Tuesday, March 26, 2013

La experiencia política del latino en Norte América.





La importancia política de los latinos en Norte América hasta las dos últimas elecciones había sido anodina, en realidad el voto latino antes de Barack Obama no había sido trascendente en la democracia gringa. Es cierto que la presencia latina, sobre todo de mexicanos ha sido importante en números relativos desde las primeras décadas del siglo pasado, y sobre todo con las contrataciones masivas de braceros durante la segunda guerra mundial. Pero la mayoría de estos trabajadores temporales regresaban tarde que temprano a sus pueblos y ciudades en México sin dejar mayor impacto en la vida de de los estadounidenses y aquellos que se quedaban en la mayoría de los casos no aspiraban a lograr la ciudadanía de este país, muchos de ellos tenían un arraigado sentimiento nacionalista y se obstinaban en morir orgullosamente mexicanos. Sin embargo es a partir del endurecimiento de la política migratoria y las crisis capitalistas recurrentes en Latinoamérica de los años setenta y ochenta, que el American Dream se convirtió en un tremendo imán para las poblaciones latinas y permanecer en el país fue una necesidad dictada por las tremendas dificultades para volver a ingresar; condición impuesta por una crecida y eficiente patrulla fronteriza, que funcionaba como válvula de acceso de acuerdo con los ciclos económicos del país, fundamentalmente del campo estadounidense.



La reforma migratoria de Reagan, conocida como la Simpson-Rodino fue la que permitió que decenas de miles de indocumentados adquirieran estatus legal en los Estados Unidos y se asentaran aquí trayendo a sus familias a vivir con ellos y gradualmente incrementando el número de latinos con ciudadanía norteamericana y capacidad de voto. La legalización migratoria de los Simpson-Rodinos fue un parteaguas en muchos aspectos para el desenvolvimiento de los latinos en los Estados Unidos. Su importancia económica y empresarial creció como nunca antes, la influencia artística y cultural detono tremendamente y el posicionamiento en general en de los latinos las áreas productivas fue remarcable. En números absolutos y relativos los latinos crecimos en estas ultimas dos décadas hasta llegar a posicionarnos como la primer minoría y el grupo étnico con mayor crecimiento poblacional en el país y últimamente una importante fuerza política.



Pese a todo esto, los latinos somos un grupo sin una definición política clara. Los latinos por nuestro origen y cultura no somos una población altamente politizada. En realidad en el concierto electoral de demócratas y republicanos los latinos no jugamos sino el papel de comparsas. Después de que Reagan hizo posible la reforma migratoria, por lealtad o gratitud nos quedamos casados con ese partido, definiéndonos asimismos como republicanos y tratando de contemporizar sus principios políticos con nuestra herencia hispánica. Así pretendimos comulgar con sus principios conservadores y religiosos. Fueron sin embargo las tremendas jornadas en pro de la legalización de los millones de nuestros hermanos indocumentados, las que pusieron en entredicho esa identidad republicana de los latinos en América. Después de aquellas tremendas movilizaciones de millones personas que pusieron en vilo a este formidable país, a los conservadores republicanos y también demócratas les quedo muy claro que no apoyarían este movimiento que a sus ojos se antojaba irreverente y altanero. Los mexicanos éramos suficientemente buenos para ser sus criados, para trabajarles los campos, construirles sus casas, prepararles la comida en los restaurantes, limpiarles las casas y cuidarles los niños, amen de un sinfín mas de tareas sencillas, apenas acorde con nuestra escasa cultura y nivel intelectual. Porque a pesar de todos esos afanes de igualdad, ellos siempre tuvieron muy clara la superioridad racial, cultural e intelectual del hombre blanco, por sobre los otros hombres coloridos. Así que como iba ser posible que con desplantes de fuerza como aquellos les impusiéramos condiciones en su propia casa y cada embate multitudinario por lograr la legalización fue frenado en el congreso por las fuerzas supremacistas blancas. Inclusive el Dream Act, destinado a potencializar a los jóvenes estudiantes latinos, fue frenado una y otra vez por las mismas fuerzas conservadores, con el objetivo de detener el avance de nuestra gente en este país.



Barack Obama se comprometió a apoyar esta noble y humana causa de los millones de gente que vive y sufre bajo el ominoso peso de ser indocumentado en este país de cristianos y sin embargo en su primer encargo no cumplió a cabalidad su palabra y muy por el contrario se convirtió en el símbolo de la persecución mas atroz de los ilegales, con sus programas de comunidades seguras y las deportaciones masivas de indocumentados. Sin embargo ante las perspectiva aun mas tenebrosa del candidato republicano promotor de la autodeportacion de los indocumentados y las políticas francamente antihispanas en algunos estados sureños los latinos volvieron a confiar su voto en Obama, quizás guiándose mas que por las palabras y promesas del presidente, por aquel dicho que dice: “Mas vale malo por conocido que bueno por conocer”.



Después de las ultimas dos elecciones los latinos han descubierto que su voto cuenta y curiosamente tanto demócratas como republicanos, han venido a entender que a partir de ahora los latinos son un factor a tomarse en cuenta en el ajedrez político. Probablemente a los republicanos aun les cueste un poco de tiempo aceptar que los mugrosos, ignorantes y analfabetos latinos hay que tomarlos en cuenta para elegir al presidente. Y que cada vez mas los candidatos republicanos deberán ofrecer cuando menos un poco de comedimiento a los latinos si quieren ver elegidos a sus candidatos a los puestos de gobierno.



Dentro de todo este barullo los latinos se pierden, en realidad apoyan candidatos y políticas que no tienen el rostro de sus orígenes, de su cultura, de sus valores, de sus experiencias. Se funden en el Meelting Pot, pero sin verdaderamente asumirse y sin ser genuinamente aceptados. A diferencia de la migración europea, donde comparten rasgos físicos semejantes y que una vez asimilada la lengua, se convierten en casi lo mismo, los latinos, los chinos, los afros, los árabes, seguimos siendo nuestra raíz seguido del americano. Y bueno en esta sociedad, pese a todo lo que de dientes para afuera se dice, contando entre ellas las leyes. Un moreno sigue siendo un moreno hasta que se muere, lo mismo que un latino, o un chino.



En realidad las propuestas que los latinos apoyan en el concierto electoral, se parecen en mucho a la comida “mexicana” que se compra en las cadenas de comida rápida gringas. Y que a todo se parecen menos a la comida auténticamente mexicana. Platillos ahogados en queso y crema que esconde sabores artificiales y productos enlatados, totalmente ajenos a la verdadera comida mexicana, que se caracteriza por su frescura, su originalidad, sus sabores siempre diferentes y explosivos. Y bueno como diría un viejo amigo la comida americana tiene la virtud, efectivamente, de ser mala; pero siempre y en todo lugar, igual de mala, así que no hay sorpresas con ella. Pero con todo y todo la oferta republicana y demócrata, no satisface a plenitud el paladar latino, sin embargo de esto apenas nos estamos dando cuenta. Aun hay mucho camino por recorrer y por crecer como hermanos latinos que somos.