Don Simon Navarro: recuerdos
La Cristeada, me acuerdo cuando pelearon aquí en Colotlàn, con los gobiernistas. Agarraron los cristeros el sistema de entrar por la casas. Taladraban y hacían agujeros en las paredes con barras, para pasarse de una casa a otra. Pasaban la bocacalle y seguían con otra manzana, hasta llegar a los fortines. El cuadro de la Plaza era el primer cuadro, estaba el gobierno fortificado en las azoteas y las iglesias. Nuestra casa estaba en la esquina de Juárez y Guerrero. Los Cristeros llegaron hasta la casa, y por una ventana que estaba por la Juárez, le disparaban al fortín. Allí estuvieron todo el día guerreando y en la tarde de les antojo a los del gobierno, de hacer un toro de petate. Tenían el mesón de San Luis, en la calle Obregón, frente a la plaza de toros, allí tenían los caballos. En la Calle Ramón Corona, tenían un vallado como de dos metros para que no pasaran los cristeros. Un grupo de ejidatarios ensillaron los caballos y salieron por las calles gritando que vivera el 75 regimiento, que era un regimiento muy valiente, y que le tenían miedo. Como que habían venido a reforzar a Colotlàn. Se los creyeron y dieron la orden derretirse. Ya habían tomado casi todo Colotlàn, ya nada mas quedaba el centro y la torre. Decían que los cerros nada mas blanqueaban de cristeros, miles de cristeros apostados en la cantera, el zanjon, el cerrito de la Santa Cruz. Se habían reunido todos los del partido de los cristeros para venir atacar a Colotlàn. Cuando se fueron los cristeros, los del gobierno llegaban a las casas donde habían estado los cristeros. Pero quien los detenía. Decía mi papá que llegaron a la casa los gobiernistas y con ellos, don Jesús Navarro, el primer ejidatario de Colotlàn. Y le dijeron: - Es verdad que aquí estuvieron haciendo fuego los cristeros, al fortín de enfrente. Mi padre les contesto: -Si señores pero yo ni modo de detenerlos. En eso tercio don Jesús Navarro, su pariente en su defensa: -Este señor es pacifico, no h sido nunca contrario al gobierno, y ya lo dejaron. Rubén la Ruca andaba de cristero, traía botas, pantalón beige, su 45 fajada y su rifle. El era cabecilla de los cristeros. Lo conocía bien mi papá, era amigo de mi hermano Avelino, y lo llevaba al rancho. Mi papá le decía: -Oye Rubén pos pa que andas en esas carajadas. –Pos me gusta. Contestaba el. Allí en la esquina de Paseo y Juárez mataron a un cristero, muy conocido de nosotros, Andrés Contreras, se salía a media calle a torear a los del fortín. Hasta que le atinaron. Allá arriba en la esquina del hospital, mataron a un ejidatario de Huacasco, también muy valiente. Después de que pasaba el revoltijo, nos íbamos a ver los muertos, antes de que los levantaran.
Los fortines estaban colocados de tal forma que favorecían el primer cuadro de la plaza , había uno en la contraesquina de la casa paterna, donde la casa de mi hermano el güero, estaba otro fortín, en la calle de arriba. En la torre de la iglesia estaba otro fortín para tirarles a los de lejos, a los de las orillas. En el mesón de San Luis en la calle Obregón, estaba la caballería del ejército. El San Francisco era allá abajo, el puerto Arturo, el Zaragoza. Luego hicieron unos vallados, para que no entraran hasta el centro los cristeros a caballo. En la Obregón había uno, en la Hidalgo. Vallados altos de dos metros, para que no brincaran los caballos. Cuando acordamos tenían invadido todo el pueblo, ya nada mas el centro, poquita gente y los cristeros eran muchos, nomás se veían los cerros con la caballería. Tenían mucha gente. A la muerte de don Herminio, mucha gente se deserto, ya no andaban contentos con don Felipe Sánchez, dicen que era muy bueno para andar a caballo, bueno para montar y brincar cercas, el se defendía a patas de caballo. Hermano de don Manuel Sánchez, hombre alto y bien parecido, esposo de Cointa Ramos. Su hija fue Sunny, reina de las fiestas patrias. El se fue a vivir a Fresnillo y allá murió.
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