Saturday, August 25, 2012

Ignacio Bonilla

“ Los presidentes municipales de la primera mitad y hasta los años sesenta del siglo pasado hacían poco, lo que podían con los escasos recursos que el gobierno les presupuestaba y con las mínimas posibilidades de acción política, derivadas de un aislamiento que no permitía el desenvolvimiento económico y social”

“En la década de lo años setenta, México era un país en pleno desarrollo, con una identidad nacional promovida en el extranjero para atraer el turismo, con un Jalisco de crecimiento vigoroso gracias a la industria, el comercio y la educación. Mezquitic como toda la zona norte de jalisciense, se mantuvo en la marginación ya que no tenía carreteras, caminos, ni créditos para las actividades agropecuarias. Las tierras eran ociosas porque los campesinos se habían ido a los Estados Unidos y los jóvenes a las ciudades a continuar sus estudios, principalmente a Zacatecas y Guadalajara. En ese contexto y por esas coyunturas políticas que de vez en cuando se presentaban, el PRI de entonces me postulo a candidato a presidente municipal.”

“…con un presupuesto de 700 mil pesos anuales y con un sueldo cuatro veces menor que el que yo ganaba en Guadalajara. Pero era un desafió que valía pena, en una nueva vida que para mi comenzaba a los 27 anos de edad.”

“cuando comenzó mi gobierno yo tenia un programa de trabajo y confiaba en que trabajando intensamente y con orden, podría darle a Mezquitic la infraestructura suficiente para emprender su desarrollo. Lo más importante era el agua potable, educación, cultura, apoyo al campo y las vías de comunicación. Atención especial requerían los huicholes.”

“En ese municipio que yo goberné vivían las mejores personas que he conocido en mi vida, honestas, buenas, generosas y cariñosas. Comencé a trabajar con las mejores ilusiones. Sin embargo resulta difícil entender algunas de las reacciones de la gente.
¿Cómo conciliar lo que no tiene arreglo? ¿Cómo convencer, cómo lograr que la gente trabaje al ritmo que uno cree conveniente? ¿Cómo explicar la transformación social que se requiere respetando la cultura, los modos de vivir, las tradiciones, las costumbres? ¿Cómo construir sin destruir? ¿Cómo unir las fuerzas políticas, resolver las desavenencias entre las familias, los rencores, los odios, los prejuicios y los rezagos tan asentados? ¿Cómo enfrentar el chisme negro, la sinrazón, la flojera, la critica negativa? Había forma de pensar que yo no justificaba, pero que ahora he logrado entender. Eran como frenos al progreso social, como grandes charcos de agua estancada, maloliente, que propiciaban enfermedades sociales de difícil curación. “

“ No había otra forma de gobernar sino trabajado duro, viendo para adelante sin dejar que las piedras del camino nos detuvieran o desalentaran (….) hicimos una alianza con el gobierno estatal y federal y juntos logramos 100 obras con una inversión de cien millones de pesos, de aquel tiempo. Un presupuesto sin precedentes en la historia de nuestro municipio. Inauguramos la carretera, iniciamos la obra del agua potables, fundamos la casa de la cultura, concluimos la unidad deportiva, construimos escuelas, creamos la feria anual, le dimos a Mezquitic un periódico singular que ha hecho historia, contribuimos a los caminos de la sierra wixarica y apoyamos a los huicholes con insumos para su artesanía, con maíz…”

Ignacio Bonilla Arroyo.
El Mezqutic de mis tiempos.
En Niuki

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