroños, se nos pasaba rapidito el día. Y de católicos solo yo iba, todos los demás eran protestantes. A mi nunca me molestaron para nada. Por eso conocí yo a todos los agraristas, que eran unos jicotes. El error mas grande, grande de los de Colotlán fue haber eliminado a don Agustín, la jicotera la movió estaban pero como “Burro a las pisadas” conocí a Pedro y Maximiano Medina, Pascual Villa, del Sauz de los Márquez, que fue la fibra mas delicada para el agrarismo, don Agustín fue el líder de los cuatro cañones: Villanueva, Bolaños, Colotlán, Mezquitic. Nomás movieron al ejercito a Tlaltenango y se dejaron caer sobre Colotlán.
A Primitivo no lo conocí, pero a sus hermanos si: Pancho, Rubén, Levi. Primitivo murió en la balacera en Colotlán, lo llevaron herido a Zacatecas pero no la libro. yo me acuerdo de los mártires, yo vi en sus overoles un charco de sangre, yo anduve en medio de 500 mujeres ese dia. El que mato a los mártires fue un militar de Durango.
En la puerta falsa de la casa Cuahutemoc andaba yo chiquito llevándoles agua a los cristeros, cuando vi que mataron un agrarista, se metió y andaba equivocado. Y corréle
-¿Quién es tu jefe? Le decían. No le dieron el primer impacto, pero en la segunda que corrió le volaron parte de la cabeza, quedo atravesado en el marco de la puerta .. Yo andaba en la revuelta entre unos quinientas mujeres, dando fe de los hechos. La contraseña era la camisa arremangada del brazo izquierdo.
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