REGIONALIDAD
Nuestro objeto de estudio, inmediato pero no por ello más claro e inteligible está representado por Colotlán como eje de nuestras inquietudes y por la periferia integrada por una regionalidad más impuesta formalmente que por constituir una realidad integral con su sistema de relaciones.
Hablar de regionalidad, en este caso, implica hablar de una lógica de dominación geopolítica cuya organicidad está fragmentada. Esta fragmentación ha atravesado gran parte de nuestra historia presente y de nuestra lejana historia.La modernidad ha traído consigo la cercanía como voluntad, como tendido líneas que expulsan distancias y extrañezas, pero pareciera ser que la modernidad, (esa modernidad que se inaugura en el México post revolucionario y que reorganiza al país a partir de una nueva normatividad) ha vadeado persistentemente los espacios identificados como espacios de resistencia ( resistencia al proyecto que para los primeros años de la finalización del conflicto revolucionario es aún un proyecto indefinido y balbuceante, pero que al paso del tiempo se transformará en la racionalidad económica-política hegemónica).
La región dadas las circunstancias que impidieron un tendido de líneas que la aproximaran y cohesionaran como un proyecto unitario, ha tenido que sobrevivir en términos estrictamente locales; así, la nunca propia imagen a sido asequible en la totalidad, nunca la imagen ha sido imagen orgánica, total, en la que sus miembros se asuman y reconozcan como integrantes de un todo dentro del cual se tienen espacios y funciones. De esta manera la fragmentación y la atomización han pasado a formar parte de la experiencia permanente e Histórica de la Región Norte de Jalisco.Los elementos constitutivos de nuestra regionalidad son múltiples y variados:
Lo Indígena y lo Hispánico como centenaria comunión de sangre y cultura se encuentra ahora perdido en el mar de las confusiones, nuestra identidad (si la hubiera) ha asumido la exclusión de un pasado que apenas si se revive en la ocasional festividad religiosa: Único y exclusivo lugar de refugio donde lo indígena encuentra cobijo para salvaguardarse del olvido de los tiempos. La iglesia le preserva no tanto orgulloso indio héroe de las batallas del Mixton, sino como el indígena sumiso y cabizbajo que va y le rinde tributo y reafirma su condición de vencido ante los dioses y el orden blanco. Fugaz imagen que se desliza hasta el presente para enterarnos de su dominación centenaria.
Norte de Jalisco, una región donde lo indígena, al igual que en otros ámbitos del país, se subordina y desaparece progresivamente alienado en su condición y deslavado en su entorno. Discurso que se alimenta de la marginación, donde los limites y los obstáculos no son suficientes para detener la invasión y el conflicto con el mundo blanco. Así ni por la conservación de los tiempos ni por los accidentes del relieve geográfico se estará a salvo de los gérmenes que corroen y descomponen otras sociedades.La subordinación del indígena, oprimido por la encomienda, las congregaciones y las reducciones, otorga en heredar las subordinaciones hacía el régimen progresivamente más blanco y uniforme, donde lo indígena ( parte cuantitativamente considerable en la conformación étnica y territorial de la región norte de Jalisco) se incorpora al discurso modernista mediatizado y despreciado ( en su condición de indio) por un orden del cual no forma parte ni se lo reconoce ninguna función dentro de él. Pero tampoco se le excluye definitivamente por constituir según los poderes discursivos “ lo que verdaderamente somos”; la identidad como el retorno a los últimos vestigios de un pasado que aún no comprendemos y a cuyos herederos aún hoy les negamos toda posibilidad de relación respetuosa. Circunstancia confusa y ambigua que libera de cualquier compromiso y que inhibe cualquier voluntad. Así el indio de la región norte de Jalisco vive la descomposición social ante la falta de iniciativa por ambas partes: un poder que no lo puede deslizar subrepticiamente al interior de lo indígena, el discurso del cambio y una institución indígena que no puede utilizar el discurso blanco sin dejar de ser indio.
En suma circunstancias con las que habremos de convivir aún por bastante tiempo.La estructura regional se va conformando a lo largo del tiempo desde la época colonial, época en la que la lógica de explotación de los metales preciosos impuesta por el conquistador, descubre los enclaves mineros de Bolaños y Zacatecas. Estos dos puntos serán los primeros trazos para la integración de una dinámica regional con sus tensiones y relaciones de fuerza. Así como son estos dos puntos que consolidarán gradualmente las vías de transito social.La ubicación geográfica, definida como cercanía, lejanía y posibilidad de acceso, define progresivamente el peso e importancia de los distintos ámbitos regionales, así mismo, crea un eje que lentamente va definiendo la zona de gravitación de los intereses vitales para la región.
Este eje tiene en sus dos extremos, los reales de minas de Zacatecas y Bolaños, cuyas influencias irradian a toda la región. El primero posee una influencia permanente a lo largo de la colonia, el México independiente y el contemporáneo; el segundo irradia una influencia intermitente que se tensa y relaja al compás de las bonanzas y las bajas de la producción de plata.Los reacomodos de fuerzas de incidencias que traen como consecuencia las bajas en la explotación minera de Bolaños, va definiendo gradualmente una orientación predominante: aquella enfocada hacia la economía zacatecana que, como punto de arribo de productos elaborados por una economía agroganadera, trazará un eje hacia el sur dividiendo el territorio regional en dos partes: la situada a lo largo de este eje, y que, como cordón, favorecerá y reproducirá el intercambio mercantil; y aquella integrada por las poblaciones distantes que estarán, a lo lejos, mirando la posibilidad del entronque. Este eje que comienza en el estado de Zacatecas, hacia el norte, y termina justo donde las dificultades geográficas comienzan, hacia el sur, constituyó el más inmediato acceso a la movilidad de objetos y personas.
Así la orientación interior tiene a las zonas distantes enfocadas hacia la posibilidad del enlace, mientras que la parte atravesada por el eje, está marcadamente orientada hacia donde el relieve geográfico le proporciona una salida natural: el norte. Esta doble circunstancia de cercanía-lejanía al mencionado eje, divide a la región y conforma hasta nuestros días, los dos espacios de importancia y peso específicos diferentes. En el más cercano se asentaran los poderes a partir de los cuales se conforma una política de desarrollo regional selectivo, que ante la posibilidad de trascender los obstáculos impuestos por la geografía, se independiza hasta convertirse en la cara que, con mejor maquillaje se ofrece de una circunstancia de olvido y marginación ( Cabe señalar la necesidad de establecer de manera mas clara y precisa la naturaleza y forma de articulación entre los diferentes componentes económico-sociales de la región, así como definir en forma concreta los limites de las influencias reciprocas y la fuerza de los nexos y tejidos de la cohesión social).
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