Todos tenemos nuestra gordilla
Creo que en todos los niveles de gobierno, todos tenemos nuestra propia Elba Esther Gordillo, ese nefasto engendro de la burocracia magisterial y de la falta de luces del pueblo mexicano y sus gobernantes, que han permitido que por mas de dos décadas, y cuatro presidentes, controle con todo su cinismo y mediocridad, una de las mas elevadas esferas de la vida de los seres humanos: la educación y metiendo con impudicia sus manos sucias en la política y la economía de este país, ha dictado condiciones, que han resultado desastrosas para la vida publica y privada de sus ciudadanos. Es afrentoso y degradante aceptar, que la ignorancia y rapacidad han dictado los destinos de millones de niños durante estas dos décadas, conduciéndonos hasta el evidente fracaso educativo que enfrentamos hoy. Pero es aun mas repugnante que lo hayamos permitido y lo sigamos aceptando, como si tal la cosa. La maestra controla con total desparpajo: el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (increíble que la gente con mas luces y mayor compromiso con la educación lo halla aceptado), el Partido Nueva Alianza, la Lotería Nacional, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, y de pasada la Secretaria de Educación Publica, a traves del subsecretario, que fue su guardaespaldas y ahora su yerno, y del que no se sabe si tiene siquiera certificado de primaria. Su prolongada actividad pública la han convertido en millonaria con bienes, propiedades e inversiones en ciudad de México, Chiapas, EU. Europa y paraísos fiscales.
En este rotundo fracaso educativo, estamos hundidos todos los mexicanos formados en las escuelas públicas, y absolutamente todos, compartimos un mucho de culpa. Elba Esther, las autoridades, los docentes, los padres de familia y los mismos estudiantes. Delante de nuestros propios ojos y con nuestra propia participación, se han dado los hechos y sin embargo no hemos sido capaces de levantar la voz y hacer algo. Jardines de niños, escuelas primarias y secundarias; la preparatoria, la normal y la universidad han presentado una y otra vez los síntomas inequívocos del fracaso, de la corrupción, de la ineptitud, de la indiferencia, del cinismo y los hemos avalado sin reproches. Hemos compartido culpas y exclamado:
-No hagan olas, que estamos en el mismo barco.
Como casi todo el mundo disfruta de excepciones, canonjías, favores o incentivos, pues evitamos cualquier tipo de filtración o desestabilizador que pueda poner en riesgo el equilibrio de tan opulento servicio; todo en demerito de la calidad de la educación y la preparación de los jóvenes. Desde luego, dicha situación no es totalmente ajena a la mayoría de las instituciones educativas públicas de México, y por ende de aquellas de nuestro municipio:
De esta forma disfrutamos localmente de nuestra (s) propia Elba(s) Esther Gordillo, quien también se ha eternizado en el puesto, fraguando en su derredor una intricada red de entuertos, triqueñuelas y negocios, que abarcan desde las cuotas y cooperaciones de los padres de familia, la venta de uniformes, la cooperativa de productos chatarra y megachatarra, comisiones por la asignación de las materias, de los aviadores, el usufructo del capital de inversión estructural, hasta las comisiones de los vendedores ocasionales. Situación con la que nadie del personal se manifiesta conforme, pero que igualmente aceptan, por qué también los tienen agarrados de alguna forma. Con permisos, favores, llegadas tarde o salidas temprano, excepciones de trabajo, más horas de trabajo o menos horas de trabajo, apoyo para la jubilación, con el sindicato, la secretaria e incluso la esposa o el fisco.
En esas instituciones, El nivel académico ha dejado de venir en picada, porque ya ha llegado lo más abajo que podía llegar. Las instituciones se han convertido propiamente en guarderías, donde los alumnos no vienen a ser educados, sino simplemente a ser cuidados. Los resultados de los novísimos exámenes que recientemente ha implementado la SEP, se han convertido en celosísimo secreto de estado. Tema nulo de indagación, conversación o incluso de chiste o alarma. Simplemente no existen y jamás han existido, para nadie. Persona, cosa, maestro, padre de familia u autoridad escolar.
La escuela se ha quedado estacionada en el tiempo, sin que en los últimos diez años se halla podido ver una sola mejora. La tecnología esta intacta y perfectamente obsoleta, porque la mejor manera de mantenerla de una pieza, es fuera del alcance de los bellacos que asisten a la escuela. (Por lo menos eso argumenta ella) La biblioteca de la escuela esta perfectamente empolvada y llena de telas de araña, el recuerdo del último alumno que saco un libro, es tan incierto en la mente de la bibliotecaria, que ya no sabe si fue realidad o un sueño. En la inmensidad de horas muertas entre libros y polvo, ha tejido tanto o mas que Penélope, esperando sabrá Dios a quien. Su contraparte, en el turno vespertino, ha bordado tantos cintos, bajo la tenue luz de la tarde y los reflejos de la diminuta televisión, que sus ojos han perdido agudeza, pero sus faltriqueras están repletas de morlacos, con los tres turnos de ocho horas que labora cada día. Alguna vez se pensó que esa aula podría ser biblioteca, hoy solo existe la noción, de ser la bodega, con sus dos celosos y fieles custodios.
Las aulas aún siguen a medias, sin enjarres, ni cortinas. Allí donde debería de estar la televisión del aula. No queda sino un pedazo de soporte de metal. Las butacas, casi sin excepción, están rayadas, rotas, chuecas y flojas. Los vidrios están sucios, pero intactos y las ventanas no cierran. Eso si somos una comunidad muy bien acomodada, en cincuenta metros, metemos cuarenta estudiantes, con sus butacas y de pilón un profesor.
En el laboratorio de química y física, ya no cabe un trebejo más, por lo menos no entre los adornos navideños, los equipos de los grupos deportivos, o los tambores y las cornetas de la banda de guerra. Lo que fueron las mesas de trabajo, ya perdieron los azulejos, las llaves y mangueras y de pasada el nombre. Si alguna vez se celebró una clase de laboratorio de física o de química, debió haber sido en otros de los festejos centenarios, porque ya nadie se acuerda.
En la oficina principal, la oficial mayor, se ha especializado en escribir a mano las listas de asistencia de los profesores. Con letra cursiva, escribir y escribir, cinco horas diarias, día tras día, esa es su función sustantiva, y el sopor que le causa tan infame tarea, provoca que cada día cometa más y más errores, y dejando cada hoja llena de remiendos y más remiendos, corrector y más corrector.
Las secretarias, ancladas en un mundo tecnológico ya superado, se aferran a sus maquinas de escribir para mantener al día, los centenares de oficios, calificaciones, archivos e invitaciones, que dicha institución demanda. Un mundo interminable de trabajo, del que se la viven renegando y rezongando eternamente, pero no se atreven a subirse al barco de la modernidad.
Y bueno para este hermoso panorama, no existe la menor posibilidad de cambio, porque las relaciones de nuestra (o) Elba o Elbo, son tan poderosas que aún después de su deceso va tener la doble dirección de la escuela.
En este rotundo fracaso educativo, estamos hundidos todos los mexicanos formados en las escuelas públicas, y absolutamente todos, compartimos un mucho de culpa. Elba Esther, las autoridades, los docentes, los padres de familia y los mismos estudiantes. Delante de nuestros propios ojos y con nuestra propia participación, se han dado los hechos y sin embargo no hemos sido capaces de levantar la voz y hacer algo. Jardines de niños, escuelas primarias y secundarias; la preparatoria, la normal y la universidad han presentado una y otra vez los síntomas inequívocos del fracaso, de la corrupción, de la ineptitud, de la indiferencia, del cinismo y los hemos avalado sin reproches. Hemos compartido culpas y exclamado:
-No hagan olas, que estamos en el mismo barco.
Como casi todo el mundo disfruta de excepciones, canonjías, favores o incentivos, pues evitamos cualquier tipo de filtración o desestabilizador que pueda poner en riesgo el equilibrio de tan opulento servicio; todo en demerito de la calidad de la educación y la preparación de los jóvenes. Desde luego, dicha situación no es totalmente ajena a la mayoría de las instituciones educativas públicas de México, y por ende de aquellas de nuestro municipio:
De esta forma disfrutamos localmente de nuestra (s) propia Elba(s) Esther Gordillo, quien también se ha eternizado en el puesto, fraguando en su derredor una intricada red de entuertos, triqueñuelas y negocios, que abarcan desde las cuotas y cooperaciones de los padres de familia, la venta de uniformes, la cooperativa de productos chatarra y megachatarra, comisiones por la asignación de las materias, de los aviadores, el usufructo del capital de inversión estructural, hasta las comisiones de los vendedores ocasionales. Situación con la que nadie del personal se manifiesta conforme, pero que igualmente aceptan, por qué también los tienen agarrados de alguna forma. Con permisos, favores, llegadas tarde o salidas temprano, excepciones de trabajo, más horas de trabajo o menos horas de trabajo, apoyo para la jubilación, con el sindicato, la secretaria e incluso la esposa o el fisco.
En esas instituciones, El nivel académico ha dejado de venir en picada, porque ya ha llegado lo más abajo que podía llegar. Las instituciones se han convertido propiamente en guarderías, donde los alumnos no vienen a ser educados, sino simplemente a ser cuidados. Los resultados de los novísimos exámenes que recientemente ha implementado la SEP, se han convertido en celosísimo secreto de estado. Tema nulo de indagación, conversación o incluso de chiste o alarma. Simplemente no existen y jamás han existido, para nadie. Persona, cosa, maestro, padre de familia u autoridad escolar.
La escuela se ha quedado estacionada en el tiempo, sin que en los últimos diez años se halla podido ver una sola mejora. La tecnología esta intacta y perfectamente obsoleta, porque la mejor manera de mantenerla de una pieza, es fuera del alcance de los bellacos que asisten a la escuela. (Por lo menos eso argumenta ella) La biblioteca de la escuela esta perfectamente empolvada y llena de telas de araña, el recuerdo del último alumno que saco un libro, es tan incierto en la mente de la bibliotecaria, que ya no sabe si fue realidad o un sueño. En la inmensidad de horas muertas entre libros y polvo, ha tejido tanto o mas que Penélope, esperando sabrá Dios a quien. Su contraparte, en el turno vespertino, ha bordado tantos cintos, bajo la tenue luz de la tarde y los reflejos de la diminuta televisión, que sus ojos han perdido agudeza, pero sus faltriqueras están repletas de morlacos, con los tres turnos de ocho horas que labora cada día. Alguna vez se pensó que esa aula podría ser biblioteca, hoy solo existe la noción, de ser la bodega, con sus dos celosos y fieles custodios.
Las aulas aún siguen a medias, sin enjarres, ni cortinas. Allí donde debería de estar la televisión del aula. No queda sino un pedazo de soporte de metal. Las butacas, casi sin excepción, están rayadas, rotas, chuecas y flojas. Los vidrios están sucios, pero intactos y las ventanas no cierran. Eso si somos una comunidad muy bien acomodada, en cincuenta metros, metemos cuarenta estudiantes, con sus butacas y de pilón un profesor.
En el laboratorio de química y física, ya no cabe un trebejo más, por lo menos no entre los adornos navideños, los equipos de los grupos deportivos, o los tambores y las cornetas de la banda de guerra. Lo que fueron las mesas de trabajo, ya perdieron los azulejos, las llaves y mangueras y de pasada el nombre. Si alguna vez se celebró una clase de laboratorio de física o de química, debió haber sido en otros de los festejos centenarios, porque ya nadie se acuerda.
En la oficina principal, la oficial mayor, se ha especializado en escribir a mano las listas de asistencia de los profesores. Con letra cursiva, escribir y escribir, cinco horas diarias, día tras día, esa es su función sustantiva, y el sopor que le causa tan infame tarea, provoca que cada día cometa más y más errores, y dejando cada hoja llena de remiendos y más remiendos, corrector y más corrector.
Las secretarias, ancladas en un mundo tecnológico ya superado, se aferran a sus maquinas de escribir para mantener al día, los centenares de oficios, calificaciones, archivos e invitaciones, que dicha institución demanda. Un mundo interminable de trabajo, del que se la viven renegando y rezongando eternamente, pero no se atreven a subirse al barco de la modernidad.
Y bueno para este hermoso panorama, no existe la menor posibilidad de cambio, porque las relaciones de nuestra (o) Elba o Elbo, son tan poderosas que aún después de su deceso va tener la doble dirección de la escuela.
3 Comments:
TENDRA ESTO ALGO QUE VER CON LA SECUNDARIA FORANEA?
PORQUE TAMBIEN LA TECNICA VA PARA ALLA QUE VUELA, ALGUIEN SABE SOBRE LOS ESTUDIOS RELIZADOS POR SU DIRECTORA?
Y SABEN LOS MERITOS REALIZADOS PARA LLEGAR A DIRIGIR INSTITUCIONES QUE DEBEN SER CELOSAMENTE OTORGADAS A VERDADEROS FORMADORES DE JOVENES?
ESTE BARCO SE HUNDE CADA VEZ MAS Y EFECTIVAMENTE TODOS VAMOS EN EL.
ALGUNA VEZ HEMOS PREGUNTADO SIQUIERA, PORQUE LAS PERSONAS QUE FUERON DESIGNADOS MAESTROS ESTAN AHI? SE LO MERECEN? Y TAMBIEN NUESTROS HIJOS MERECEN A ESE TIPO DE PERSONAS COMO MENTORES?
ACEPTEMOS NUESTRA PARTE DE RESPONSABILIDAD COMO PARTE DE ESTA SOCIEDAD AL NO HACER NADA CONTRA ESTA SERIE DE CORRUPCIONES E ILEGALIDADES.
Educacion divino tesoro, cuando llegara a dirigirte, siquiera un poeta.
ejele, la gordillo anda mostrando sus verguenzas....
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